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 Casi con el mismo entusiasmo que se refiere al ocasional superávit fiscal, el ministro de Economía, José Luis Machinea, anunció ayer una rebaja en las tarifas eléctricas. A partir del primero de agosto, el costo de ese servicio se abarataría entre un 4,5 y un 5,0 por ciento para los consumos residenciales y entre un 8 y 9 por ciento para los industriales. Pero a diferencia del gas, esa rebaja no es producto de ninguna esmerada negociación con las distribuidoras sino el resultado de una serie de fenómenos estacionales que influyen en el cálculo de ese precio.La gran puja con las empresas adjudicatarias del servicio eléctrico se librará en noviembre, cuando, según los contratos de distribución, Edenor y Edesur pretendan aplicar el ajuste por el índice de precios de los Estados Unidos. Allí Machinea y su equipo tendrá que probar su capacidad de persuadirlas para que, en el mejor de los casos, posterguen el incremento que les corresponde. El precio final de la electricidad se reajusta en función de dos criterios. Por un lado, existen dos ajustes semestrales que reflejan los precios estadounidenses: uno se realiza en noviembre y el otro en mayo. Y otros dos retoques estacionales, en base a lo que ocurra en el mercado mayorista de la energía y, por lo tanto, en el segmento de la producción. Según estimaban ayer fuentes del Ente Nacional Regulador Eléctrico (ENRE) �que controla a las distribuidoras Edenor, Edesur y Edelap�, posiblemente el ministro haya anticipado una rebaja que debería tener lugar a partir del mes próximo gracias a tres factores: baja en el precio de los combustibles que se utilizan para generar energía; mayor disponibilidad hídrica (el recurso más barato para la generación); y una mayor disponibilidad de gas natural para usinas eléctricas por suba de la temperatura, insumo más barato en relación a su sustituto, el gasoil. Ayer, el secretario de Energía, Daniel Montamat, declaró a través de una gacetilla de prensa que para el trimestre agosto-octubre dicha repartición aprobará un precio �significativamente inferior al del trimestre mayojulio del 2000�: 4 por ciento para residenciales, 6 por ciento para comercios y 8 por ciento para industrias. Según consigna en el parte de prensa, esto se debe a la mayor oferta hidráulica del Comahue, �producida por varias lluvias y nevadas de invierno�. También aclara que las perspectivas optimistas alcanzan a Capital y Gran Buenos Aires, ya que las tarifas de esta zona estuvieron relativamente más altas debido a contratos con las generadoras que ya expiraron. Lo que sigue inquietando el ánimo oficial son los ajustes periódicos por los índices estadounidenses. El Poder Ejecutivo está intentando desindexar todas las tarifas públicas, atadas al aumento de precios de Estados Unidos o a la tasa Libo (interbancaria de Londres), lo que las aleja de la deflación argentina. Pero aunque en el Congreso prosperen iniciativas para disponer por ley ese desenganche, la estrategia de Economía es conseguirlo mediante la negociación prestadora por prestadora. Hasta el momento puede computar un logro relativo, ya que consiguió que las distribuidoras gasíferas posterguen hasta la revisión tarifaria del 2002 los próximos ajustes semestrales. A cambio de esa postergación, obtuvieron el compromiso oficial de cobrar los incrementos pospuestos con la correspondiente actualización. Las distribuidoras eléctricas capitalinas ya fueron convocadas por Economía para iniciar el diálogo, que con las gasíferas lideró el jefe de asesores, Pablo Gerchunoff. Y todo indica que la negociación con Edenor y Edesur debería llegar a un final semejante. Las concesiones eléctricas se realizaron por 95 años, período demasiado extenso como para que las cláusulas permanezcan inamovibles.
Y a mí por qué me miran
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