MINICUMBRE ENTRE EL GOBIERNO DE COLOMBIA Y LA GUERRILLA
El ELN quiere su zona desmilitarizada
Ayer comenzó el diálogo en la ciudad suiza de
Ginebra entre el gobierno colombiano y la guerrilla del Ejército
de Liberación Nacional.
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Por
Florencia Grieco
Siguiendo
el trayecto abierto por la principal guerrilla colombiana (las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC), los máximos líderes
del Ejército de Liberación Nacional (ELN) comenzaron ayer
en Ginebra una ronda de conversaciones con representantes del gobierno
de Colombia y de la sociedad civil. El objetivo de la segunda guerrilla
colombiana también es similar al de las FARC: conseguir que el
presidente Andrés Pastrana les ceda el control de un territorio
al norte del país para que se convierta en sede de unas eventuales
negociaciones de paz. Pero esta vez el gobierno parece un poco (sólo
un poco) más reticente a hacer semejantes concesiones, sobre todo
después de haber entregado a las FARC en octubre de 1998 una zona
desmilitarizada del tamaño de Suiza ubicada al sur del país.
En las conversaciones participaron cinco representantes del gobierno colombiano,
cinco del ELN, los embajadores del grupo de países amigos
del proceso de paz (Noruega, Cuba, Francia y España) y representantes
de empresas, Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), sindicatos y grupos
ecologistas en nombre de la sociedad civil colombiana. Durante
las más de 10 horas que duró la primera jornada de diálogo,
los guerrilleros intentaron que el foco de la minicumbre fuese
su proyecto para crear una Zona de Encuentro al norte del
país en la que se realizaría una Convención
Nacional de la Paz. Allí se intentaría concertar con
la sociedad civil soluciones a los diferentes problemas económicos,
sociales y políticos de Colombia, que serían la base
de negociaciones con el gobierno.
Sin embargo, otro de los ejes de la estrategia guerrillera (los secuestros
de civiles) desplazó la atención de las conversaciones.
Reunidos frente a la sede del encuentro, familiares de los colombianos
secuestrados por el ELN el 12 de abril del año pasado cuando viajaban
en un avión de
Avianca reclamaron que la guerrilla liberara a los rehenes. Esos reclamos
se filtraron a las comisiones de trabajo y obligaron a los guerrilleros
a dar una señal de buena voluntad. Especialmente después
de que el viceministro de Relaciones Exteriores suizo, Franz von Daniken,
dejara en claro que Suiza no acepta la idea de que los secuestros
de civiles sean medios legítimos para lograr objetivos políticos
o para lograr financiamiento. La reacción guerrillera fue
inmediata. Invitamos a una comisión de periodistas para que
acompañe mañana (por hoy) a la Cruz Roja durante la liberación
de uno de los pasajeros del Fokker F-50 que tiene problemas delicados
de salud y que el ELN devolverá sin ninguna contraprestación,
explicó el máximo jefe de la guerrilla, Nicolás Rodríguez
(alias Gabino) desde algún lugar de Colombia.
Sin embargo, el comandante militar del ELN, Antonio García, aclaró
desde Ginebra que esas personas están detenidas por razones
económicas; ellas nos deben un impuesto. Las familias saben a dónde
deben dirigirse; tenemos una comisión económica que se ocupa
de esos asuntos.
Como segunda contrarrespuesta (y como justificación de su negativa
al cese del fuego), la guerrilla denunció que un operativo
militar y paramilitar se ha lanzado contra el Comando Central del
ELN, en contra de las garantías dadas por el Alto Comisionado para
la Paz del gobierno, Camilo Gómez. El vocero guerrillero Felipe
Torres aprovechó la situación para explicar además
por qué el ELN merece un reconocimiento oficial similar al de las
FARC: Nosotros constituimos una expresión política,
no sólo una fuerza militar. Nuestros hombres armados sólo
son la parte más visible de nuestra existencia.
Justamente esa parte más visible es la que reclama
el control guerrillero sobre la Zona de Encuentro, 4727 km2
ubicados en los departamentos norteños de Bolívar y Antioquia,
ricos en oro y petróleo y surcados por el río Magdalena,
que, según el ejército colombiano, funciona como corredor
para el tráfico de armas y drogas con Panamá y Venezuela.Allí,
además, está el epicentro de los combates entre el ELN y
los paramilitares, que se resisten a perder el control de la región.
Ayer, los delegados del ELN recordaron públicamente en Ginebra
que el 24 de abril Pastrana se comprometió a no realizar operaciones
militares en la zona pero no ha cumplido, porque las acciones armadas
que se han presentado son obra de paramilitares ayudados por militares.
Sentados a la mesa frente a los representantes del gobierno, los guerrilleros
dejaron bien en claro que se debe superar esta situación,
porque la confianza se está perdiendo.
Claves
En su primer día
de conversaciones en Suiza con el gobierno colombiano, el Ejército
de Liberación Nacional (ELN, guevarista, segunda guerrilla
del país) reclamó el control de una zona de más
de 4700 km2 al norte del país como sede para negociar un acuerdo
de paz.
Allí también
tienen su base de operaciones los paramilitares enfrentados al ELN.
La principal guerrilla
del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC,
marxistas), ya controla una zona desmilitarizada de 42.000 km2 al
sur del país entregada por el presidente Andrés Pastrana
en 1998.
Estados Unidos aprobó
este mes, en el marco del Plan Colombia, una ayuda de
1300 millones de dólares para combatir al narcotráfico.
Ambas guerrillas denunciaron al Plan Colombia como una financiación
encubierta a la lucha contrainsurgente del ejército. |
OPINION
Por Eduardo Pavlovsky*
La
historia del imperialismo se sigue escribiendo
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Entre
1945 y 1967 se produjo cada año una intervención militar
estadounidense en el tercer mundo. En Latinoamérica invadieron
Santo Domingo, Cuba, Granada, Panamá, Guatemala, Nicaragua,
Haití, a veces en forma directa y otras veces ayudando ostentosamente
a las fuerzas militares locales. Estas invasiones se hicieron naturales,
obvias y necesarias para salvaguardar las democracias
de nuestro continente. Todos sabemos, en cambio, o deberíamos
saber, que siempre que lo hicieron fue para defender intereses privados
norteamericanos.
Edward Said, ese gran intelectual palestino, nos dice en Cultura e
imperialismo que no existen estudios sistemáticos del imperialismo.
No hay cursos universitarios sobre la historia concreta de éste.
El imperialismo nunca quiso ser estudiado. También Said sugiere
que el capitalismo a través de los medios tiene la propiedad
de crear la atonía ciudadana y por consecuencia anular el pensamiento
crítico. Informan selectivamente para omitir información.
Tal vez la subjetividad del pueblo norteamericano está sintetizada
en las palabras de una de las obras teatrales de Sam Shepard, donde
un personaje le dice a otro: Tenemos un legado, una obligación
a seguir. A nosotros nos toca decidir por el mundo. Nadie lo va a
hacer por nosotros, nosotros lo hacemos por el bien de ellos y por
nuestros hijos. Así piensan ellos y así
piensa hoy un gran sector de la dirigencia de nuestros países
latinoamericanos, incluido un gran sector de su intelectualidad complaciente.
Así, el plan presentado por el gobierno de Colombia para la
lucha contra el narcotráfico recibió el apoyo incondicional
de 26 países, entre ellos Argentina, y siete organizaciones
internacionales. Estados Unidos aportará 1300 millones para
combatir la narcoguerrilla. Las organizaciones no gubernamentales
y la mayoría de los sindicatos criticaron duramente la medida
en relación con la ayuda militar de EE.UU., teniendo en cuenta
el antecedente de la característica de sus intervenciones en
el tercer mundo y señalaban que la entrada de militares norteamericanos
en Colombia extenderá el conflicto y la probabilidad de una
guerra civil, teniendo en cuenta que el 40% del territorio colombiano
está ocupado por las FARC.
La cooperación militar con Estados Unidos hace temer una acentuación
de sus políticas represivas, y que el narcotráfico sea
sólo un camino para desalojar a la guerrilla.
Es interesante que Adolfo Nanclares, subsecretario de Política
latinoamericana de nuestro país, diga con orgullo que Argentina
integrará el comité de seguimiento para implementar
los acuerdos a favor del plan Colombia. Ofreció el incondicional
apoyo argentino al proceso de paz (la intervención armada norteamericana)
para lograr la ansiada pacificación.
Ofrece enviar expertos y realizar programas de adiestramiento para
profesionales y por último pone a disposición del plan
de Colombia y Estados Unidos los cascos blancos para lucha
por los objetivos democráticos. Apoyamos democracias latinoamericanas
que permiten la invasión yankee. Poseemos 80 millones de personas
que viven con menos de un dólar por día en nuestro continente
(ONU). Todavía está fresco nuestro voto contra Cuba
en la ONU. Las democracias latinoamericanas dependientes de EE.UU.
son una fábrica magnífica de subdesarrollo de los recursos
humanos. Desocupación, exclusión, miseria y corrupción.
Allí mandamos los cascos blancos para defender los principios
democráticos de Colombia, que tiene el 40% de su población
en la máxima pobreza.
Estamos perdiendo nuestra identidad cultural. Esto es grave. James
Petras, docente e investigador del Departamento de Sociología
de la Universidad de Nueva York, realizó hace poco una durísima
afirmación: ...qué es Argentina. Es una serie
de enclaves articulados dependientes del exterior. En ese sentido
ya no es una nación soberana (James Petras, Globaloney,
Bs. As., Colección Herramienta). Nación, desde el punto
de vista económico, implica un sentido de articulación
de sectores económicos a través de redes de transporte,
comunicación, etc., etc., pero lo que tiene en cambio es un
conjunto de enclaves, principalmente extranjeros, articulados con
el mercado externo de intereses multinacionales. No hay opinión
autónoma de nación. La economía se tragó
la libertad política de los gobernantes. No existe ya una articulación
que cruce el interior, centro, norte, centro costa, del país.
Hablar de nación es hoy problemático. Pensamos en lugares
comunes -la nación Argentina ¿es funcionalmente
una nación?. Y así todos los países latinoamericanos
dependientes cada vez más de las 500 empresas más grandes
del mundo vehículos de circulación de capitales
como instrumento de la globalización, de las cuales 49%
son norteamericanas, 37% europeas y 10% japonesas. Pocas manos en
el mundo globalizado. El proyecto de intervenir Colombia
que se está generando desde este pequeño y gran mundo
financista y desde el poder económico justificará todas
las intervenciones al tercer mundo en nombre de la democracia.
Hoy es Colombia pero podría ser mañana Brasil
si el MST brasileño siguiera creciendo y Chiapas si abandonara
su tremendo poder simbólico. Adelante con los marines y nosotros
siguiéndolos con los cascos blancos y continuaremos perdiendo
nuestra soberanía y paulatinamente -imperceptiblemente
nuestra identidad.
* Dramaturgo, actor y médico psicoanalista argentino |
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