El estreno en Buenos Aires, este jueves, de Pasión de amor (La veuve de Saint-Pierre), un intenso melodrama francés de época dirigido por Patrice Leconte y protagonizado por Juliette Binoche y Daniel Auteuil, tiene la curiosidad de completar su triángulo amoroso con un rostro nuevo, inesperado en la pantalla: el del gran realizador bosnio Emir Kusturica. En este texto, el realizador de El marido de la peluquera, La maté porque era mía y la reciente La chica del puente habla de su experiencia como director del gran cineasta en su primera incursión actoral. Mientras tanto, el realizador de Tiempo de gitanos, Underground y Gato negro, gato blanco, dos veces ganador de la Palma de Oro de Cannes, cuenta �ver aparte� cómo es ver el mundo del otro lado del espejo.
Por Patrice Leconte
La primera vez que leí el guión, cuando la producción vino a verme para ofrecerme esta historia, imaginé la película sabiendo que estaba destinada a Juliette Binoche y Daniel Auteuil. Lo de Emir Kusturica fue distinto, pero también una historia muy rápida. Y bastante mágica, realmente, porque aún hoy no puedo creerlo. En fin, estaba haciendo una búsqueda, porque era un personaje muy particular, a la vez seductor e impresionante, alguien muy físico, que no hablaba mucho, y yo buscaba un actor que pudiera hacer eso. Lo buscaba y no lo encontraba. Pensaba que tenía que ser un actor que no fuera francés; no podía ser alguien conocido, y que tuviera el atractivo inquietante de cierto tipo físico.
Y un día estaba en la productora hojeando un libro de cine y, como a veces en los films de Kusturica hay personajes muy especiales, me puse a buscar fotos de Underground, y en la página dedicada a esa película había una foto del propio Kusturica. Yo conocía muy bien el físico de Emir, porque lo había visto recibir premios en los festivales y me había cruzado con él alguna vez. Sabía muy bien qué aspecto tenía. Y entonces miré la foto y dije: �No hace falta seguir buscando al actor: es él. Emir es formidable para el papel�. Y me dijeron: �Bueno, pero, ¿dónde vas a encontrar a un tipo como Emir?�. Y yo dije: �Ya lo encontramos: es él�.
En mi opinión, era muy simple. Porque cuando uno tiene una idea un poco rara, inhabitual, ¿cuál es el riesgo? Que alguien diga: �No, gracias�. Francamente, no es un riesgo tan grande. Y cabía la posibilidad de que dijera: �Bueno, ¿por qué no?�. Y eso fue lo que finalmente pasó. Entonces dije: �Probemos con Emir�. Teníamos una versión del guión traducida al inglés. Se la hicimos llegar, explicándole que el film era así y así. El lo leyó, le gustó, y dijo: �Es algo inesperado, pero me interesa, me parece excitante; quiero hablar con Patrice�. Y nos vimos un día en el Hotel Lutetia, tomamos algo y me dijo: �Me entusiasma, pero nunca hice una experiencia así y no estoy seguro de saber hacerlo; usted sabe que no soy actor�. Y yo le dije: �Vamos, déjese de embromar, si usted se pasa el tiempo haciendo películas con personas que no son actores. No me venga a decir eso justamente usted�. Y le dije también: �Yo le tengo fe. Confíe en mí, porque yo le tengo fe. Si está de acuerdo y confía en mí, lo hacemos�.
Lo genial fue que durante los dos primeros días de rodaje yo me daba cuenta de que él era un director. Era imposible evitarlo. No lo podía evitar. Y respeté eso. Pensé: �Ya se va a calmar�. Y después de esos dos días lo olvidó completamente, se dejó llevar por la película, comenzó a gustarle ser actor... Y lo hizo extremadamente bien, con pasión. Y con mucho corazón. Fue formidable. Emir no había trabajado nunca actor, pero entiende de cine igual que yo, o sea que sabe muy bien de qué se trata. Si se le dice que hay que hacer un plano así o así, él sabe muy bien qué se va a hacer y no hay que explicarle nada más. Es algo que los actores no siempre entienden. Tienen que limitarse a confiar en uno. Emir confiaba en mí, pero además entendía lo que yo quería decir y hacer.
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Por Emir Kusturica |
El es jesuita; yo, franciscano
Yo tengo claro que no soy un actor. La razón por la que acepté fue el conflicto que hay en la película. Una persona que es muy natural, como es mi caso, alguien espontáneo y sincero, que según creo son mis características, se encuentra en la situación de matar a alguien. Y se plantea la vieja cuestión sobre el crimen y el castigo. Es una vieja idea mía, es incluso un film que he querido hacer, y que tal vez haga algún día.Es algo que tiene que ver con una parte de mí. Con lo que hubiera podido pasar conmigo en esa situación. Y, además, quería experimentar, más allá de que el director fuera bueno o no (aunque pienso que Patrice es un buen director). Quería ver, cuando se ponen todas estas cosas juntas, qué pasa con el personaje, no con el actor. Justamente, porque no soy actor quería ver qué sabor dejaba en la pantalla.
Juliette Binoche y Daniel Auteuil estaban muy confundidos al verme actuar. Creo que estaban muy sorprendidos. La mayor parte de la gente usa palabras equivocadas al hablar de la actuación. Se habla mucho de �actuar con naturalidad�. Yo creo que eso es algo estúpido, que no existe. Porque en cuanto uno está bajo las luces artificiales, frente a las cámaras, lo natural desaparece. Todo es técnica y control. Lo espontáneo puede estar en los sentimientos de la audiencia, pero no en uno, porque todo lo que hace es artificial. Entonces, como tengo experiencia en observar la actuación, creo que lo que hay que hacer es concentrarse en las cosas que lo rodean a uno y en la persona con la que está trabajando. Es como en la música. Sólo hay que ponerse de acuerdo en qué cosa va con qué otra. Y ellos me ayudaron, claro, porque ellos tienen mucha experiencia y yo poca. Pero logré meterme muy rápidamente en el papel.
Lo más importante es que no estaba siempre pensando en cómo me veía, si tenía el pelo en la cara o no, sino que estaba siempre pensando en cómo hacer para que algo de mi carácter personal, no en tanto actor sino algo mío personal, pudiera percibirse en el personaje. Si yo hubiera dirigido esta película, sin duda habría sido diferente; tal vez habría sido mejor. Yo estoy seguro de que lo que decía al comienzo acerca de mí mismo, acerca de la sinceridad... eso estaría en la pantalla, muy abierto. Si hay algo bueno en eso, se ve en la pantalla, porque no tengo técnica, mi francés es todavía muy limitado. No puedo desarrollar demasiado una conversación. Y creo que aporté lo que puedo controlar, que es mi potencial emocional.
En cuanto a la forma de desarrollar las cosas, Patrice va a lo que se ve, establece un sistema muy geométrico. Yo soy un director que prueba muchas cosas diferentes. El no tiene dudas, va directo a lo que quiere. Yo hago las cosas de la manera en que uno puede imaginarse a un arquitecto construyendo una casa con elementos muy diversos. Yo soy mucho más colérico. El se desliza a través del film, y en cambio yo lo construyo. Tal vez, llevándolo al plano de las religiones, a él podrían llamarlo jesuita y, a mí, franciscano. Es algo así. |
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