Luego del fracaso de la cumbre de Camp David, los papeles se intercambiaron. Si en la residencia presidencial norteamericana, Israel y la Autoridad Palestina se mostraban los dientes mientras Estados Unidos mediaba, ahora serán palestinos y norteamericanos los que se enfrentarán mientras el gobierno israelí se dedica a garantizar su supervivencia. El líder palestino Yasser Arafat iniciará una gira por los países árabes para instar a sus gobiernos a que sigan apoyando la causa palestina, que en estas circunstancias se resume en la declaración del Estado el 13 de setiembre y en el reconocimiento de Jerusalén Oriental como su capital. Así intentará contrarrestar la gira que también harán funcionarios norteamericanos por los mismos países para convencer a los gobiernos árabes de que Arafat debe ceder en sus demandas sobre la Ciudad Santa. Mientras tanto, Barak se enfrenta a una dura reunión de gabinete el domingo, cuando se reanudarían las negociaciones palestino-israelíes, y a una semana política donde su gobierno puede ser liquidado. El canciller israelí, David Levy, ya plantó la bandera de guerra para pasado mañana. �No acepto los acuerdos que propuso Barak a Arafat. Los resultados de esa cumbre son graves y no nos llevarán a la paz�, sentenció Levy en referencia a los supuestas ofertas israelíes y norteamericanas de ceder a la Autoridad Palestina un control limitado de Jerusalén Oriental. Levy ya se había anticipado al frente de tormenta al negarse a viajar a Camp David, por considerar que Barak iba a ceder demasiado. De hecho, el canciller se sumó a una sentada en el Knesset (Parlamento) organizada por la oposición al gobierno que él mismo integra. Consultado sobre la más que posible renuncia al cargo, Levy dijo que discutirá el tema el mismo domingo con Barak. Si el canciller se va, esta partida le restaría al gobierno los votos de su partido Gesher. El premier israelí se reunió ayer con Ariel Sharon, líder del principal partido de la oposición, el derechista Likud, para informarle de lo ocurrido en Camp David. En realidad, dicen los medios políticos israelíes, Barak intentó sondear a Sharon para la formación de un gobierno de unidad nacional. El jefe del Likud salió de la reunión diciendo que dicho gobierno jamás cruzó sus pensamientos. De hecho, un diputado del Likud presentó una moción de censura contra el gobierno de Barak. También el izquierdista Unidad Arabe presentó otra moción de censura. Ambas medidas pueden desembocar en la autodisolución del Parlamento y en la convocatoria a elecciones generales en un plazo máximo de 60 días. Criticado desde la derecha y la izquierda, Barak deberá además soportar la probable derrota de su candidato, Shimon Peres, frente al del Likud, Moshé Katsav, en las elecciones presidenciales del próximo lunes. Mientras tanto, el principal partido derechista israelí ya piensa cómo atar de pies y manos a Barak: el diputado Yehoshua Matsa puso sobre la mesa un proyecto de ley para que cualquier cambio relativo a Jerusalén sea aprobado por un mínimo de 61 de los 120 diputados del Parlamento, y no por mayoría simple. Para Arafat, los frutos de Camp David no son tan amargos. Luego de ser muy bien recibido por los palestinos y por algunos países árabes a raíz de su intransigencia respecto de la soberanía de Jerusalén Oriental, Arafat reiteró ayer al diario La Gaceta Saudita que �la paz y la estabilidad no pueden ser instauradas en Medio Oriente sin Jerusalén como capital de un Estado palestino�. Eso mismo es motivo de presión y preocupación para Estados Unidos. La ofensiva diplomática norteamericana sobre las posiciones palestinas incluyen una gira por Medio Oriente del subsecretario de Estado para la región, Edward Walker, y duras advertencias de la Casa Blanca y el Congreso norteamericano respecto de la intención de Arafat de declarar un Estado palestino el 13 de setiembre. Al respecto, se espera que al menos Jordania, Arabia Saudita y Egipto cierren filas en apoyo a Arafat. En este contexto, según confirmó el negociador israelí Gilad Sher, palestinos e israelíes comenzarán una ronda de encuentros el domingo.
AYER EL MAGNATE GUSINSKI PUDO VIAJAR A ESPAÑA Desde ayer, Vladimir Gusinski, presidente del grupo de comunicación ruso Media-Most, encarcelado en junio acusado de estafa, está con su familia en su lujosa residencia en la ciudad española de Cádiz. El fiscal retiró el miércoles todos los cargos y levantó al magnate (que se apresuró a poner tierra de por medio) el embargo de sus bienes y la prohibición de viajar al extranjero. La noticia fue recibida ayer por los otros oligarcas como un presagio favorable ante la reunión que mantendrán hoy en el Kremlin.
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