Por Eduardo Febbro
Desde París
François Mitterrand es un presidente de leyenda. Tal vez menos por sus logros políticos y sus acciones socialistas que por una vida truculenta y rica en episodios amorosos y manipulaciones de toda índole. No pasa un año sin que aparezca un nuevo libro con las andanzas de un personaje a quien enemigos y admiradores apodaban �el florentino�. Las últimas dos �crónicas� de las intimidades presidenciales muestran a un François Mitterrand Casanova, corriendo de cama en cama, y a otro Mitterrand interesado en una astróloga que cada semana le vaticinaba el futuro del mundo y el suyo propio.
Ambos retratos corren el telón de la vida secreta de un hombre que amaba tanto las mujeres como el poder. El primero es el de su chofer personal, Pierre Tourlier, quien durante más de 20 años, es decir antes y después de que Mitterrand ganara la elección presidencial de 1981, llevó sobre cuatro ruedas al enamoradizo mandatario. El libro de Tourlier tiene ya un título más que evocador, Manejar a la Iz- quierda, y en el están consignadas las increíbles y asombrosas aventuras de un presidente que, según cuenta Tourlier, �podía tener tres mujeres en la misma noche, tanto que al final el que se cansaba era yo, cuando en realidad hubiese tenido que cansarse él�. El chofer del jefe de Estado evoca con decorativos detalles la �doble vida� del dirigente socialista. En realidad, se trata de una existencia repartida en varios planos: primero, uno doble entre su mujer �oficial�, Danièlle Mitterrand, y la madre de su hija �ilegítima�, Anne Pingeot, con quien vivía en el Palacio presidencial del Elíseo. La otra abarca las incontables relaciones amorosas de las que el dirigente era protagonista. Tourlier escribe que las �noches� en que Mitterrand visitaba varias mujeres estaban �organizadas como un menú, con una entrada, un plato principal y un postre�. Su chofer no juzga al presidente, sólo narra y justifica sus andanzas, acotando que el líder socialista �necesitaba esas encuentros múltiples, esa vida dividida en compartimientos protegidos de los que sólo él conocía el secreto�. Al presidente no le faltaron las jóvenes ni las princesas, y era capaz de correr riesgos enormes para un jefe de Estado de un país de la estatura de Francia. Tourlier destila con cuidadosa discreción las escapadas de Mitterrand por los parques del Palacio presidencial con la única meta de �visitar de noche a una reina de Medio Oriente� cuyo marido, obviamente un gran monarca, �acababa de ausentarse por unas cuantas horas�.
Tourlier cuenta igualmente episodios políticos como, por ejemplo, la opinión que tenía del actual presidente conservador Jacques Chirac, a quien veía como �un hombre simpático y lleno de corazón�. Por otra parte, Mitterrand parecía preferir �los hombres de corazón antes que los hombres inteligentes�. Sobre Lionel Jospin, el actual primer ministro que luego de ser el �heredero� del presidente se convirtió en su enemigo, Mitterrand no tenía duda alguna de que sería el candidato de la izquierda en las elecciones presidenciales de 1995, ganadas por Jacques Chirac. En cuanto a los últimos meses de vida de François Mitterrand, su chofer los describe más tranquilos, dedicados sobre todo a pasar el mayor tiempo posible con Anne Pingeot, la amante del mandatario, y la hija de ambos, Mazarine. Desde luego, de más está señalar que, al final del libro, Pierre Tourlier confiesa que jamás en su vida tuvo permiso de conducir.
La pasión por las mujeres no es tampoco ajena a la estrecha relación que François Mitterrand mantuvo con la astróloga francesa Elisabeth Teissier, ex Miss Francia en sus años de juventud. La señora supo conservar sin embargo su belleza a la edad madura y desarrollar al mismo tiempo reconocidas dotes de adivina. ¿Cuál de las dos cualidades habrá interesado al mandatario? La astróloga ya había revelado su relación �profesional� con Mitterrand en un libro publicado hace algunos meses, pero ahora fue mucho más lejos al difundir por la radio las grabaciones de las sesiones astrológicas. Mitterrand la consultaba sobre la formación del gobierno, el golpe de Estado contra Gorbachov y hasta sobre la mejor fecha para organizar el referéndum sobre el Tratado de Maastricht de Unión Europea. En un extracto de la banda se escucha claramente a Mitterrand preguntarle: �Usted me dijo que había días en los que era mejor no hablar, y otros en los que valía la pena. Dígame, ¿quiere decirme cuál es el mejor día para que hable?�. Lo curioso de la historia está en que Mitterrand era profundamente escéptico y racional. Sin embargo, como lo prueban las grabaciones, recurrió muchas veces a las adivinanzas de la astróloga durante la guerra del Golfo.
�Creo en las fuerzas del espíritu�, dijo Mitterrand pocos meses antes de morir. Así lo prueba no sólo a través de sus consultas astrológicas sino también con los métodos a los que recurrió cuando se sabía perdido por la enfermedad. Se sabe que, además de médicos, Mitterrand se hizo atender por curanderos y brujos venidos especialmente de Africa para �tratarlo�. Por lo pronto, la astróloga Elisabeth Teissier justificó la divulgación de las grabaciones diciendo que quería poner término �a los rumores dañinos sobre mi relación con Mitterrand�. Las malas lenguas aseguran que, más que por la astrología, Mitterrand tenía pasión por la adivina... Pero sólo los astros conocen la verdad.
EMPIEZA HOY EN OKINAWA LA CUMBRE DEL G-8
�Yankees go home� fue la bienvenida
Okinawa puso ayer jueves en un serio aprieto al gobierno japonés en vísperas de la apertura de la cumbre del Grupo de los 8 (G-8, las siete potencias industriales y Rusia). Más de 27.000 personas de toda edad y condición se congregaron en torno a la base aérea de Kadena, en la costa oriental de la isla, la mayor instalación militar de Estados Unidos en Japón y en toda Asia, para pedir su cierre y la reducción de efectivos. A las dos de la tarde, bajo una asfixiante temperatura soportada con sombrillas y toallas, hombres y mujeres, ancianos, jóvenes y niños, así como algunos con carnet de minusválidos, formaron un cinturón humano con las manos y lograron cerrar el perímetro de la base, cerca de 17 kilómetros.
Bill Clinton, el primer presidente de EE.UU. que viaja a la isla, la más meridional del país, tendrá hoy oportunidad de pulsar el recuerdo cuando visite el Parque de la Paz, construido en memoria de las víctimas de la famosa batalla de Okinawa. La isla fue ocupada por Estados Unidos en 1945. Tuvieron que pasar casi cuatro décadas de control administrativo norteamericano hasta que en 1972 el presidente Richard Nixon decidió la devolución de la isla, que actualmente tiene cerca de un millón y medio de habitantes. Los sentimientos antinorteamericanos han estado siempre latentes, aunque parecían últimamente apagados, sobre todo después de que el anterior gobernador, Masahide Ota, una de las voces más críticas contra las bases, fue derrotado hace dos años. Hace cinco, la ira popular estalló con la violación de una menor por tres soldados norteamericanos.
Aunque recibe ingresos gracias al turismo nacional que disfruta de sus playas blancas y clima tropical, Okinawa, bautizada la Hawai de Japón, ha sido siempre la provincia menos favorecida. La renta pro capite no llega a la mitad de la del resto del archipiélago y la tasa de desempleo es del doble. Sus habitantes explican todo por la presencia de las bases.
La cumbre de las siete potencias industriales y Rusia, el llamado ahora Grupo de los Ocho (G-8), comienza hoy viernes por la tarde en Nago (Okinawa).
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