Por Eduardo Fabregat
Aparecieron cuando todo parecía por hacerse y, mejor aún, todo parecía posible. La historia se encargó de desilusionar unos cuantos sueños, pero Les Luthiers pueden descansar en una convicción: para ellos, la revolución fue posible. Se gestó en el Di Tella y bajo el nombre de I Musicisti, soportó una división humana y de bienes, clavó su primera bandera en el mismo Di Tella y el café concert La Cebolla, y terminó llevando al triunfo a un oscuro prócer llamado Johann Sebastian Mastropiero. A su alrededor, los acólitos se doblaron de risa y se gastaron las manos en el aplauso, los enemigos terminaron concediendo respeto. El origen de la revolución, la idea base, sobrevive en tres registros que demuestran la potencia del momento: Sonamos, pese a todo, Cantata Laxatón y Vol. 3. No casualmente, los mismos tres discos que Página/12 ofrece a sus lectores a partir de mañana. La razón de que un nombre tan extraño como Les Luthiers sea tan afín al humor argentino.
Ahora bien: ¿eran Les Luthiers, en aquel comienzo de los 70, un grupo de humoristas? No precisamente. Gerardo Masana, Daniel Rabinovich, Jorge Maronna, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés y Carlos López Puccio (el equipo de Sonamos...) eran antes que nada la pesadilla de un teórico ortodoxo de la música culta. El bromista de salón de estudios, pero con un envidiable nivel de inteligencia y multiplicado por varias cabezas: gente capaz no sólo de mofarse abiertamente de lo que dicta el librito, sino también de pulsar instrumentos mutantes y componer piezas irreprochables, de alto nivel, sólo para hacerlas caer con un golpe preciso y corrosivo. Seres capaces de iniciar la revolución en un auditorio universitario, entonando una cantata dedicada a... un laxante.
Se hace necesario un rápido repaso: en setiembre de 1967, una pelea interna terminó con la temporada de I Musicisti y las óperas históricas, dando lugar a dos bandos. A esa altura, IM había pasado de ser una broma entre los integrantes del Coro de la Facultad de Ingeniería de Buenos Aires a un secreto a voces en el círculo intelectual de la ciudad. Pero Les Luthiers, el nombre adoptado por Masana, Maronna, Rabinovich y Mundstock, iría mucho más allá. Su debut oficial, sin embargo, tuvo más olor comercial que artístico: según relata Daniel Samper Pizano en su monumental Les Luthiers de la L a la S, la primera actuación del grupo fue en la fiesta de un ejecutivo de Editorial Abril, donde ya sonaron �El polen se esparce por el aire� y �Chacarera del ácido lisérgico�. Después llegarían las actuaciones en el Di Tella, el fundacional Querida condesa: cartas de Johann Sebastian Mastropiero a la Condesa Shortshot, Les Luthiers Opus Pi y sobre todo el Recital 72, su primer éxito de público. A la crítica ya la tenían a sus pies.
Para comprender esa admiración que no haría más que crecer año a año, basta con investigar esa trilogía inicial de discos. Sonamos... abre con la potente voz de Mundstock describiendo a los mutantes: tubófono parafínico cromático o flauta Bunsen, dice. Yerbomatófono d�amore. Contrachitarrone da gamba. Gom-horn. Esos sonidos, que parecen salir de una mente alucinada �y de hecho así es� son la columna vertebral de una obra musicalmente subversiva. Basta escuchar �El alegre cazador que vuelve a su casa con un fuerte dolor acá�, o los movimientos de la �Cantata laxatón� �con un intermedio en que los músicos no aciertan a dar el remate y se ven condenados al fade out�, el �Concerto grosso alla rustica� o la �Romanza escocesa sin palabras� (del gaitero romántico, escocés y mudo Patrick McKleinschus), para advertir que los Luthiers no sólo se apoyaban en el humor oral, sino que lo suyo era una magnífica broma musical, un golpe de efecto a menudo subterráneo. El arte de desafinar a conciencia y con estilo.
Con pinturas urbanas como �Candonga de los colectiveros� o ensayos rusos como el increíble �Oi Gadóñaya� (�¡Viva el Zar Nikolaievich! ¡Vamos todosa Miami Beach!�), Les Luthiers recordaban en Sonamos... que lo suyo excedía el lenguaje gestual del escenario. La Cantata Laxatón, con esa larga descripción medicinal a puro canto lírico (en el estilo del divertimento matemático �Teorema de Thales� del primer disco), también buscó profundizar el camino de la historia detrás de la música. Ya con Ernesto Acher a bordo del barco, el grupo comenzó a explotar integralmente a su Mastropiero, poniéndolo en interacción con la Condesa Shortshot y dirigiendo el Centro de Altos Estudios Musicales Manuela, pasando de la música de cámara a la �Pieza en forma de tango� del compadrito Mario Abraham Kortzclap (!!) o el descriptivo �Bolero de Mastropiero�, o como mecenas de los entusiastas estudiantes que negocian interminablemente los movimientos del �Vals del segundo�. A esa altura, los luthiers ya eran sensación, y estaban a punto de poner el ladrillo para su despegue definitivo hacia el reconocimiento internacional.
Ese ladrillo se llamó Vol. 3, un disco que marcó varias diferencias con los anteriores. Por un lado, el grupo ya tenía de movida la atención del público, lo que les daba más vuelo a sus ambiciones y permitía, por ejemplo, experimentar con orquestas completas, como en �Voglio entrare per la finestra�. Por otro, la situación del país empezó a influir: 1973 no es lo mismo que 1970, y Les Luthiers acusó recibo. Afortunadamente, tres años después los integrantes del grupo ya eran demasiado célebres... e incluso puede pensarse que algunas de sus ironías eran demasiado finas. Lo cierto es que la �Suite de los noticiarios cinematográficos� y sobre todo la marcha �Ya el sol asomaba en el poniente� dejan a la institución militar en un lugar muy poco halagüeño: aún hoy, el verso �perdimos, perdimos, perdimos otra vez�, mil veces escuchado, enciende la sonrisa. Ni hablar de �La bossa nostra� o �Miss Lilly Higgins sings shimmy in Mississippi�s springs�, una de las �piezas vocálicas� del grupo que demuestra, también, su manejo del jazz del sur profundo estadounidense.
Después de estos discos llegaría la consagración definitiva, el doblete Mastropiero que nunca y Les Luthiers hacen muchas gracias de nada, el casillero de clásicos. Quizá por eso resulta tan disfrutable reencontrarse con el origen del Cotolengo de Santa Eduviges, y el Pro Música Orillera Group, y la Camerata Tropical y el Ensemble Telúrico. Pero, ante todo, con ese momento mágico en que, por primera vez, algo llamado yerbomatófono dio su primera nota. Y un tal Johann Sebastian comenzó su camino hacia un Olimpo que acepta muy pocos aspirantes.
Los barqueros del Vólgota |
Quinteto de vientos
El �Quinteto de vientos�, Op. 28, también llamado �El ventilador�, de Johann Sebastian Mastropiero, ha sido compuesto para tubófono parafínico cromático, gom.horn, yerbomatófono d�amore contralto, kazoo da caza barítono y bass.pipe a vara. Son sus tiempos: el primero, allegro molto; el segundo, andantino gracioso; y el tercero, allegro piacevole, ma con un atimo di nostalgia meridionale, senza perdere di vista el claro rallentando delle pasione umane, el fiato semplice delle luminose matine ove l�ucceli felice cantabano, lasciate ogni speranza voi ch�entrate, assai. El Conjunto de Instrumentos informales Les Luthiers interpreta �Tercer movimiento del quinteto de vientos�, Op. 28, de Johann Sebastian Mastropiero.
Oi Gadóñaya
De las obras corales populares de Johann Sebastian Mastropiero, figura en el programa �Oi Gadóñaya�, canción rusa sobre textos de poeta ucranio anónimo. Para su interpretación, Les Luthiers cuenta con la colaboración del Coro de los Barqueros del Vólgota.
Oi Gadóñaya
EeEeeeeeeeeeeeeeeii!!!!
Basta, bala... laika
Enseñanza laica
Viña etrusca añeja
La lleva o la deja
Si no es la que busca
Plástica katiuska.
¡Viva el conde de Romanov!
Grita fuerte el locutor en off
Próspera piraña
Ñoquis, niña extraña
Grazna la cigüeña la bestia primigenia
Próstata en desgracia
Cruda idiosincracia
¡Viva el zar Nikolaievich!
¡Vamos todos a Miami Beach!
¡Viva el zar Nikolaievich!
¡Vamos todos a Miami Beach!
¡Eh!
(de Sonamos, pese a todo, 1971) |
El vals del segundo (*) |
Los antiguos valses ya habían inspirado a Ravel sus deliciosos �Valses nobles y sentimentales� y su hermoso poema sinfónico �La Valse�, para �el� orquesta, cuando los alumnos del último curso del centro de Altos Estudios Manuela encararon la composición colectiva de �El vals del segundo�.
�El vals del segundo� añade a su riqueza temática y formal, que se manifiesta ya desde el primer compás, un indudable valor musicológico. En el trabajo de investigación previa los compositores consultaron viejas partituras de la Belle Epoque y descubrieron con sorpresa que la tonalidad era la misma en todas: blanco amarillenta.
En �El vals del segundo� está presente el espíritu de Johan Strauss, Loher y Wahlteufel; Offenbach, Beckenbauer y Von Suppe; Kohlmann, Oskar Strauss, Joseph Strauss, Karl Maria y Von Weber.
Para su ejecución se emplea habitualmente una orquesta limitada, pudiendo modificarse sensiblemente con una orquesta buena.
�El vals del segundo� comienza con un Portatto Assai. El segundo tiempo es un Dechiso e Aterra Col Battere, en el cual se plantea el desarrollo ulterior de la obra plácidamente, en forma muy tensa, con total serenidad, agitadamente, en una paz plena, turbulenta, creando un clima calmo, caótico, definiendo indudablemente la intención de los autores, de alguna manera.
Sigue el Intermezzo, compuesto sobre un esquema en el que las figuras predominantes son negras, como en el jazz. El Intermezzo desemboca en el tiempo siguiente que, por otra parte, era la única posibilidad. Se trata del Levare Languente, que establece una atmósfera de bacanal. Las cuerdas cantan, ebrias de gozo, mientras los oboes se superponen a las flautas. El desenlace es abrupto, un Pizzicatto Tanto de ritmo alocado, paradójicamente a cargo de las cuerdas.
La agrupación Bien Antigua de Les... la agrupación Viena Antigua de Les Luthiers ejecuta �El vals del segundo�.
*(de Cantata Laxatón, 1972) |
Los otros
noticieros (*) |
Actualidad latinoamericana
El presidente de la hermana república de Feudalia, mariscal Manuel Anzábal, toma el juramento de práctica a nuevos ministros, en una ceremonia que se lleva a cabo en el circo estatal capitalino. Juran los nuevos ministros:
De Salud Pública, general Roberto Frelloni.
De Agricultura, contraalmirante Esteban Rómulo Capdeville.
De Vías Navegables, brigadier Jorge McLennon.
De Educación y Cultura, cabo primero Anastasio López.
Celebración y desfile
La ciudadanía toda festejó en un día de sol radiante un nuevo aniversario de la conquista del desierto. Un desfile de tropas de aire, mar y tierra rubrica la celebración con el gallardo paso de la juventud en armas para la defensa de nuestra soberanía. Cierra el desfile un grupo de descendientes de aquellos indios bravíos que poblaban las tierras patagónicas cuando el advenimiento de la civilización y el progreso. Lo escolta un batallón de policía montada, cuatro carros de asalto y gendarmes con perros y pistolas lanzagases.
* (de la �Suite Los noticieros cinematográficos�, Vol. 3, 1973) |
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