Por Pablo Plotkin
El vampiro se enamoró, se casó y se mudó a West
Hollywood, California. No, no es la sinopsis de un capítulo de la próxima temporada de �Buffy, la cazavampiros�, ni nada por el estilo. Y el vampiro tampoco sale a morder yugulares ni duerme en sarcófagos: sólo es un rocker que viste de negro, sigue cuidando su peinado y pasó mucho tiempo de su vida sin tomar sol. Richard Coleman, el último-único héroe dark que tuvo el rock argentino �siempre dentro de la categoría de culto, tanto como líder de Fricción en los 80, como en Los Siete Delfines, desde principios de los 90�, se fue a vivir a Los Angeles con su flamante esposa, y quiere empezar una carrera como productor artístico de rock en español. A su vez, la intención es introducir a Los Siete Delfines en la escena latina del estado latino de EE.UU.: buscar mercados más apetecibles que el argentino, un país en el que Coleman nunca pudo consagrarse más allá de los pocos cientos de seguidores de su obra. En una de sus primeras visitas a Bue-
nos Aires como ciudadano holly
woodense, el guitarrista y cantante habló con Página/12, antes del show que darán Los Delfines esta noche en la confitería Ideal, a propósito de la reciente aparición del cd Dudosa estrella.
�¿Cree que hay espacio para su banda en California?
Coleman: �Estamos muy entusiasmados con la idea. Tengo bastante claro la manera en que voy a editar los primeros discos. Lo siguiente sería ir a tocar el año que viene. El disco nuevo empezaremos a grabarlo a fin de año, pero ya tenemos las canciones. Para un músico arrancar una vida nueva en Los Angeles es mejor que hacerlo en Bogotá, por ejemplo. Como aprendizaje es ideal, sobre todo para ser productor.
Germán Lentino (bajista de L7D): �Es un mercado interesante. Ahora estamos trabajando en la definición del sonido que queremos darle al disco nuevo. Queremos que sea diferente al de los anteriores. Tal vez sustituyamos el sonido clásico de las guitarras por algún otro timbre, sin perder la esencia. Las canciones, esta vez, vienen con un tempo bastante up. Un pop y rock más arriba. Esperemos que esa combinación proyecte un cambio.
�¿Y cómo se manejan a la distancia?
Coleman: �Yo voy a venir cada tres o cuatro meses, más o menos. Estoy componiendo allá, en mi casa de West Hollywood, y nos mandamos las cosas por correo. Es más o menos igual que cuando estaba acá: hacía tiempo que ya no componíamos juntos, en la sala de ensayo.
�Más allá de eso, ¿qué cosas estuvo haciendo en los primeros tiempos de su estadía?
�Estoy conociendo el ambiente. Hay una movida bastante importante de rock en español que está surgiendo con mucha polenta. De todas maneras, está en pañales. Desde acá pareciera que todo está muy cerca, pero no es así, les pasa por arriba. Hay mucha confusión con todo lo que es el pop latino. Hasta las bandas se confunden. Pero tuve charlas con músicos, medios, un par de compañías. Quiero trabajar como productor, no armar una banda. Ya había hecho la producción de un grupo de Miami, Volumen Cero, así que eso es un buen antecedente, porque quedó muy bien. El asunto es que el rock en español se está moviendo en un ámbito de independencia total. También estuve hablando con Gustavo Santaolalla, que es un tipo divino y me dio algunos consejos.
�¿La idea de buscar otros rumbos para Los Delfines tiene que ver con el hecho de que no tienen lugar en el mercado argentino, que está bastante reducido?
Lentino: �El mercado se desplazó hacia un concepto de rock callejero. Las compañías viraron hacia ahí, tuvieron que aceptar que existen esos grupos, cuando antes no los querían ni en el sillón de la entrada. Hoy somos nosotros los que esperamos afuera. Pero también sabemos que el rock barrial es algo muy local, sin mucha proyección internacional.
Coleman: �Sí, pero mi mudanza no es sólo por eso. Yo hace rato que tenía ganas de probar algo afuera, y mi proyecto de vida permitió que fuera en Los Angeles. El primer mes fue bastante duro, pero después me fueron conociendo. Más que por Los Delfines, a mí me conocen porque toqué con Soda Stereo. Está bien: es cierto, toqué en Soda Stereo. En el disco de Volumen Cero, los hijos de puta pusieron: �productor: Richard Coleman, ex Soda Stereo�... ¡Je!
Ese muchacho Ricardo
Richard Coleman nació, como Fito Páez, en el �63. Amaneció al mundo del rock porteño a comienzos de los ochenta tocando la guitarra en Metrópoli, banda que lideraban Ulises Butrón e Isabel de Sebastián.
Conoció a Gustavo Cerati en los tiempos de primeros shows de Soda Stereo, antes de que grabaran su primer disco. De hecho, formó parte del grupo y llegó a tocar con ellos en una presentación para televisión en �Badía y Cía.� y en otros contados shows.
En 1985, formó Fricción junto a Christian Basso, Fernando Samalea y Gustavo Cerati. La banda se hizo un buen nombre en la incipiente escena under. Sin Cerati, grabarían luego dos discos claves de esos tiempos, Consumación o consumo y Para terminar. También rechazó una oferta para tocar en Zas y se unió fugazmente a la banda de Charly García.
En 1990, formó junto a Horacio Villafañe (a) Gamexane Los Siete Delfines. Con diferentes cambios en su formación, llegó al 2000. Acaban de editar un nuevo disco, el séptimo de su carrera. |
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