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La engañosa seriedad del hombre de la cara rara

El nuevo CD de Alberto Muñoz lleva hasta sus últimas consecuencias un estilo que juega a desdibujar los límites entre géneros.

Alberto Muñoz y su reciente �La Pasión según los Hipopótamos�.
Drama y comedia entremezclados en una producción de gran nivel.


Por Diego Fischerman

t.gif (862 bytes) En una entrevista con Página/12, Alberto Muñoz aseguraba que, de chico, cuando compraba un disco, se guiaba por las caras de los músicos. Las caras tenían que ser intrigantes, tenían que inquietar. �Buscaba las caras raras�, decía Muñoz y así descubrió a Frank Zappa como antes había descubierto a Baudelaire y se había decidido a �ser un poeta maldito mientras iba a comprarle el pan a mi vieja�. Muñoz decía, también, que �esta cara que tengo ahora es como para que me tiente comprarme un disco mío�. Y la cara, entonces, ilustra media tapa del reciente La Pasión según los Hipopótamos, editado por el sello Buenos Aires Música, del Gobierno de la Ciudad, y espera tentar, además, a cualquiera que sea capaz de aventurarse en un terreno donde, por suerte, nada es demasiado seguro.
La naturaleza de la tirantez que hace interesante a Muñoz puede buscarse, por ejemplo, en �Días de la Luna�, donde una bellísima melodía, una de esas melodías capaces de producir estragos, se entreteje con un texto que dice �No quiero producir estragos con esta melodía/ quiero tocarte con una suavidad ilimitada/ y echarte sobre mi cara como un agua matinal/ Ay de luna, ay de luna�. El secreto, tal vez, esté en la absoluta seriedad con la que Muñoz y su grupo pueden llegar a interpretar las canciones más delirantes o el tono musical de juerga, de circo desenfrenado, con el que pueden ser cantados los más patéticos de los dramas. Podría tratarse de un proyecto de populismo estético, de una de esas reivindicaciones tan de moda en una época no lejana por las cuales se descubrían o redescubrían, con cierta periodicidad, géneros menores. La murga, los bailes populares, la ingenuidad de los clubes de barrio, podían convertirse, de la noche a la mañana, en objeto de culto de artistas sofisticados. 
El caso de Muñoz y su Orquesta El Destino es bien diferente. No hay ningún endiosamiento. No hay reverencias hacia ninguna cultura, ni menor ni mayor. Todo puede ser subvertido y de hecho lo es. Desde un radioteatro en que el móvil y el asesino son literarios (y que se empecina en no ser ni parecer cómico) hasta la muy hipotética Pasión que da título al disco y que presenta Walt Whitman desde �la tierra de la fantasía� patentada por otro Walt famoso, pasando por �Las hermanitas Bronté� o la desgarrada �pasaron Cuervos�, todo se mueve por un terreno en que las fronteras se desdibujan. La voz de Claudia Tomás, un grupo comprometido (Carlos Bisurgi, Giselle De Luque, Alejandro Nuin, el propio Muñoz en voz y guitarra), algunos invitados (violín, cello y oboe) y los arreglos de Omar Giammarco, aportan para lograr una producción de muy buen nivel técnico.

 


 

LA NUEVA REVELACION DEL TECNO-JAZZ FRANCES
Cuando St. Germain conquista el mundo

Por Laura Isola 

Tourist, recién editado por el legendario sello Blue Note, es el disco que le sigue, en cronología y en avance estético, al recomendable Boulevard (1995) de la misma banda de origen francés. Bien enmarcado en el género que fusiona el jazz con la música electrónica, Tourist encanta en la primera �escuchada� pero luego puede llegar a ser un poco aburrido. Sin embargo, esto no sería un impedimento ni una observación corrosiva, si se conviene en que son bien pocos los discos que resisten semejante exposición. Es tal vez, una regla del propio género que fue muy innovador en sus comienzos y que encontró sus límites rápidamente. Con una impecable instrumentación, los temas dejan oír, al mismo tiempo, el trabajo creativo en las bases rítmicas �con los aportes del DJ� más la línea melódica que se logra a fuerza de samplear fragmentos de composiciones clásicas. Es el caso de �Sure Thing�, donde aparecen elementos repetidos del tema �Harry` Philosophy� compuesto por Miles Davis y John Lee Hooker para la banda de sonido de la película Hot Spot, en que Don Johnson trataba de vender autos usados y de seducir a la mujer del hombre más importante del pueblo. Esto último, sí lo lograba. 
Para tocar con los franceses y ponerse bajo las órdenes de Ludovic Navarre, su conductor, se cursó invitación al guitarrista Ernest Ranglin. Su magnífica contribución se nota sobre todo en �Montego Bay Spleen�, aunque la sutileza de su guitarra también aparezca, con resonancias a Wes Montgomery, en otros temas. Se puede decir que Tourist exhibe su belleza a modo de una nítida postal donde �en una exacta inversión de Tolstoi� los aires universales sirven para pintar al barrio. El formato, acotado y resuelto en sí mismo, fascina. Aunque sea a primera vista. 

 

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