Por Diego Fischerman
Johann Sebastian Bach tuvo dos biografías. La primera es la que cuenta la vida de un organista, maestro y compositor alemán nacido en Eisenach en 1685, padre de veinte hijos, casado dos veces y con un bien ganado prestigio en su oficio. Este músico, hijo, nieto y bisnieto de músicos, murió en Leipzig a los 65 años, poco después de haber quedado ciego.
La segunda historia es más interesante. Allí se relata la carrera de un compositor, desde sus comienzos como eficaz proveedor de obras para la Iglesia, para la corte o para la enseñanza, hasta su final encumbramiento como dios y custodio principal de la Idea de la Música Occidental. Esta segunda vida comienza en el preciso instante en que Johann Sebastian Bach, Cantor de Santo Tomás, muere, hacen hoy exactamente 250 años.
Su fama era menor que la de operistas como Haendel o Pergolesi. La ópera era un lenguaje popular y mucho más globalizado. Los títulos exitosos en Venecia se reponían en Dresde o París. Londres, por ejemplo, tenía, en esa época, dos teatros dedicados al género. El uso de la música religiosa era, por definición, mucho más local. Y Bach, lejos de los grandes centros culturales y de los géneros más ligados al mundo del espectáculo, no pasaba de ser un músico provinciano. Sin embargo, ya en el momento de su muerte algunos de los que lo conocían empezaban a hablar del segundo Bach. Del que resultó definitivo. De un compositor universal (en lugar de local) y abstracto (en lugar de ligado a contextos definidos). Ya en el momento de su muerte empezaba a nacer el mito de Bach como símbolo y ejemplo más perfecto de la música pura, eterna, universal y atemporal.
Su tercer hijo, el también compositor Carl Philipp Emanuel, con la ayuda de Johann Friedrich Agricola, uno de los antiguos discípulos de Johann Sebastian, redacta la siguiente necrológica: �Si hubo alguna vez un compositor que elevó la polifonía hasta su más grande potencia, ese fue seguramente nuestro Bach. Si algún músico ahondó alguna vez los secretos más oscuros de la armonía, y de la manera más ingeniosa, ese fue seguramente nuestro Bach. Ninguna persona logró como él, con esas materias tenidas generalmente como secas, dotarlas de una imaginación tal y de un pensamiento tan original. El era capaz de insuflar a cualquier tema, en un solo instante, con toda la ingeniosidad de tratamientos que conocía. Sus melodías a veces eran extrañas pero siempre variadas y ricas de invención. Si la seriedad de su temperamento lo movía a abordar la música elaborada, grave y profunda, él podía ser, cuando la situación lo demandaba, ligero y divertido. Tenía además la precisión más grande cuando dirigía. Sus ritmos, que en general tomaba con gran vivacidad, eran extremadamente seguros�.
Algunas palabras (�grave y profunda�, �secretos más oscuros de la armonía�) parecen hablar ya del Bach �absoluto� que iría construyéndose con los años y contrastan con otras (�imaginación�, �ingeniosidad�, �precisión�) que todavía se refieren a la eficacia en el oficio. Treinta y tres años más tarde, una pequeña nota publicada en la Magazin der Musik, escrita por el corresponsal en Bonn, define el rumbo definitivo en la valoración de la obra de Bach: �El pequeño Ludwig Van Beethoven, de 12 años, alumno del compositor Christian Gottlieb Neefe �el mismo antiguo alumno de la Universidad de Leipzig� toca con gran habilidad el clave. El toca la mayor parte del Clave bien Temperado de Sebastian Bach, que el Señor Neefe ha puesto en sus manos. Quien conoce este conjunto de preludios y fugas a través de todas las tonalidades (y que podríamos llamar el non plus ultra) sabe lo que esto significa�. A fines del siglo XVIII y principios del XIX, Bach ya era la biblia de los jóvenes pianistas. El Barón Gottfried van Swieten lo descubría para Mozart, Mendelssohn lo tocaba para un viejo Goethe extasiado y, algo más tarde, Schumann lo llamaba �pan cotidiano�. En 1802 ya se había publicado una biografía de Bach, escrita por Johann Nikolaus Forkel. Lo notable es queese escrito, en realidad, fundaba para la música la idea del pasado. Más allá de contar exegéticamente la vida de Johann Sebastian Bach, lo que ese libro hacía era instalar el concepto de historia, en una época en que la música era la que se hacía en el presente, en la Iglesia, en la corte o, a lo sumo, en los novedosos conciertos públicos a los que asistía la incipiente burguesía europea.
¿Quién era Bach? ¿Alguna vez supo que era un genio? ¿Alguna vez osó pensarse a sí mismo como alguien diferente al puntual oficinista de la música que, de hecho, fue durante toda su vida? ¿Pudo, tal vez, entrever que su música lo sobreviviría y pertenecería a la historia de la música (casi la encarnaría) en un momento en que la historia de la música aún no se había inventado? Para comprender la naturaleza de la obra de Johann Sebastian Bach es necesario acercarse a una época y un lugar en los que la idea de arte estaba mucho más cerca de la de artesanía, de la de un oficio duramente aprendido, que de la �expresión de sentimientos individuales y profundos� en los que se convertiría durante el Romanticismo. Lo que no quiere decir, por supuesto, que las obras de Bach no fueran artísticas sino, simplemente, que a él no se le hubiera ocurrido llamarlas así. O, mejor, que en los tiempos de la Iglesia Luterana y de las pequeñas cortes de principados y electorados del interior de Alemania, los compositores ponían lo mejor -.y lo más profundo� de su arte (de lo que hoy se llama arte) al servicio de funciones como el culto religioso, el entretenimiento palaciego y la enseñanza. Bach no compuso ninguna obra que no estuviera destinada a alguno de estos fines. Y sin embargo, a todas ellas les cabe la idea de música abstracta, de música pura o absoluta.
Johann Sebastian Bach en 20 Compacts
Las siguientes son las obras más importantes de Johann Sebastian Bach y sus mejores versiones en CD entre las que se consiguen en Buenos Aires:
Variaciones Goldberg, por Pierre Hantaï (Opus 111).
El Arte de la Fuga, por Gustav Leonhardt (Deutche Harmonia Mundi).
El Clave Bien Temperado, por Leonhardt (Deutsche Harmonia Mundi).
La Ofrenda Musical, por Barthold, Sigiswald y Wieland Kuijken y Robert Kohnen (Deutsche Harmonia Mundi).
4 Suites Orquestales, por Trevor Pinnock (Archiv).
Conciertos Brandeburgueses, por la Akademie für Alte Musik, Berlin (Harmonia Mundi).
Conciertos para violín, por Andrew Manze y Rachel Podger en violines (Harmonia Mundi).
Conciertos para clave, por Christoph Rousset (Decca).
Doble y Triple Concierto, por Pinnock (Archiv).
Sonatas para violín, por Andrew Manze (Harmonia Mundi).
Suites para cello solo, por Pieter Wispelwey �segunda versión� (Channel Classics).
Sonatas para viola da gamba y clave, por Jordi Savall y Ton Koopman (Alia Vox).
Suites para laúd, por Hopkinson Smith (Astrée/Auvidis).
Cantata BWV 106 �Actus Tragicus�, por Junghänel (Harmonia Mundi).
Cantatas para alto, por Andreas Schöll (Harmonia Mundi).
Cantata BWV 147 �Jesús Alegría del Hombre�, por Ton Koopman (en el volumen 7 de las Cantatas Completas, Erato).
La Pasión según San Mateo, por Herreweghe (Harmonia Mundi).
La Pasión según San Juan, por Herreweghe (Harmonia Mundi).
Misa en Si Menor, por Herreweghe (Harmonia Mundi).
Oratorio de Navidad, por Gardiner (Archiv). |
La mirada de los populares
Johann Sebastian Bach ofreció (y ofrece) un gran atractivo para los músicos populares. Parte de la cuestión tiene que ver con sus valores intrínsecos. Y otra parte, qué duda cabe, con el valor simbólico. Bach significa, entre otras cosas, calidad, refinamiento, abstracción y, sobre todo, saber musical. Será por eso que escribir fugas, sobre todo en los 60, era un imperativo categórico. Los Swingle Singers junto al Modern Jazz Quartet haciendo el �Ricercare a 6� de la Ofrenda Musical, la trompeta en �Penny Lane� de los Beatles, las fugas sin desarrollo de Piazzolla o la Bourrée de Jethro Tull (original de una de las suites para laúd de Bach) son apenas algunos de los ejemplos de la fascinación pop por el Maestro de Capilla de Leipzig. Entre los últimos vestigios de esta moda puede encontrarse el notable disco del inclasificable Uri Cane, junto a músicos como Cordula Breuer en flauta dulce o Joey Baron en clarinete, haciendo las Variaciones Goldberg. O, más bien, unas impredecibles variaciones capaces de ir desde el gospel al klezmer, sobre esas variaciones que alguna vez sirvieron para curar el insomnio. |
Las obras completas
Una obra compuesta por más de 1000 composiciones es bastante difícil de ser abarcada en su totalidad. Aun así, hay dos integrales discográficas en danza. Una es la monumental edición de Warner (150 CD), que abreva en los catálogos Teldec y Erato y que se consigue en disquerías especializadas de Buenos Aires. La otra está siendo publicada por el sello alemán Hanssler y aún no fue completada. La principal diferencia entre ambas es que la primera de ellas está integrada únicamente por versiones realizadas con instrumentos originales y de acuerdo con normas estilísticas de la época en que las obras fueron escritas. Sin llegar a tal exhaustividad, la edición Bach del sello francés Harmonia Mundi ofrece las obras más importantes y es la más homogénea en cuanto a la calidad de las interpretaciones. Además, los volúmenes (de 1, 2 o 3 CD) pueden adquirirse por separado. Las joyas de la colección son las versiones de La Ofrenda Musical, por Davitt Moroney, las Sonatas para viola da gamba y clave por Paolo Pandolfo y Rinaldo Alessandrini, varias de las cantatas dirigidas por Phiplippe Herreweghe y la interpretación de este director de la Pasión según San Mateo, acompañada por un excelente CD Rom. Las cantatas completas, por su parte, además de las que están incluidas en las colecciones de Warner y Hanssler, cuentan con dos integrales en curso: la editada por el sello sueco BIS, conducida por Hidemi Suzuki �excelente tanto en su calidad musical como en la fidelidad de la grabación� y la dirigida por Ton Koopman para Erato �con puntos altísimos en los grupos instrumentales y la única que responde al orden cronológico de composición�. |
El día de Bach en Internet
Además de los actos especiales que habrá en Leipzig �la sede de la iglesia de Santo Tomás, donde Johann Sebastian Bach trabajó hasta su muerte, el 28 de julio de 1750� hoy tendrá lugar un espectáculo multimediático, a través de Internet y de canales de televisión de 21 países, que aportarán programas en vivo y grabaciones desde Leipzig, Tokio, Cracovia, Aspen y Amsterdam. Durante el maratón participarán más de 400 músicos, entre ellos varios de los más destacados intérpretes bachianos del momento: la violinista Viktoria Mullova, los directores John Eliot Gardiner y Nikolaus Harnoncourt, y Ton Koopman al frente del mismo grupo que está registrando la integral de sus cantatas para el sello Erato. |
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