El País de Madrid
Por Javier del Pino
Desde Camp David
Jerusalén seguirá siento indivisible para los israelíes e inalcanzable, de momento, para los palestinos. Por lo menos hasta anoche, en que pese a un denodado esfuerzo de último momento la recta final de la cumbre de Camp David no había permitido reducir las exigencias de ambas delegaciones. Bill Clinton retrasó 16 horas su viaje a Japón para tratar de exprimir las posibilidades de un mínimo acuerdo. Sin embargo, las cuestiones más conflictivas seguían sin resolverse en una jornada llena de jugadas diplomáticas con pronóstico abierto.
Barak y Arafat no lograron reducir el enfrentamiento sobre la soberanía de Jerusalén. En la madrugada del martes al miércoles, la Casa Blanca anunció que había decidido retrasar el viaje de Bill Clinton a la cumbre del G-8 en Japón. En principio, la agenda presidencial fijaba su salida de Washington para las 11 de la mañana. El portavoz presidencial Joe Lockhart, en el tono más pesimista de los últimos ocho días, explicó que el retraso del viaje era la última esperanza: �Desde luego no nos quedaríamos si no pensáramos que hay posibilidades de que éste sea un día productivo. Que al final lo sea o no, no lo sabremos hasta que acabe�, aseguró. Y a medida que iba acabando, el día parecía tan poco productivo como los siete anteriores. Hubo en primer término un supuesto conato de abandono por parte del primer ministro Ehud Barak, aparentemente harto de la intransigencia de Yasser Arafat. Aunque fuentes oficiales negaron que Barak hubiera amenazado ayer con romper el diálogo, su equipo se encargó de esparcir ese rumor desde Jerusalén hasta Camp David. Lockhart, después de desmentirlo, resumió la situación de esta manera: �Los que están metidos en las conversaciones, no hablan; los que no están en las conversaciones no saben de lo que hablan�.
Horas después, la radio israelí difundió el texto de una carta que -según ellos� Barak había enviado a Clinton, aunque nadie en el equipo de prensa de la Casa Blanca conocía su existencia: �A mi pesar, he llegado a la conclusión de que el lado palestino no es sincero y no negocia de forma seria y práctica un acuerdo de paz permanente entre nosotros�, es el texto que se leía en las emisoras de Jerusalén supuestamente rubricado por el primer ministro israelí.
A lo largo del martes y el miércoles, Clinton mantuvo varios encuentros con los equipos negociadores, pero siempre por separado. Según fuentes palestinas, Barak llegó a hacer una advertencia irrevocable a Arafat: Israel no reconocerá nunca el Estado palestino a menos que renuncien a compartir la soberanía sobre Jerusalén. A cambio, estaban dispuestos a construir vías de acceso a las mezquitas e incluso �según medios israelíes� una autopista entre Gaza y Cisjordania.
También aseguran que Barak expresó su nula disposición a negociar en el futuro un acuerdo de paz si los palestinos no aceptaban ese punto de partida forzoso sobre la capital. Varios medios cuentan que Arafat hizo este comentario ante Bill Clinton: �No ha nacido el líder árabe dispuesto a renunciar a Jerusalén�. El equipo palestino dice haberse mostrado abierto a dejar fuera de su petición de soberanía compartida algunos enclaves simbólicos de la Ciudad Vieja, pero se negó a firmar un acuerdo precario que no resuelva mínimamente esa cuestión. La delegación israelí era la más abierta a firmar acuerdos menores que permitieran, al menos, avanzar en los flecos de la paz sin romper el diálogo. Personas cercanas al equipo diplomático estadounidense aseguraban anoche que las delegaciones estaban sólo a la espera de una propuesta simbólica por partede los anfitriones que permitiera cerrar la cumbre sin que se transmitiera la sensación de que acababa en el mayor de los fracasos. Sin embargo, algunos de los avances logrados en los últimos días (como la garantía de reconocimiento del Estado palestino por parte de Israel) también estaban en el aire por la decisión palestina de condicionarlo todo a la negociación sobre Jerusalén.
La cumbre de Camp David podría haberse prolongado varios días más si la Casa Blanca no se hubiera obstinado en mantener la agenda de Bill Clinton en Japón. Su presencia en la cumbre del G-8 (los siete países más industrializados del mundo, más Rusia) es más protocolaria que política: el vicepresidente, Al Gore, podía haber salvado dignamente la representación de EE.UU., como ha ocurrido en otras ocasiones comprometidas. El precedente más cercano ocurrió en 1998, cuando Clinton decidió no atender sus compromisos internacionales para quedarse en EE.UU. durante la crisis de los inspectores de armas en Irak. Además, sus colaboradores han reconocido que Clinton no ha tenido tiempo de preparar ni sus intervenciones ni sus contactos para los días que estará en Japón. Su equipo de asesores se dispone a trabajar con él de camino a la cumbre en el �Air Force One�. No había mejor excusa para anular ese viaje que la evidente: la presencia de Clinton en Camp David podía aumentar �por poco que fuera� las posibilidades de diálogo. Pero en la decisión de marcharse a Japón se mezclan dos factores: la certeza de que esta cumbre de Camp David no va a pasar a la historia y, en segundo plano, la propia personalidad de Clinton, que no le permite renunciar a su última oportunidad de pasearse entre los líderes de los países más ricos como el artífice de la economía más envidiada del planeta. Los dos contactos más destacados son con Vladimir Putin y con Tony Blair; con el primero tiene poco que negociar después su encuentro reciente y del fracaso de la última prueba del nuevo sistema antimisiles de EE.UU.; con el segundo mantiene línea directa sin necesidad de encontrarse en Japón.
En realidad, Bill Clinton empieza a despedirse de su cargo en la reunión de Okinawa. En su primera cumbre de países ricos, también en Japón en 1993, Clinton era el recién llegado, el gobernador de Arkansas que trataba de acostumbrarse a su nueva condición de presidente; ahora es el único líder de aquella cumbre que todavía mantiene su cargo. Cuentan miembros de su equipo diplomático que en su estreno del �93 �todos le daban consejos sobre cómo poner a punto nuestra economía�. Ahora la bonanza financiera de EE.UU. le permite aterrizar en Japón con un aspecto de estadista victorioso, una imagen perfecta para su despedida del mundo del poder.
MIENTRAS EL PREMIER NO ESTA, LA OPOSICION ATACA
Seis puñaladas contra Ehud Barak
Por Ferrán Sales
Desde Jerusalén
La oposición israelí se dispone a desencadenar una batalla parlamentaria contra el proceso de paz que impulsa el primer ministro Ehud Barak. En menos de 48 horas los conjurados han presentado seis iniciativas legislativas con las que se pretende al mismo tiempo bloquear las negociaciones con los palestinos y acabar con la coalición laborista. Aunque el procedimiento de la burocracia parlamentaria israelí es largo, complicado y juega en favor del jefe del Gobierno, �éste está obligado a no distraerse si quiere seguir políticamente con vida y con sus proyectos�, se aseguraba el miércoles en medios gubernamentales.
Tres de estas iniciativas legales, presentadas por la derecha Likud y por una formación de extrema derecha, tratan de poner en pie una ley especial, según la cual será exigido una mayoría cualificada en el referéndum sobre los supuestos acuerdos de paz con los palestinos. La iniciativa legal supondría que para ser aprobados los acuerdos se necesitaría la mayoría de los votantes inscritos y no de los votos, lo que traducido en resultados representa el 60 por ciento de las papeletas. Esta triple iniciativa fue aprobada el miércoles por el Parlamento, por 50 votos contra 38, en lectura preliminar, pero antes de que entre en vigor el proyecto deberá ser debatido y votada en otras tres ocasiones por la Cámara, lo que le da tiempo a Barak y a su partido a reaccionar y a bloquear el proyecto, antes de que pueda convertirse en ley.
Pero además de estos tres borradores, también el partido Likud ha planteado ante el Parlamento un proyecto de ley reclamando la disolución de la Cámara y la celebración de elecciones anticipadas. Y completando este bombardeo múltiple al gabinete Barak, los tres partidos radicales religiosos �Shas, Partido Nacional Religioso y Unidad de Torá y Judaísmo� defenderán el próximo lunes una moción de censura contra el gobierno.
Pero la iniciativa legal más audaz contra el proceso de paz es la protagonizada por un diputado del partido Likud, Tsahi Hanegbi, quien el miércoles defenderá otro proyecto de ley, el sexto, por el que se propone anular los Acuerdos de Oslo de 1993 y con ellos la autonomía palestina.
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