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Cómo aprendí a perder el miedo a 
los israelíes y a amar la Intifada

Arafat quedó como un héroe entre los palestinos por el fracaso
 de Camp David, mientras Barak lucha por la supervivencia.

Arafat recibe una bienvenida de mesías en su pueblo palestino. Soldados israelíes arrestan a un niño palestino. 

The Guardian de Gran Bretaña
Por Suzanne Goldenberg
Desde Cisjordania

t.gif (862 bytes) Al regresar después del colapso de la cumbre de paz de Camp David, ayer Yasser Arafat y Ehud Barak fueron agraciados con recepciones muy distintas: el líder palestino, con gritos de alegría; su colega israelí, al ruido de cuchillos afilándose. Durante manifestaciones cuidadosamente coreografiadas en Cisjordania y Gaza, miles de palestinos le dieron a Arafat una bienvenida de conquistador, aclamando su coraje por negarse a ceder en sus reivindicaciones de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Este fue efectivamente el punto de ruptura de la cumbre. 
En Ramallah, Cisjordania, Nimeh Rashadieh, madre de 10 niños, gritaba de alegría. No estaba preocupada por los pronósticos de que el 13 de setiembre podría comenzar un nuevo ciclo de violencia entre árabes y judíos si Arafat declaraba un Estado Nacional Palestino sin el beneplácito de Israel. �Es una guerra�, resumió ayer aferrada a un cartel de Arafat. �Pronto estaremos bañados en sangre. Sí, quiero otra guerra y otra Intifada si ése es el precio de recuperar nuestro país�. Barak amenazó a los palestinos con que �si nos desafían, sabremos hacerles frente�. 
Ayer Arafat no prestaba atención a las amenazas en su contra. En Gaza, los altoparlantes ordenaban a la gente a que se alineara en las calles que conducían a su cuartel general. Su líder aterrizó con un saludo y una sonrisa. Afirmó alegremente que �Jerusalén es la capital del Estado Palestino, les guste o no. A quien no le guste que se vaya a beber del mar Muerto�. Con todo, el líder palestino todavía hace consultas en la región para decidir si no sería mejor contentarse con algún control inferior a la soberanía sobre los barrios árabes de Jerusalén Oriental. El negociador palestino, Saeb Erakat, anunció ayer que las discusiones continuarían el domingo. 
Unas pocas horas después, en Tel Aviv, la recepción fue muy distinta para el primer ministro israelí, Ehud Barak. Este encontró a su coalición atomizada, y tanto la derecha como la izquierda hacían fila para criticarlo. Los de línea dura se opusieron a que acudiera a la cumbre en el primer lugar. En el aeropuerto Ben Gurion, aun con la alfombra roja y una guardia de honor, la pompa y circunstancia ofrecían poco aliento al premier. La segunda persona que lo saludó al bajar del avión fue David Levy, el mismo ministro de Relaciones Exteriores que se negó a acompañarlo a Camp David y quien en su ausencia cortejó a la derecha israelí. En una actitud muy distante a la del héroe conquistador, Barak pidió a su pueblo que comprendiera su decisión de negociar sobre Jerusalén, a pesar de que el resultado fuera nulo: �Me fui sabiendo muy bien que no aceptaríamos la paz a cualquier precio, pero que tampoco podría haber paz sin antes pagar un precio que puede ser doloroso y difícil de aceptar�. Pero la conclusión era inevitable: �Regreso de Camp David y millones de ojos me miran, y tengo que decir con angustia que no tuvimos éxito. No tuvimos éxito porque nuestros vecinos palestinos todavía no han aceptado que para obtener una paz genuina todos debemos sacrificar parte de nuestros sueños�. Ayer una encuesta reveló a una opinión pública israelí poco misericordiosa: el 52 por ciento se opuso a la manera en que Barak manejó las negociaciones de Camp David y un 57 por ciento pensó que había hecho demasiadas concesiones. 
Ayer el líder israelí pasó sus 12 horas de vuelo telefoneando a potenciales aliados para reconstruir la coalición que se disolvió en el aire hace dos semanas en la víspera de su partida para Camp David. Si fracasa también en este cometido, podría enfrentar elecciones generales dentro de unos meses. La única alternativa es llevar a cuestas un gobierno de unidad nacional que incluiría al partido de derecha Likud. Y eso sin duda terminaría con los esfuerzos de paz en el corto plazo. 
Arafat no enfrenta tales desafíos. En las calles de Ramallah, hay poca fe en negociaciones que se han arrastrado durante siete años. Pocos ven el fracaso de la cumbre como una oportunidad perdida. Al contrario, dicen que Arafat redimió su honor al hacer valer su reivindicación por una ciudad que es sagrada para todos los musulmanes. En la carnicería al-Quds �nombrada en honor de �la sagrada�, el nombre árabe para Jerusalén�, Khalid Hamad sentencia que Camp David siempre fue inútil. �Es como batir agua para hacer manteca. No funcionará. Así son estas negociaciones�, dice mientras emanaban versículos del Corán desde un grabador al lado de su picadora. �Creo que no podemos recuperar nuestra tierra de manera pacífica. Tenemos que usar la fuerza.� 
En los asentamientos judíos en Cisjordania, escenario seguro de confrontaciones si estalla la violencia, los colonos se inclinaban a creer en las profecías de catástrofe. �Creo que lo más probable es que nos estaremos matando dentro de unas pocas semanas�, considera Paul Ross, quien vive en Rimonim, un asentamiento aislado en lo alto de una colina. �Camp David sólo nos dio un poco de tiempo antes que el hacha comience a caer.� 

Traducción: Celita Doyhambéhère.

 


 

SE AUTOEXCLUIRAN LOS LIDERES REGIONALES RUSOS
Los senadores se rindieron a Zarputín

Con una sorprendente facilidad (119 votos contra 18), los poderosos líderes regionales que forman el Consejo de la Federación de Rusia �Cámara alta del Parlamento� se plegaron ayer a los deseos del presidente Vladimir Putin, y aceptaron una versión suavizada de la ley que los excluirá de la Cámara alta y privará de su inmunidad parlamentaria. La rendición fue tan completa que, en la misma sesión (la última antes de las vacaciones), aprobaron aspectos esenciales de la reforma fiscal, incluyendo la creación de un impuesto único del 13 por ciento sobre los ingresos.
Los senadores podían poner al mal tiempo buena cara o librar una batalla que tenían perdida de antemano y que, a lo sumo, retrasaría su agonía. La Duma (Cámara baja) tenía la última palabra, y ya se demostró que había en ella una mayoría superior a los dos tercios para superar el veto del Consejo de la Federación. Eso fue precisamente lo que ocurrió con otra ley clave de Putin para reforzar el poder central �el suyo�: la que le permite destituir a los líderes regionales que violen las leyes federales.
Sabiéndose ganador, Putin se sintió magnánimo y aceptó una versión suavizada, consensuada por una comisión de diputados y senadores, que hace más digerible la derrota a estos últimos. Según el texto definitivo, el Consejo de la federación estará formado por dos representantes de cada uno de los 89 �súbditos� de la Federación (repúblicas, territorios y provincias). Uno de ellos será nombrado por el Parlamento regional, y el otro por el jefe de la administración �es decir, por el mismo Putin�. Los actuales senadores irán abandonando sus escaños a medida que terminen sus mandatos, pero nunca después del 31 de diciembre del 2001. 
Fortalecido por los elogios de los líderes del G-7 en Okinawa y por la rendición de los senadores, Putin citó en el Kremlin a 18 oligarcas. El objetivo de la reunión es fijar las reglas del juego que, a partir de ahora, determinarán las relaciones del nuevo �zar� con los grandes magnates que forjaron sus fortunas durante la etapa de Boris Yeltsin gracias a sus conexiones con el poder político y que, en los últimos meses, están sometidos a un cerco por fiscales inspirados por el mismo Putin. Según Boris Nemtsov, líder parlamentario de la Unión de Fuerzas de Derecha, el pacto a negociar mañana viernes es el siguiente: Putin aceptará no revisar las privatizaciones de la era de Yeltsin y prometerá luchar contra la burocracia corrupta, y los oligarcas aceptarán pagar sus impuestos y cumplir la ley.

 

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