Por Maximiliano Montenegro
Paradojas de las estadísticas: para el INdEC, no son desocupados, pero según los últimos datos en manos del Gobierno, en la Argentina hay 300 mil jóvenes que no estudian ni trabajan, y tampoco manifiestan estar buscando activamente empleo, condición exigida por el INDEC para integrar la categoría de desocupado. Así, no forman parte de la legión de 2,1 millones de desempleados contabilizada por el organismo. La abrumadora mayoría proviene de familias pobres y cuenta con un bajo nivel educativo: desertó de la escuela a la sumo en el segundo año del secundario.
Para los expertos, que no busquen empleo se debe a una clara situación de �desaliento�, forzada por las mínimas chances de encontrarlo, dada su falta de experiencia y pobre calificación. Si fueran identificados como desocupados en las estadísticas, como ocurre en la realidad, la tasa de desempleo no sería del 15,4 por ciento sino que se acercaría al 18 por ciento.
El asesor principal del Ministerio de Trabajo, Ernesto Kritz, le dijo a Página/12 que �este grupo es el caso extremo de la exclusión social� en la actualidad. Y adelantó que la idea es ayudarlos con �un sistema mixto de capacitación y educación para el trabajo�. Este programa buscaría compensar el recorte en los planes de �capacitación y empleabilidad de jóvenes�, financiados con créditos internacionales, con que contaba el Ministerio antes de la poda presupuestaria ordenada por José Luis Machinea (ver aparte).
Los agentes del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, encargados de relevar durante mayo y octubre la famosa Encuesta Permanente de Hogares, preguntan a la gente si está ocupada. Si la respuesta es negativa, la pregunta siguiente es si en la semana anterior buscó �activamente� trabajo. Si la respuesta es afirmativa, el encuestado es catalogado como desocupado. Si es negativa, entonces no forma parte del ejército de desempleados sino que es considerado un �inactivo�, una forma elegante de decir que su condición es voluntaria.
�Es cierto. Las encuestas del INDEC muestran que hay 300 mil jóvenes menores de 25 años que no estudian ni trabajan, y que no le manifiestan al INDEC estar buscando empleo, con lo cual no son considerados desocupados�, confirmó a este diario Kritz, que trabaja directamente con el ministro Alberto Flamarique. �La mayoría pertenece a familias de bajos ingresos que no los pueden mantener, y se las rebuscan como pueden�, agregó.
Para los jóvenes menores de 25 años la tasa de desocupación alcanza al 25 por ciento. Pero los 300 mil marginados de los que habla Kritz no están incluidos en esa estadística. �En realidad, estos jóvenes que están absolutamente inactivos son más que los chicos de la misma edad que están buscando empleo, y califican como desocupados�, explica el funcionario.
Según las cifras que releva el propio INdEC, hay 302.473 jóvenes de entre 15 y 24 años que �no estudian, no trabajan, no son amas de casa y no buscan trabajo�. A tal conclusión se llega después de analizar las respuestas de aquellos que aseguran estar sin trabajo y confiesan no haberlo buscado en la semana previa a la encuesta. Así, tales jóvenes no justifican su �inactividad� con ninguna de las causas previstas en el cuestionario: no son discapacitados, no estudian y no ayudan en tareas del hogar.
Alfredo Monza, uno de los economistas laborales más prestigiosos del país, dice que �entre los jóvenes está presente el tema del desaliento. Más allá de casos puntuales, la mayoría estuvo buscando, no encontró y se borró�. Para Monza es claramente una situación de �desempleo oculto�, que en otros países se mide tratando de indagar sobre la supuesta condición de desalentado del encuestado con preguntas como ésta: �Si cambiara la situación del mercado laboral, ¿saldría a buscar empleo?�
La EPH también incluye un módulo con 8 a 10 preguntas que apuntan a dilucidar por qué no busca empleo quien no lo tiene, algunas de las cuales (sobre los salarios o las oportunidades reales para conseguir un puesto)miden el desaliento. Pero los resultados suelen ser confusos y, por ahora, no se publican.
Néstor López, investigador del IPE-UNESCO, coincide que �en este grupo el desaliento es clave� para explicar su marginación del mercado laboral (ver aparte). Kritz, en cambio, cree que lo fundamental está en que �no tiene expectativas de fondo, ya que la mayoría de estos chicos probablemente ni siquiera haya buscado nunca empleo�.
Sea como fuere, los datos oficiales revelan que no son jóvenes que puedan mantenerse fuera del mercado laboral para disfrutar de la comodidad de un buen ingreso familiar. Y, dada su edad y escasa calificación, difícilmente pudieran conseguir un puesto de trabajo relativamente estable sin tener que padecer un largo período de búsqueda.
La radiografía estadística de este sector es la siguiente:
El 67 por ciento proviene de hogares con ingresos inferiores a los 400 pesos mensuales. Y otro 13 por ciento pertenece a familias con ingresos que rondan entre los 400 y los 600 pesos. Un proporción muy pequeña (el 5 por ciento) proviene de hogares con ingresos superiores a los 1000 pesos mensuales (ver cuadros).
Alrededor de 43 mil (el 14,1 por ciento) ni siquiera completaron la primera. Otros 87 mil (el 28,8 por ciento) tienen instrucción primera completa. Así, casi el 43 por ciento solo cuenta con estudios primarios. En tanto, el 38,5 por ciento (116.581 jóvenes) abandonó el sistema educativo en la secundaria, principalmente, en los dos primeros años del ciclo.
Quiénes y por qué |
Nestor López, investigador de la Unesco
�Escuela y trabajo�
�Para buscar una solución a este problema hay que diferenciar entre los chicos de hasta 17 años y los mayores. Una primera meta es retener al primer grupo en la escuela. Eso presupone una situación familiar estable, que hoy no se está dando en la mayoría de los casos de los jóvenes que no estudian ni trabajan. Por lo tanto, el Gobierno debe conseguir antes que nada reinsertar a los jefes y jefas de hogar en el mercado laboral. Ese es el primer objetivo. Es clave que los chicos estudien, porque las exigencias educativas son mucho más altas que hace 20 años. Para retenerlos en la escuela, también hay que diseñar programas de estudio que generen interés. Con respecto de los mayores, ya no fueron a la escuela y sus capacidades laborales son precarias y no calificadas. Hay que trabajar fuerte en la enseñanza de oficios y actividades que puedan ser demandados por sectores de mano de obra intensivos. Y también darles la posibilidad de terminar el secundario. Pero el Gobierno tiene que fortalecer a los sectores pymes que toman este personal.�
Alfredo Monza, experto en economía laboral
�Son desalentados�
�En este grupo hay claramente una situación de desaliento. La mayoría estuvo buscando, no encontró y se borró del mercado laboral. Es gente que no trabaja ni busca porque descree de las posibilidades de obtener empleo. Es lo que se suele calificar como desempleo oculto, lo que se percibe principalmente en dos grupos sociales: los jóvenes y las mujeres adultas. Es una zona gris del mercado laboral, que se diferencia del desempleo abierto (aquellos que están sin trabajo y manifiestan estar buscando empleo) que captan las estadísticas en Argentina. En los países desarrollados les preguntan directamente a estos grupos cosas tales como: si cambiara la situación económica, ¿buscaría trabajo?; o si alguna vez buscó, para definir la condición de desalentado y poder medir así la desocupación oculta. La EPH tiene algunas preguntas en esa dirección, pero los resultados por ahora no son buenos. En Argentina, según cálculos de unos años atrás que todavía no fueron actualizados, el desempleo oculto le agregaba, por lo menos, 2 o 3 puntos a la tasa de desocupación oficial�. |
Claves
Aunque provienen de
hogares pobres y necesitan trabajar, como no declaran al INdEC estar buscando
empleo, no forman parte de la legión de 2,1 millones de desempleados contabilizada por el organismo oficial.
Si fueran identificados
como desocupados en las estadísticas, como ocurre en la realidad, la tasa de
desempleo no sería del 15,4 por ciento, sino que se acercaría al 18 por ciento.
Casi el 70 por ciento
pertenece a hogares con ingresos inferiores a los 400 pesos mensuales. Más del 80 por ciento dejó la escuela
antes del segundo año del secundario.
El asesor principal del
Ministerio de Trabajo, Ernesto Kritz, le dijo a Página/12 que �este grupo es el caso extremo de la exclusión social�. Y
adelantó que la idea es ayudarlos con �un sistema mixto de capacitación y
educación para el trabajo�.
Antes, José Luis Machinea debería destrabar los fondos que reclama Trabajo para el plan de empleo. |
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