Por Fernando D�Addario
 Cuando mañana, en La Trastienda, Dominguinhos y Luiz Carlos Borges concreten su prometido �Acordeonazo�, el público argentino podrá confrontar dos maneras de ser brasileño, lo cual deriva en dos modos de encarar y entender la música. La coincidencia, en este caso, tiene un límite preciso: el acordeón. Es el amor a este instrumento el que los ha unido más de una vez, aunque sean diferentes en casi todo. Como invitado especial, actuará el también brasileño Waldonys.
Si en lo estilístico Dominguinhos deja prevalecer su afición por las armonías, y en Borges existe un cuidado especial por las líneas melódicas, en lo genérico habrá que subrayar que la música nordestina (de la que Dominguinhos, con 40 discos grabados y un currículum que acredita trabajos con Caetano Veloso, Chico Buarque y Gilberto Gil, se muestra como un interesante discípulo del legendario Luiz Gonzaga) es exitosa en Brasil, en tanto los ritmos gaúchos de Río Grande do Sul tienen un dique de contención más férreo en las fronteras regionales que en las nacionales. �Culturalmente, los gaúchos estamos más cerca de la Argentina que de Brasil�, dice Borges, un músico exquisito que se presentó el fin de semana pasado en el Festival del Fuelle, en Chaco, y que acredita grabaciones con Raúl Barboza y Antonio Tarragó Ros, además de actuaciones en Cosquín. El encuentro en La Trastienda mostrará la relatividad de los estereotipos: el nordeste negro, paupérrimo, alegre, culturalmente valioso, y el sur rico, propenso a la melancolía, culturalmente ignorado, tienen un buen motivo para encontrarse.
�La nordestina es la música más popular de Brasil, y hacia fuera, el samba y la bossa nova. ¿La cultura gaúcha está relegada?
�Ocurre que San Pablo y Río de Janeiro, los dos ejes políticos y comerciales del país, albergan a unos 200 mil gaúchos y a unos 13 millones de nordestinos. Todo el aparato de difusión está orientado hacia el gusto de la mayoría, como es lógico. Y tanto el samba como la bossa nova son vistos, fuera del país, como típicamente brasileños. Pero sería necio si me pusiese a criticar a la bossa nova, que es un regalo de Dios.
�¿Y eso es bueno o es malo?
�Dentro de Brasil es una rareza. Argentina, salvo la Capital Federal, es toda criolla. En cambio, los únicos brasileños criollos somos nosotros. El resto del país es tropical, y esto no es sólo una cuestión geográfica, sino climática, económica y musical. Yo, particularmente, tengo mucho más que ver con Raúl Barboza que con Dominguinhos, a quien también admiro.
�La integración del Mercosur parece más factible en lo musical que en el político o económico.
�Creo en la integración cultural, pero a partir de las diferencias y no de las semejanzas. El mate y el churrasco ya hicieron lo suyo. Los músicos tuvimos el Mercosur desde siempre. Es a los funcionarios a los que les cuesta integrar políticas.
LA PAGINA WEB DEL CLUB DEL PROGRESO
Un regreso virtual al pago
Con casi 150 años de existencia, el Club del Progreso se subió al inevitable carro de la tecnología e inauguró oficialmente su propio sitio de Internet: www.clubdelprogreso.com. La reunión celebrada ayer en la vieja casona de Sarmiento 1334 tuvo como anfitrión al actual presidente de la institución, Bartolomé Tiscornia, y contó con la presencia de diversas personalidades como Félix Luna, Lucía Gálvez y José Eliaschev. La realización de la página web no sólo tiene como fin difundir el histórico club inaugurado por Diego de Alvear en 1852, sino que persigue un objetivo más aglutinador, fiel a sus orígenes: �repatriar� a los argentinos que no residen en el país. �En la actualidad hay más de 2 millones y medio de argentinos en el exterior que no quieren volver al país. Nosotros queremos que vuelvan de alguna manera, y creemos que el sitio servirá para ese retorno virtual de nuestros compatriotas�, explicó Tiscornia. Para ello, el portal cuenta con la historia ilustrada de la institución, una cartelera de los próximos eventos y un foro de discusión abierto a todos aquellos que ingresen a la página, cuya temática se renovará permanentemente.
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