Un "matrimonio" mal avenido entre dos brillantes compañeros de ruta
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Por Horacio Bernades "Un tipo como de dos metros de altura, pies enormes, ojitos malignos y nariz de pepino": eso dice Jack Lemmon de Walter Matthau en Primera plana. Con sólo agregar que el hombre tenía una voz como de cañería, derivada de su tabaquismo compulsivo, y que era capaz de patinarse toda una fortuna en las carreras, bien podría haber quedado escrita la lápida de Matthau, que el pasado 1º de julio ingresó definitivamente al cielo de la comedia. Tal vez a modo de homenaje o quizás por pura casualidad, la largamente postergada edición en video de Primera plana está llegando por estos días a los videoclubes, editada por el sello independiente Renacimiento. La edición sirve también para ir completando la videografía local de Billy Wilder, que a sus increíbles 94 años (recién cumplidos) no parece dispuesto a seguir, todavía, los pasos de su amigo. Matthau se llamaba Matuschanskayasky. Apellido, si se quiere, mucho más cómico que el artístico. Y que este grandote, nacido en 1920 en Nueva York y fallecido de un ataque cardíaco en Santa Mónica, California, heredó de sus padres, inmigrantes judíos venidos de Kiev. El primer síncope de su vida, Matuschanskayasky lo había tenido treinta y cuatro años antes. Casualmente, eso ocurrió durante el rodaje de The Fortune Cookie, primera película junto a quienes serían sus más notorios compañeros de ruta: Billy Wilder y Jack Lemmon. Por esa película de 1966, que en Argentina se conoció como En bandeja de plata, Matthau ganó el único Oscar de su vida, y delineó para siempre el personaje que sería de allí en más. Crápula gruñón y maniobrero, Matthau introduciría de allí en más, en el género "comedia", un inconfundible mal olor de cine negro. Olor que su roñoso y desprolijo fullero de Extraña pareja (1968, editada por AVH) llevó a su grado máximo de literalidad, y que en sentido algo más metafórico flotaría también sobre las comedias-Wilder, dándole siempre la réplica a Lemmon. La tríada Matthau-Lemmon-Wilder debutó con En bandeja de plata, continuó en Primera plana y se despidió con Compadres (1981, editada por Gativideo), despedida del cine para el gran Billy. Quien, cada vez más cerca del siglo de vida, no se resigna y amenaza con volver. Si en En bandeja de plata Matthau era el abogado marrullero que convencía a Lemmon de un chanchullo legal, y en Compadres lisa y llanamente, un asesino a sueldo que le complicaba la vida, esa típica dinámica de dominador/dominado se reedita en Primera plana, que Wilder filmó en 1974. Tercera y hasta ahora última versión cinematográfica de The Front Page, escrita por Ben Hecht y Charles McArthur a fines de los años 30, lo que hace Wilder es ubicar la ficción en el tiempo en que fue escrita. Eso la diferencia de las versiones anteriores, ambas editadas en video. La primera la dirigió Lewis Milestone en 1931. También llamada Primera plana, la editó el sello Memories. La segunda, de 1940, es la debida al gran Howard Hawks, y de ella circula una edición de Epoca, con el título Ayuno de amor. La Primera plana de Wilder transcurre en 1929 en Chicago, época y lugar donde también se desarrollaba Una Eva y dos Adanes. Matthau es Walter Burns, editor del Chicago Examiner, y Lemmon, su redactor-estrella, Hildy Johnson. Justo en el momento en que ambos tienen entre manos la nota que conmueve a la ciudad (la condena a muerte de un pobre tipo que mató sin querer a un policía negro), a Hildy se le ocurre casarse con Susan Sarandon, por entonces una piba, y largar todo para irse con ella a Filadelfia, donde ya tiene trabajo asegurado como redactor publicitario (raramente un personaje de Wilder se casa sólo por amor). Eso, siempre y cuando el tránsfuga de Burns y su propia adicción a la nota-bomba se lo permitan. Tratándose de Burns, puede asegurarse que el tipo va a recurrir a los golpes más bajos con tal de retener a Hildy. Vista desde hoy, Primera plana es, junto con Extraña pareja, una de las películas en las que más claramente puede leerse un posible componente homoerótico entre ambos cómicos, que en ambas funcionan como un matrimonio perfectamente mal avenido. Llamativamente, en Ayuno de amor, Hawks había hecho de ambos protagonistas un matrimonio. En la pareja Matthau/Lemmon, el primero es el tramoyero misógino, que maniobra para enemistar al otro con la tercera en discordia. Pero como nadie es perfecto, al final Hildy se irá con Sarandon. A menos que el tramposo de Matthau tenga una última carta marcada bajo la manga...
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