Por Eduardo Febbro
Desde París
El avión más veloz de la historia de la aviación civil, el más caro, el símbolo de la riqueza y la proeza tecnológica, cayó a tierra en un accidente que les costó la vida a 113 personas, 109 pasajeros y miembros de la tripulación, más cuatro víctimas que se encontraban en el restaurante de un hotel vecino al aeropuerto parisino de Roissy Charles de Gaulle. El avión con destino a Nueva York despegó del aeropuerto de Roissy un cuarto de hora antes de las cinco de la tarde parisina y, según numerosos testigos y la misma compañía Air France, apenas salió, uno de los motores del aparato se prendió fuego. A medida que el Concorde fue tomando altura, el incendio en el motor izquierdo se hizo más importante. Según los numerosos testigos que presenciaron el accidente, las llamas que salían del motor alcanzaban más de 30 metros en momentos en que el piloto intentaba dar vuelta el aparato para volver a la pista de aterrizaje. Pero la maniobra resultó imposible, el aparato dio vuelta sobre sí mismo y cayó en un campo contiguo al restaurante del hotel Hotelissimo, situado en la localidad de Gonosse, al norte de París. El vuelo de la catástrofe era, como la nave misma, símbolo de la opulencia: los cien pasajeros iban en charter rumbo a un crucero de dos semanas en el Caribe.
Por primera vez en la historia de su comercialización, el avión supersónico francés Concorde sufrió ayer un percance técnico sin que ningún experto haya podido hasta ahora explicar el porqué de esta primera catástrofe de un aparato que lleva un cuarto de siglo volando en vuelos comerciales. Sobre lo que no caben dudas es que el incendio en el motor se produjo en el mismo instante en que el Concorde tomaba vuelo. �Lo vi pasar como una bola de fuego sobre mi cabeza, después sobrevoló la autopista, intentó una o dos maniobras y al final se estrelló�, narró el testigo Stéphane Prévots, propietario de una empresa de la zona norte de París donde se produjo el accidente.
Varios pilotos que se encontraban en las pistas del aeropuerto esperando su turno para despegar describieron la misma escena. Los expertos franceses señalaban ayer que el aparato debió sufrir una avería muy importante como para que el piloto no lograra traerlo a tierra. Un miembro del Servicio de Investigaciones de Accidentes Aéreos indicó que los aviones Concorde cuentan con cuatro motores y que están preparados para poder despegar y aterrizar sin mayor dificultad en caso de que uno de los motores falle.
Sin embargo, la naturaleza del accidente deja entrever para los especialistas que �seguramente se produjo algo mucho más importante que la falla de uno de los motores: es probable que al principio un motor haya fallado, pero luego, seguramente a causa de una explosión originada por el primer desperfecto, el resto de los propulsores quedó fuera de servicio y, por lo tanto, el avión se volvió ingobernable. Ello explica sin dudas que el piloto haya tratado sin éxito de hacer que el avión regresara a tierra�.
Según Jean François Grangier, presidente del Sindicato de Pilotos de Línea, el desperfecto paralizó casi todos los sistemas de navegación del aparato. Grangier reveló que �el Concorde es un avión que posee una motorización super potente, pero no cuando despega. A diferencia de los demás aviones, el Concorde da lo mejor de sí mismo en vuelo crucero. Sin embargo, en la fases de tierra, como le hace falta mucha potencia paradespegar, el Concorde es un aparato especialmente delicado. No hay dudas de que el percance fue importante�.
El presidente de la compañía Air France ofreció por la noche una conferencia de prensa durante la cual declaró que la catástrofe era �mucho más que un golpe duro, se trata de un drama, tanto para las familias de las víctimas como para la empresa�. El responsable descartó que el accidente tuviera algo que ver con las fisuras que se encontraron a fines de la semana pasada en seis de los siete Concorde que posee la compañía británica British Airways. Ciryl Spinetta aseguró que en ningún caso la catástrofe pudo producirse por causas inherentes al mantenimiento del aparato. Fuentes de la compañía señalaron que el modelo que se estrelló ayer en el norte de París fue puesto en servicio hace 20 años, �contaba con 12.000 horas de vuelo y fue controlado dos veces, tanto la estructura como los motores. La última vez fue el pasado 21 de junio�.
En ningún momento los responsables políticos franceses evocaron la hipótesis de un atentado. Por lo pronto, aún a altas horas de la noche, los resto del avión seguían humeando en medio de un imponente dispositivo de seguridad y decenas de expertos recogían cada una de las piezas del avión. Si el aparato hubiese caído dos kilómetros más lejos, la catástrofe hubiese sido peor. Por suerte, el avión se estrelló en los suburbios de la localidad de Gonosse, a pocos metros del Hotel Hotelissimo cuyo restaurante aledaño, Le Relais Bleu, resultó el más afectado. Sólo cuatro personas de las decenas que se encontraban en el hotel perdieron la vida, mientras que la policía dio cuenta de cinco heridos leves. Cerca de la medianoche, los locales de la Municipalidad de Gonosse se convirtieron en una capilla ardiente. En un silencio aplastante, los bomberos dispusieron los restos de los cuerpos en interior del recinto.
El Concorde accidentado no era un vuelo regular París-Nueva York de la compañía Air France. Había sido fletado por una empresa alemana que organizó un tour de lujo por el que los pasajeros, en su gran mayoría de nacionalidad alemana, pagaron 11.000 dólares. El tour de lujo comprendía una viaje a Nueva York y luego un crucero por las Bahamas. Ayer, el barco se aprestaba a zarpar con cien pasajeros menos.
Las fisuras en las alas
Las únicas dos compañías que poseen Concorde, Air France y British Airways, suspendieron los vuelos con aparatos Concorde. Air France decidió dejarlos a tierra hasta que no se tengan los primeros elementos de la investigación. British Airways hizo lo mismo a la espera de que Air France le comunique los motivos por los cuales el aparato se precipitó a tierra de esa manera. En todo caso, tanto en París como en Londres, Air France y British descartaron con absoluta certeza que las fisuras encontradas en las alas de seis de los siete aviones Concorde de la flota de British Airways estuviesen vinculadas con el accidente. Según declaró el presidente de la compañía francesa, �el desperfecto que causó el accidente se originó en el motor izquierdo y no en las alas donde se detectaron los problemas. Por lo tanto, se puede asegurar que no existe ninguna relación entre ambos, tanto más cuanto que la existencia de las fisuras se conocía desde el pasado mes de febrero�. Anoche, a última hora, fueron encontradas las cajas negras, cuyos datos serán develados entre hoy y mañana. Allí, se supone, está la clave para determinar el verdadero motivo de la tragedia.
En Argentina
La última vez que Ezeiza fue atravesada por pasajeros dispuestos a pagar 52 mil dólares por un boleto de avión ocurrió el 12 de enero del año pasado: ese día llegó el último contingente de pasajeros de alto vuelo trasladados por una máquina Concorde. Viajaban en un tour contratado para conocer América latina en 19 días. Pero no fue la única vez que un supersónico pisó suelo nacional. El primero fue en 1971, en un vuelo de promoción. Siete años más tarde, otro avión trasladó hasta aquí al seleccionado de fútbol francés. Formaría parte de los grupos del Mundial `78. Además, la leyenda cuenta que un par de años después del Mundial volvió uno de los aviones trasladando de incógnito a un presidente africano. |
EL AVION DEL JET-SET QUE ROMPE DOS VECES LA VELOCIDAD DEL SONIDO
Un avión construido en nombre de Dios
El vuelo F-4590, como el de cualquiera de los Concorde, encierra una entelequia einsteniana vigente: ganarle al reloj. La hora de partida de París era a las 16.45. Después de unas 3 horas y media de vuelo, debía llegar a Nueva York dos horas cuarenta y cinco antes. O sea, a las dos de la tarde. Todo esto, confundido entre burbujas de champagne y una butaca cuyo valor no baja de los 9 mil dólares. Vértigo, lujo y Guinness. Tres palabras que definieron al Concorde desde su nacimiento, cuando los gobiernos de Francia y Gran Bretaña se unieron para iniciar la carrera aeronáutica contra Estados Unidos y Rusia. �En nombre de Dios, haremos el Concorde�, había dicho en aquella ocasión el presidente francés Charles De Gaulle. Ayer, 33 años después del primer vuelo de prueba, el Concorde quedó crucificado. Pero antes, batió records de velocidad, vio tres veces el fin del milenio en el mismo día. Y estuvo en la Argentina.
Además de su nariz particular �aguileña al aterrizaje, o dispuesta como una aguja en velocidad supersónica�, y de tener una velocidad 2.2 Match -2150 kilómetros por hora�, es decir que rompe dos veces la velocidad del sonido, una de las características del Concorde es el altísimo costo de sus pasajes. Su estructura aerodinámica no permite más que un centenar de butacas, lo que lo transformó rápidamente en un objeto de lujo.
La British Airways y la Air France son las únicas aerolíneas que lo operan, en sus rutas más rentables: Londres-Nueva York o Londres-Barbados, y París-Nueva York, en vuelos regulares. Pero el mayor rendimiento se obtiene con los viajes especiales. Los adinerados que suben a su escuálida estructura suelen recuperar el costo invertido compartiendo butacas con famosos: Phil Collins viajó de Londres a Nueva York para dar un concierto a ambos lados del Atlántico en un festival contra las hambrunas de Africa. En enero del �72, el príncipe Philip fue el primer miembro de la familia real británica en volar más rápido que el sonido. Lo siguió la reina madre cinco años más tarde. Para no ser menos, Lady Di también trepó la escalerilla. Y Joan Collins, Elton John, Margaret Thatcher, Tony Blair, Annie Lennox.
El Concorde respeta la división en clases: está dividido en dos cabinas, separadas. En la delantera, las dos primeras filas son reservadas para los pasajeros importantes. El resto es para los �comunes�. La parte trasera se reserva para los que hayan ganado un concurso o los simples desconocidos.
El 31 de diciembre pasado, otro vuelo especial fue contratado por la línea francesa para recibir al nuevo milenio. Los pasajeros vieron tres veces la primera salida del Sol del 2000. Treinta días después, dos Concorde entraban en emergencia en vuelo, por problemas en sus turbinas. La misma falla que parece haber ocurrido ayer.
El avión, según Bogani
�El Concorde es sinónimo de velocidad y, para mí, que siempre estoy muy ocupado, eso representa una verdadera ventaja por sobre el resto de los aviones �relata el diseñador Gino Bogani�. El vuelo que con mayor frecuencia siempre hice fue París-Nueva York. Salía a las 11 de la mañana de París y llegaba a Nueva York a las 9 y, teniendo en cuenta que hay cinco horas de diferencia entre estas ciudades, terminaba ganando un día. Esta es la gran virtud del Concorde. Ahora, no viajo tanto como antes, pero llegué a abordar el Concorde dos o tres veces al año. El Concorde por dentro es como cualquier avión de primera clase, sólo que un poco más angosto. Que se haya caído el Concorde sorprende pero, de alguna manera, nos recuerda que el jamás no existe y que siempre hay una cuota de riesgo.�
�Zapatos, libros y restos humanos�
Decenas de cuerpos mutilados, esparcidos en medio de las negras y humeantes ruinas del hotel y restos del Concorde, acá y allá un pedazo del fuselaje o una parte del tren de aterrizaje: es todo lo que quedaba a última hora del día, en Gonesse, del avión supersónico estrellado y sus ocupantes.
Dos miembros de los servicios de socorro, de regreso del lugar del accidente, dibujaron un retrato espantoso, testimonio de la violencia del accidente del que ninguno de los pasajeros y miembros de la tripulación del aparato pudo escapar. �Todo está concentrado en una estrecha zona de una treintena de metros de largo. Es una maraña de madera, metal y hormigón calcinado, de donde se escapa aún una espesa y nauseabunda humareda y de donde emergen vigas de madera del armazón del hotel que se consumen�, contó un joven socorrista.
�Todo está negro. La temperatura es elevada. En ese amasijo, se distingue a través del humo la destrozada parte delantera del Concorde. Unos metros más lejos se encuentra una parte de la cabina y de los instrumentos de a bordo aún son visibles�, detalló otro. �Un pedazo del armazón yace en el flanco aún con la inscripción AIR (la mitad de las siglas Air France)�, señala. �Y después, en cuanto el ojo se acostumbra, a través del humo, surge el horror. Por decenas, cuerpos o partes de cuerpos horriblemente mutiladas aparecen. Algunos están completamente carbonizadas, otros extremadamente hinchados. Acá y allá, zapatos, libros, restos de maletas que se consumen.� |
opinion
Por José Pablo Feinmann |
Un Titanic del siglo XXI
La naturaleza suele reírse de la razón instrumental. Llamamos razón instrumental �con Adorno y Horkheimer� a esa razón que intenta dominar la naturaleza, imponerle leyes, legalidades externas que obedecen a la exasperación conquistadora y destructiva de la razón humana. El Concorde era un perfecto signo de esa razón. Era un artefacto enorme, con aspecto de bicho, de mosquito desmesurado, destinado a conquistar los aires, a quebrar las distancias, a reducirlas en el modo de la velocidad pero también del confort. Era un bicho de lujo. Un alarde del diseño. Acaso ya perteneciera a otra época, ubicada dos o tres décadas atrás. Porque fue un invento lateral, porque no tuvo continuidad. Pero expresaba la vanidad de la razón instrumental tanto como el rumboso �Titanic�, ya que el �Titanic� y el Concorde fueron diseñados para la exaltación jubilosa de la técnica. Que hoy en plena revolución tecnológica, este pájaro inmenso y algo patético haya embestido a la resplandeciente ciudad de París (ninguna ciudad en el mundo, ni siquiera Nueva York, destella como París), expresa el primer desastre de la razón tecnológica. Bill Gates dirá: �El Concorde nada tiene que ver con la revolución tecnológica. Pertenece a la modernidad, es un dinosaurio del siglo XX que, acaso simbólicamente, se ha derrumbado en este impetuoso siglo XXI, que entierra todo lo que el anterior amaba, desde el Che Guevara hasta el Concorde�. No le crean. El Concorde se ha derrumbado hoy, en el siglo XXI, el de la invencible revolución tecnológica, y su derrumbe es una advertencia. Porque dice: la técnica es falible. Porque dice: la condición humana es más compleja que la racionalidad tecnológica. Porque dice: la técnica, cuando se desboca �y nada hay más desbocado que una tecnología que se pretende revolucionaria, es decir, nueva, fundacional, infinitamente orgullosa�, no viene en defensa de la condición humana, de lo que puede ayudar al hombre a vivir, sino en busca del desastre, de lo que ayuda al hombre a morir ov de aquello que lo mata. |
opinion
Por Luis Bruschtein |
El capitán Kirk y el señor Spock
El Concorde fue un sueño de la modernidad igual que la llegada del hombre a la Luna, la energía atómica, las minifaldas y Los Beatles. Veloz y de líneas puras, pero incómodo y caro, expresó la supremacía de la idea de futuro que aprisionaba los años �60. Empezaba �Viaje a las Estrellas� con el capitán Kirk y el señor Spock y la gente soñaba con su aerotransporte supersónico de pasajeros.
Hablar de la barrera del sonido tenía su encanto modernista y pensar en cien pasajeros en un bólido a más de mil kilómetros por hora sobre el Atlántico era muy de los años �60. La Boeing de Estados Unidos lanzó la carrera, inmediatamente se sumó Tupolev de la URSS. El general Charles De Gaulle, héroe de Francia, fue uno de los principales gestores del proyecto europeo.
Quedaron atrás siglos de discordia, Francia y Gran Bretaña unieron fuerzas en el Concorde, porque ganarle a Estados Unidos en el aire era un desafío para Europa desde Charles Lindbergh. Hubo una discusión sobre la �e� final, para que el nombre sonara a inglés o a francés. Le pusieron la �e� pero la primera máquina fue para los británicos. Un avión fifty-fifty: turbinas Rolls-Royce y tecnología del Mirage III.
Se discutía si los primeros pasos en la exploración espacial debían ser humanos o de robots y se discutía si era más importante en los vuelos transoceánicos desarrollar capacidad o velocidad. La Boeing optó por la primera, abandonó su proyecto supersónico y se dedicó a los Jumbo. En 1973, el Tupolev 144, �Héroe de la Unión Soviética�, se precipitó a tierra durante la exposición aeronáutica de Le Bourget y selló su destino, el Concorde se quedaba sin competencia.
Pero Estados Unidos no quería que el Concorde llegara a Nueva York por el estruendo que hacía al romper la barrera del sonido. Las empresas norteamericanas se hacían sentir de otro modo en el país de la libre competencia. Aunque es cierto que los primeros aterrizajes habían roto vidrios en las ciudades cercanas a los aeropuertos y hasta dejaron sordo a un anciano londinense de 73 años. El vuelo supersónico se utilizó, entonces, sólo para sobrevolar el océano.
La línea estilizada del Concorde �una flecha pequeña junto a los grandes 747�, los nueve mil dólares que cuesta el pasaje y el reducido espacio de su cabina, más los impresionantes Mach 2 de velocidad, expresaban una idea modernista del futuro. Pero los rechonchos airbus, más parecidos a los zeppelines del último romanticismo, parecen acercarse más a la idea de futuro que tiene esta globalidad posmoderna. |
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