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LA NEGOCIACION PALESTINO-ISRAELI TERMINARIA MAÑANA
Show creativo en Camp David

Un funcionario israelí pidió �soluciones imaginativas� para la pieza clave del acuerdo con los palestinos: Jerusalén.

Arriba, el presidente norteamericano Bill Clinton negociando a todo vapor con los delegados israelíes.
A la derecha, el Monte de los Olivos, desde donde la derecha israelí anunció un acuerdo para voltear al premier Ehud Barak. 

 

Por Pablo Rodríguez
 La cumbre de Camp David se está poniendo muy dura. La manzana de la discordia sigue siendo Jerusalén. El premier israelí Ehud Barak no parece dispuesto a ceder un milímetro de control sobre la Ciudad Santa. El líder palestino Yasser Arafat no parece a gusto con ninguna otra fórmula que no sea una Jerusalén Oriental capital del futuro Estado palestino. Para romper este “empate”, Estados Unidos hizo ayer una propuesta no oficial de compromiso para partir la ciudad. Hasta dos ministros de Barak admitieron la posibilidad de que Jerusalén sea dividida. Uno de ellos, el titular de la cartera de Justicia, Yossi Beilin, dijo que se necesitaban “compromisos creativos” y sobre todo “mucha imaginación”. En Israel y en el mundo árabe no quieren saber nada con la creatividad ni con la imaginación. La derecha israelí continúa presionando, con alianzas políticas y mociones parlamentarias de censura fallidas, para que Barak no otorgue ninguna concesión. Y los países árabes lanzan un mensaje inequívoco a Arafat: Jerusalén Oriental no se negocia. Las conversaciones terminarían mañana.
Barak y Arafat están mirando con un ojo lo que negocian y con el otro las relaciones de fuerza en las que se basan para precisamente negociar. Los dirigentes palestinos, por ejemplo, se quejan de sus hermanos árabes. “Si los palestinos se hubieran debilitado en la defensa de Jerusalén, habrían sido atacados desde todos lados. Pero cuando Arafat se levanta con fuerza para defender Jerusalén y los refugiados, sólo algunas voces débiles se levantan para apoyarlo. Es lamentable que estemos solos y sólo Egipto y Arabia Saudita nos siguen apoyando”, declaró el presidente del Consejo Nacional Palestino (Parlamento en el exilio), Salim Zaanun.
Las aguas se movieron en el mundo árabe, pero no con la firmeza y premura que exigen los palestinos. El presidente egipcio Hosni Mubarak se reunió ayer con el rey Fahd de Arabia Saudita y lo hará en estos días con el nuevo presidente sirio, Bashar al-Assad, y con el rey Abdullah de Jordania. La idea sería prestarle el apoyo árabe a Arafat en el sentido en el que los mismos negociadores palestinos citan estos movimientos en el mundo árabe: demostrar que Arafat no está exagerando en sus demandas sino que es el representante de todo el mundo árabe que quiere una Jerusalén Oriental musulmana, como lo era antes de que Israel la anexara por la fuerza en 1967. Pero el hipotético apoyo estaría llegando tarde. Del lado de los palestinos, mañana habrá diversas manifestaciones y una huelga general en Cisjordania y en la franja de Gaza para pedirle que no ceda en cuanto a Jerusalén.
Del lado de Barak, la tormenta es igual de fuerte. Los muchos partidos de derecha de Israel se acostumbraron a presentar los días lunes mociones de censura contra el gobierno por las supuestamente terribles concesiones que el premier está haciendo en Camp David. Ayer fue el turno de otra moción que, como ocurrió el lunes pasado, fue rechazada hasta por los otros partidos derechistas bajo el argumento de que este tipo de medidas no deben tomarse cuando el premier está fuera de Israel. Que no se preocupe Barak porque no lo esperan con la misma “amabilidad”.
En el simbólico Monte de los Olivos, con la presencia del alcalde de Jerusalén, Ehud Olmert, los partidos de derecha sellaron una alianza “para instaurar un gobierno de unidad nacional y terminar con este gabinete que no hace otra cosa que acumular fracasos”, según declaró el líder del Likud, Ariel Sharon. En el camino de la derecha israelí figura derrotar al candidato del gobierno el próximo lunes en las elecciones para presidente y dos días después presentar una moción de censura para la que ya cuentan con 53 de los 61 diputados necesarios para voltear al gobierno.
Antes de enfrentar estos nubarrones, Barak, Arafat y sus respectivos negociadores están enfrascados en la cuestión de Jerusalén. Estados Unidos presentó un proyecto de solución que de imaginación, como pide Yossi Beilin, no le falta nada. Jerusalén sería dividida en tres sectores: uno bajo control israelí, otro bajo control palestino pero sin soberanía y finalmente un tercero bajo la autoridad administrativa palestina, conexcepción de la seguridad. El grado de control palestino sobre ciertos barrios se situaría entre “una plena soberanía y una soberanía muy amplia”. Israel se anexaría los barrios judíos situados fuera de los límites municipales (principalmente los asentamientos de Maalé Adoumin y Guivat Zeev) a cambio del pasaje de ciertos barrios árabes de Jerusalén Este a control total palestino. Y el status de la Ciudadela Antigua, donde se encuentran los lugares sagrados del Islam, el judaísmo y el cristianismo, continuará sin cambios por el momento.
A esta altura del partido, es imposible saber de dónde puede venir la solución. Hasta las declaraciones de los portavoces aparecen medidamente ambiguas: pueden interpretarse como optimistas o como pesimistas. El único que no dejó lugar a dudas fue el mismo Beilin: “Las posiciones israelíes y palestinas evolucionaron de tal manera que nadie perdonaría un fracaso en Camp David”.

 

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