UN EMPRESARIO PRIMO DE MENEM ESPIABA LA COMPETENCIA EN LA ADUANA
Una Cámara que era puro artificio
Como presidente de la Cámara Argentina de Fuegos
Artificiales fue veedor de importaciones en la Aduana. Pero esa
entidad no existía: la usaba como chapa para espiar a sus competidores.
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Por
Alejandra Dandan
Jacinto
Akil Jaled se presentó ante Carlos Silvani, entonces titular de
la AFIP. Nada haría dudar de su seriedad como presidente de la
Cámara Argentina de Fuegos Artificiales. Buscaba convertirse en
veedor oficial en todas las importaciones de pirotecnia. Y lo consiguió,
mediante una resolución firmada en 1998. Teóricamente, su
misión era ejercer el contralor de los ingresos de esos productos
al país. Pero, en realidad, Akil dueño de una de las
empresas locales más grandes del rubro sólo buscaba
chapa y avales oficiales para entrometerse en fábricas y productos
de la competencia. Ejerció ese doble papel hasta que lo pescaron:
una investigación llevada adelante por la comisión de Economía
de la Cámara de Diputados, presidida por Luis Martínez,
acaba de determinar que la Cámara no existía. Y durante
dos años, don Jacinto usó el buen nombre de su primo Carlos
Menem para jugar al espionaje empresario.
Por un decreto de julio del 97, la Aduana habilitó a las
cámaras de empresarios para participar como veedores de los controles
sobre los productos que entran al país. Aunque no tienen la facultad
de frenar ingresos de mercaderías o cuestionar valores declarados,
sus recomendaciones suelen ser determinantes para los controladores de
cargamentos. Si uno de estos veedores con peso dice que determinada
mercadería entró subfacturada explicó a Página/12
una fuente de la comisión, es probable que el trámite
de ingreso se estanque y el dueño de la carga deba pagar más
o demostrar que el precio declarado es el correcto.
Sobre ese escenario se movió hábilmente el primo de Carlos
Menem durante año y medio. Jacinto Akil es sobrino de Mohibe Akil,
mamá del ex presidente. Es dueño además de Hijos
de Jaled Akil, una empresa dedicada entre otras cuestiones a importación
y comercio de juegos de artificio. En el ranking aduanero, distribuido
por la administración de Silvani, los Hijos del primo están
terceros entre los importadores de pirotecnia. Controlan el 14,89 por
ciento del mercado.
Para lograr acceder al superpuesto de espía, Jacinto Akil convenció
primero a altos funcionarios de la Aduana. Página/12 pudo saber
que se presentó como primo de Menem y, después, como representante
de la Cámara que nunca existió. A fines de junio de 1998,
entró a la oficina de Verificaciones para iniciar el expediente
cuya resolución terminaría publicándose un mes más
tarde en el Boletín Oficial. Fuentes de la administración
aseguran que fue Silvani el único que firmó la aprobación
que los subalternos supieron esquivar.
Así, el 22 de julio de ese año se publicó la resolución
172/98 bajo el asunto: Intervención de la Cámara Argentina
de Fuegos Artificiales en la verificación de mercaderías.
La AFIP nombró en su artículo 1º a la Cámara
de Akil como observadora en la verificación de las destinaciones
de importación para la mercadería. Más adelante,
después de exigir la nómina de los técnicos autorizados
para el control, la norma prescribe el territorio sobre el que Jacinto
operaría con carta franca durante los años siguientes: Las
Aduanas de Buenos Aires, Ezeiza y del Interior pondrán a disposición
de la entidad la información necesaria a los efectos de dar cumplimiento
a lo establecido por el acto.
Los Hijos de Jaled Akil SCA traían desde Taiwán el 14 de
abril del 99 un cargamento vía acuática bajo el despacho
9901051687J1. En ese mismo momento comenzaban los chispazos que terminarían
dejando a los Jaled fuera de juego.
Venía la gente de Akil diciendo que eran de la Cámara
y revisaban toda la mercadería, dice a Página/12 Luis
Borca, gerente de Cienfuegos, una firma competidora de los Hijos.
Los superespías conseguían saber cuáles eran los
productos importados de más venta para la temporada por sus competidores.
Si yo pensaba sacar al mercado un nuevo producto y traía
diseños de afuera, estos sujetos accedían a la información
de antemano cuenta Borca.
El empresario define la trama como espionaje industrial. Cuanto
menos vulneraban el secreto profesional, sostiene. Su actividad,
como la de todo el gremio, es estacional. Por eso durante el año
suele buscar afuera promociones, envases nuevos y ofertas de precios para
largar en la temporada.
Se presentaban como Cámara para inspeccionar los embarques.
Que lo haga la Aduana, está bien. Fabricaciones Militares, también.
Pero no una cámara trucha se queja.
Un detalle llevó al empresario a dudar de la legitimidad de sus
colegas: él mismo es presidente de la Cámara de Empresarios
de Fuegos Artificiales. Y porque conoce bien a los miembros de un rubro
de pocos empresarios, comenzó a investigar hasta que colocó
en la Aduana lo que se transformaría en la página inicial
del expediente que terminó con las actividades del espía
aduanero. Akil salió de la Aduana cuando su primo dejó la
Presidencia.
Sabíamos que era primo de Menem vuelve a decir Borca:
él se encargaba de publicarlo, usaba eso como tarjeta de presentación.
El otro
pariente
En el listado presentado a la AFIP, Jacinto Akil presentaba a un socio
de Cámara. De acuerdo con la documentación a la que
accedió este diario, el socio de Akil es Genaro Enrique Gallo.
Ambos firmaron aquel listado para pedir, en representación
de CAFA, una autorización para Jorge Mouzo, que actuaría
como inspector en las verificaciones. Genaro Gallo es dueño
de Distrisega SA, la importadora más grande del mercado. A
fin de año, la AFIP la rankeó en el puesto número
uno, con el 28,38 por ciento del volumen de las importaciones. Pero
en la historia del socio de cámara existe un dato peculiar.
Genaro, además de empresario, es consuegro de Akil Jaled, así
también y por extensión pariente de Carlos
Menem. |
COMO
AKIL JALED LLEGO A SER NOMBRADO VEEDOR
Con la firma de Silvani
La resolución
de la AFIP que habilitó al primo de Menem como verificador es del
17 de julio del 98. Poco más de un año después,
en setiembre del 99, Luis Borca, presidente de la Cámara
de Empresarios y gerente de Cienfuegos, enviaba una carta a Carlos Silvani
para denunciar la ilegalidad de tal representación. Esa misiva
a la que accedió Página/12 abrió un largo trámite
en la Aduana que terminó en mayo de este año con un pedido
de informes del Congreso al Poder Ejecutivo. Poco después, sin
que medie resolución oficial, Jacinto Akil Jaled fue dado de baja
entre los verificadores aduaneros.
La gente
de Cienfuegos inició una investigación por las suyas para
terminar con el mandato de Akil. Pidió a la Inspección General
de Justicia los antecedentes de la Cámara (CAFA) que el primo de
Menem decía representar. Allí descubrieron que la única
entidad con personería era la Asociación Civil Argentina
de Fuegos Artificiales. Anotada en el 86, había comenzado
sin éxito los trámites como Cámara. Pero además
hallaron una sorpresa. El 3 de setiembre del 99 un año
después de la resolución de la AFIP, bajo el número
1.670.884 se abrió un raro expediente. Era ahora sí la Cámara
de Akil.
De lo expuesto dice la carta de Borca surge que la actuación
de la CAFA a los fines de la resolución AFIP 172/98 no es legítima.
En el momento de la resolución, Akil ni siquiera se había
presentado ante la Inspección General de Justicia.
Miembros de la comisión integrada por el aliancista Luis Martínez
dijeron a este diario que para la Aduana sólo pueden ser veedores
las Cámaras y no las asociaciones. Por eso, Martínez aseguró
entre los fundamentos que avalaron el pedido de informe que la información
aduanera obtenida bajo el mecanismo usado por Akil podría haberse
usado con fines proclives al fraude. Y advierte que aquellos
funcionarios encargados de posibilitar la autorización concedida,
como mínimo, habrían actuado en forma incompetente.
El pedido, ya aprobado, fue acompañado por las firmas del diputado
Ricardo Vago, Gustavo Carlos Galland y Luis Alberto Trejo.
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