Por Felipe Yapur La convocatoria fue sorpresiva y con poco tiempo de anticipación. Ello no evitó que el jefe de la bancada oficialista, Darío Alessandro, concurriera a la quinta de Olivos acompañado de otros cinco diputados para encontrarse con Fernando de la Rúa y el ministro del Interior, Federico Storani. Durante la cena, el Presidente dejó trascender algunas de sus principales preocupaciones: el desempleo, el incremento de las tarifas, la relación con las provincias gobernadas por el PJ. De la Rúa pidió, y los diputados se comprometieron, reforzar la difusión de los actos de Gobierno y en especial las medidas para reactivar la economía. Finalmente les recordó que no descuiden algo fundamental: las elecciones del 2001. Poco antes de la cinco de la tarde del jueves sonó el teléfono en el despacho de Alessandro. Su secretaria le dijo que lo llamaba el Presidente en persona. --Lo espero en Olivos para hablar de política. Venga con algunos diputados-- dijo De la Rúa. El diputado inmediatamente pidió saber la nómina de los legisladores presentes en el Parlamento. Poco después partió raudo junto a los frepasistas Juan Pablo Cafiero, Nilda Garré, Rodolfo Rodil y los radicales Margarita Stolbizer y Jesús Rodríguez. En Olivos los esperaba el Presidente junto a Storani. Según fuentes de la Casa de Gobierno, la iniciativa surgió en el Ministerio del Interior con la intención de "abrir un poco el juego". La actitud sorprendió "gratamente" a los legisladores. Varios de ellos coincidieron en recordar que, desde el comienzo de la gestión de la Alianza, "De la Rúa había tenido pocos gestos de este estilo". Al parecer, el cambio en el jefe de Estado se produjo por los efectos no deseados que las políticas hasta ahora implementadas por el Gobierno --impuestazo y reducción de salarios-- puedan tener en el resultado de los estratégicos comicios del próximo año. El juego se abrió tanto que de la cena surgió el compromiso de repetir estos encuentros todos los lunes. Por lo pronto, la próxima semana el propio Storani participará de la reunión del bloque donde comunicará oficialmente la novedad y para avanzar en la discusión de la reforma política. La idea del Gobierno es que participe un grupo de diputados del bloque con la intención de escuchar propuestas. Durante la cena, De la Rúa confesó a sus interlocutores lo preocupado que lo tiene la dificultad que encuentran para hacer descender el índice de desocupación. Luego de la confesión presidencial, los legisladores se comprometieron a buscar la forma de darle un impulso al desarrollo de las pequeñas y medianas empresas como alternativa para generar empleo. El Presidente planteó, también, otro de los temas que lo inquieta: el incremento de las tarifas. Justamente sobre este punto, Alessandro recordó que el próximo viernes 11 de agosto están convocados al salón auditorio del Anexo de Diputados para participar de unas jornadas parlamentarias los titulares de los entes reguladores de las empresas de servicio para discutir la estrategia que les permita reducir las tarifas. El temario se fue ampliando hacia el lado de las administraciones provinciales y, sobre todo, en la reducción del gasto público. Fue así que analizaron el encuentro que De la Rúa mantuvo el miércoles con los gobernadores justicialistas. El Presidente insistió con que fue un encuentro "positivo y de buena fe", y les anticipó que tiene intención de avanzar con un nuevo pacto fiscal federal. Justamente éste fue el punto en que los mandatarios provinciales se mostraron contrarios --al menos frente a la prensa--, dejando solo a De la Rúa en la afirmación del buen clima que hubo durante dicho encuentro. Ninguno de los diputados presentes se animó a opinar sobre el estilo de gestión de De la Rúa, que concentra las negociaciones políticas con la oposición y que para varios de ellos todavía no arrojó resultados positivos. No lo hicieron porque no querían, como confesó uno de los legisladores, "provocar un disgusto que termine con la nueva mecánica que no estaban proponiendo".
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