El País de Madrid
Por Ferrán Sales
Desde Jerusalén
El principio sagrado del sionismo que defiende la unidad de Jerusalén como capital de Israel ha empezado a ponerse en tela de juicio en las negociaciones de paz de Camp David, donde palestinos e israelíes están debatiendo una propuesta oficiosa de �parcelación� de la capital, apadrinada por el presidente Bill Clinton, que podría suponer la solución inicial para el problema más enconado de estas negociaciones: Jerusalén. La filosofía de esta fórmula, que cuenta en principio con el apoyo del primer ministro, Ehud Barak, fue defendida ayer a ultranza por un ministro israelí, Yossi Beilin (Justicia), que se atrevió públicamente a propugnar la división de la Ciudad Santa y a criticar el mito de la pretendida unidad de la ciudad.
Pocas horas antes de salir hacia la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) en Okinawa, el presidente norteamericano Bill Clinton dejó sobre la mesa de negociaciones de Camp David una propuesta de solución con respecto de la disputa sobre la ciudad de Jerusalén, que israelíes y palestinos reclaman al mismo tiempo como capital de su propio Estado. A grandes trazos, la propuesta norteamericana contempla la posibilidad de conceder a los palestinos la administración parcial y en algunos casos total de determinados barrios árabes de Jerusalén, permitiendo al mismo tiempo a la Administración de Yasser Arafat el colocar en estas zonas signos o estandartes claros de la soberanía palestina. La propuesta sugiere asimismo congelar al menos por dos años el futuro de la ciudad antigua de Jerusalén, donde se encuentran los grandes templos monoteístas, en espera de configurar un estatuto especial para esta parte de la capital.
Esta fórmula, aunque no es absolutamente novedosa, ya que se basa en una propuesta anterior de Ehud Barak ofreciendo la autonomía municipal del Jerusalén Este a Yasser Arafat, va un poco más allá política y estratégicamente de lo que hasta ahora se había planteado. La actual sugerencia se sustenta en bases jurídicas más consistentes, lo que permitiría a los palestinos poner en pie la capital de su futuro Estado en estos barrios, aunque se desconoce exactamente cuántos y cuáles serían los adjudicados.
Pero antes de que la propuesta pudiera acabar de ser debatida en Camp David ya ha sido condenada por las fuerzas de la oposición israelí, que acusaron ayer a Barak de haber roto sus compromisos y de haber ofrecido la división de Jerusalén, transgrediendo así uno de los principios intocables del sionismo que propugnan �capital unida e indivisible de la Ciudad Santa bajo bandera de Israel�. En medio de esta tempestad de condenas, el ministro Beilin salió ayer en defensa de la propuesta, al asegurar que no se podía continuar manteniendo el mito de la unidad de Jerusalén, sobre todo porque con ello se hacía fracasar el proceso de paz.
�Aquellos que creen que Jerusalén está unificada y está reconocida como la capital de Israel alimentan un mito y se alimentan de ilusiones. Sería un error histórico hacer fracasar la cumbre de Camp David sobre esta media verdad�, afirmaba Beilin, tratando de hacer avanzar la propuesta de parcelación, que no división, de la ciudad, algo que el 70 por ciento de la población no está dispuesto a apoyar, según se desprende de las últimas encuestas.
La fórmula Clinton con respecto de la partición de Jerusalén no parece tampoco entusiasmar al presidente palestino Yasser Arafat, que se ha encerrado en un hermético silencio y se ha negado por ahora a responder a la propuesta. El líder de la OLP tiene de plazo hasta mañana para aceptar la sugerencia que, de no ser aceptada, supondría el fin de la cumbre y lasalida inmediata de Barak hacia Israel, según ha anunciado el entorno del primer ministro hebreo.
Numerosos dirigentes palestinos se han adelantado, sin embargo, a lo que presumiblemente será la respuesta oficial de Arafat, descartando la fórmula y reclamando clara y llanamente la división de la ciudad y el control y soberanía absoluta sobre el este de Jerusalén, donde se desea erigir la futura capital del Estado de Palestina.
�Nuestra posición es clara. Queremos que Israel conserve la parte oeste de Jerusalén y que nosotros gobernemos sobre la zona este de la ciudad, que forma parte de los territorios ocupados desde 1967�, aseguraba ayer desde Ramala la diputada palestina cristiana Hanan Ashraui, al tiempo que aventuraba la posibilidad de que esta propuesta fuera �un globo sonda� al que los israelíes están tan habituados.
HABLA HASSAN RAHMAN, REPRESENTANTE PALESTINO EN EE.UU.
�Si no hay acuerdo, habrá violencia�
Por Javier del Pino
Desde Washington
�No aceptamos postergar para después el tema de Jerusalén porque hacerlo significa prolongar el conflicto y no hace más fácil solucionarlo; al contrario: sólo lo complica más�, dice Hassan Rahman, representante de la Organización para la Liberación de Palestina en Washington, cerca de donde Yasser Arafat y Ehud Barak están hablando precisamente sobre eso. Así fue su diálogo con este diario:
�¿Tienen esperanzas de que la salvación del diálogo en el último momento desemboque en un acuerdo?
�Es otra oportunidad para ver si es posible llegar a un acuerdo, pero hay que entender que los asuntos y los problemas que se están discutiendo siguen siendo muy complicados. Nosotros estamos aquí con una intención genuina de llegar a un acuerdo, pero creemos que la pelota está en el campo de la otra parte.
�¿Quiere sugerir que el lado israelí tiene menos interés que ustedes en lograr ese acuerdo?
�No lo sé. Cuando fuimos a Madrid, lanzamos el proceso de paz en función de unos principios fijos y aceptados por todos, que gozan del consenso internacional, con el intercambio de tierra por paz, es decir, el territorio ocupado en el �67, que incluye Jerusalén. Después, llegamos aquí y encontramos que la parte israelí no quiere concedernos lo que nos pertenece, es decir, la parte este de Jerusalén. Y no quiere reconocer su responsabilidad histórica y jurídica con los refugiados palestinos que fueron desterrados. Estos han sido los factores que han complicado la búsqueda de un acuerdo.
�¿Esperan que Israel haga mayores concesiones sobre Jerusalén en esta nueva fase de Camp David?
�No tenemos ninguna garantía. Sólo queremos dar otra oportunidad a la paz, porque si no hay acuerdo, habrá tensión y violencia...
�¿Aceptarían acuerdos sobre el reconocimiento del Estado palestino y el problema de los refugiados a cambio de aplazar el diálogo sobre Jerusalén?
�No, porque aplazar el tema significa prolongar el conflicto. No es facilitar su solución, porque vamos a tener siempre este problema. Nosotros estamos dispuestos a construir una paz completa con Israel, y no vemos por qué hay que aplazar un elemento concreto. Aplazarlo no hace más fácil solucionarlo; al contrario, sólo lo complica más. La cuestión de Jerusalén es una cuestión sine qua non para llegar a un acuerdo, porque Jerusalén es una ciudad palestina, la capital espiritual de las tres religiones monoteístas, es la capital del pueblo palestino, hay 350.000 palestinos que viven en Jerusalén, y la historia es de hace miles de años. Nadie en Palestina ni en el mundo árabe, islámico o cristiano va a aceptar una soberanía exclusiva judía sobre Jerusalén. Hay que llegar a una solución fija y final sobre la cuestión de Jerusalén.
�¿De quién fue la idea de prolongar la cumbre?
�Nosotros, incluso antes de la declaración de la Casa Blanca, estábamos dispuestos a continuar las negociaciones, porque creemos que es la vía más útil para llegar a un acuerdo. Pero no puede ser negociar por negociar: queremos que el primer ministro de Israel y su gobierno tengan esto en cuenta.
�¿Hay química entre Barak y Arafat?
�No creo que haya una antipatía, pero lo más importante es que pueden trabajar juntos y que cada uno representa el interés de su pueblo, y lo que necesitamos es que negocien de forma responsable.
ADVERTENCIA DE LOS PALESTINOS
Empieza la paz armada
Todos esperan que un fracaso de las negociaciones en Camp David lleve a un estallido de violencia en los territorios palestinos. Hasta ahora lo que más se temía eran revueltas populares. Pero ayer surgió la posibilidad de un enfrentamiento entre las �tropas� palestinas y los israelíes.
Todo comenzó cuando el encargado palestino de Seguridad Nacional, Abdel Razek al Majaida, denunció que Israel había puesto en �estado de emergencia� a su Ejército desplegado en Cisjordania. Majaida advirtió que, en caso de hostilidades, la bien armada �policía� palestina �no permitirá la entrada de tropas israelíes en las zonas autónomas (palestinas)�. Un alto oficial del Ejército israelí aseguró que el estado de alerta era �parte de la rutina�. Pero reconoció que sus tropas podrían �tomar la iniciativa� en territorio palestino �en respuesta a hostilidades de los palestinos�.
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