Por Luis Bruschtein Flavio Koutzii es coordinador del gabinete de Olivio Dutra, el carismático gobernador del estado de Rio Grande do Sul, Brasil, cuyo presupuesto equivale prácticamente al de la provincia de Buenos Aires. Koutzii, que al igual que Dutra, forma parte del Partido de los Trabajadores (PT), está organizando un Foro Social Mundial, una especie de anti Davos, que se realizará en enero próximo en ese estado brasileño para discutir estrategias alternativas al modelo neoliberal. "Es posible observar un reflujo de la oleada neoliberal en el planeta --afirma-- y ha llegado la hora de conformar un movimiento solidario entre aquellos que no están conformes con los efectos de la política que domina el mundo". --¿Cuál es el motivo de su estadía en Buenos Aires? --Se trata de contactar a personas, intelectuales, entidades como la Clacso que tiene una historia de trabajos de análisis, de investigación, a lo largo del continente, u organismos sociales como la CTA y otros. A principios del año que viene, los que promueven el actual orden mundial estarán, como siempre, reunidos en Davos, Suiza, en el Foro Económico Mundial. Los que se contraponen en todos esos países al pensamiento único y están construyendo alternativas estarán reunidos en Porto Alegre, Brasil, en el Foro Social Mundial. Centenares de organizaciones y personalidades de todo el mundo están haciendo una reflexión sobre el mundo al que fuimos a parar con la hegemonía absoluta de la ideología neoliberal y sus recetas económicas, con el control central del Fondo Monetario Internacional sobre los países indicándoles cómo operar sobre sus propias políticas, cómo mantener o constituir políticas públicas de salud, educación y financieras que es lo que se vivió claramente aquí en Argentina y también en Brasil. --Pese a que el discurso neoliberal ya no deslumbra, lo cierto es que todavía no se ha podido construir una alternativa en la práctica... --Es evidente que esta situación mundial comenzó un movimiento de reflujo. El discurso neoliberal perdió capacidad de atracción y fascinación frente a una izquierda que estuvo por algunos años impactada y perpleja desde la caída del Muro de Berlín, sin parámetros ni modelos. Por un lado el socialismo autoritario que existió sin valores democráticos esenciales está muerto, pero por el otro, sigue empeorando la explotación, la exclusión de la gente de sus derechos democráticos y sociales, aquellos que fueron la gran conquista del siglo que termina. Lejos de la retórica, una visión de este fin de siglo presenta avances extraordinarios a nivel de la tecnología, pero una tragedia aún más grande en las condiciones de vida concretas. Sobre esta reflexión se llegó a la decisión de que era posible constituir un Foro Social Mundial cuya reunión se efectuará en la última semana de enero del 2001. --¿Cuál será el objetivo de este Foro Social Mundial? --En principio, tenemos la sensación de que ha llegado el momento de producir un movimiento solidario, una vinculación más calificada entre aquellos que no están conformes con los efectos de la política que domina el mundo. Además, justo entre el 25 de enero y el 30 se realizará, como todos los años desde 1971, la reunión de Davos, que es una especie de cuartel general, centro de investigación y de elaboración privilegiado sostenido por los mayores capitales multinacionales. El objetivo de Davos es fortalecer elementos de análisis y de propagación de políticas que han provocado las reformas neoliberales en los principales países del mundo, así como esta centralización. El colapso del socialismo les dio libertad de intervención. Fue el desequilibrio de una balanza, independientemente de cómo se juzgue a esos socialismos. Pero entonces el bloque vencedor es el que impuso las reglas, el que controla la moneda cada vez más única que es el dólar, tiene el monopolio de la fuerza armada para intervenir cuando sea necesario y tiene un avance tecnológico que no para de crecer. O sea que también tiene el dominio del conocimiento, la concentración y evolución tecnológica. --¿Qué tipo de organismos y personalidades están convocando a participar en este foro? --Estamos invitando a Nelson Mandela y después muchos organismos y personas. En la última reunión que se realizó en Ginebra el mes pasado hubo diez mil personas y se decidió que el lugar de realización de este Foro sea Porto Alegre, estado de Rio Grande do Sul, por ser en parte el lugar donde se realiza un experimento político alternativo al proyecto neoliberal. Entre los más conocidos están Bernard Cassen que es el inspirador de la política de Attac, de Francia, y director de Le Monde Diplomatique, Greenpeace, Jubileo 2000, Public Citizen, Alfredo Guevara, Baltasar Garzón, Celso Furtado, Eduardo Galeano, Gabriel García Márquez, Günter Grass, Leonardo Boff, Joao Pedro Estéves, que dirige el MST de Brasil, Lula Da Silva, Noam Chomsky, Ralph Nader, Rigoberta Menchú, José Saramago, José Salgado, Susan George, Shanana Gusman, el dirigente de Timor Oeste, Jürgen Habermas... Pero ésta es una lista precaria, inicial. Justamente el motivo de este viaje fue reunirme con la Clacso, la CTA, y con grupos que llevan temas de minorías. Ellos entrarán libremente en contacto con el comité organizador para sugerir nuevos invitados. --Una cosa es discutir al neoliberalismo en el plano teórico y otra, enfrentar las estructuras de control y poder que ha desarrollado y que muchas veces tienen más fuerza que los presidentes y las nuevas autoridades políticas... --Es indudable. Así está la situación por un lado y por el otro hay una cantidad de gente que se da cuenta de que las cosas así no van más y buscan formas para empezar a reaccionar. Si el foro se consolida, la propuesta es que sea anual. Tengo una militancia de 40 años, estuve siete años exiliado en Argentina, con toda humildad, sé de lo que estoy hablando. En los 12 años de gobernar la capital, Porto Alegre, tuvimos que afrontar dilemas terribles y aun así no me animaría a decir que en el 2002, cuando termine nuestro período de gobierno en Rio Grande do Sul, habremos resuelto todos esos dilemas. Pero tenemos una enorme posibilidad de que conduciendo, aun medianamente, las cosas podremos empezar a revertir la situación. Porque en Brasil el modelo es parecido al de aquí: por ejemplo los servicios fueron privatizados y han triplicado las tarifas y los entes reguladores son nacionales, lejos de nuestro alcance, puestos por Fernando Henrique. Percibimos esta situación, igual que la gente que nos ha votado y estamos haciendo el intento de gobernar para cambiar esta situación. --Más que un problema teórico, para ustedes ya se ha convertido en una cuestión de sobrevivencia concreta. --Es un tema teórico, un desafío político muy grande y un tema práctico. ¿Cómo gobernar --y esto vale para la futura intendencia de Buenos Aires también-- estableciendo una relación distinta con estos centros de poder económico? En Ginebra se reconoció este esfuerzo y por eso se designó a Rio Grande do Sul como sede del foro. En Brasil también hubo programas de retiro voluntario y nosotros paramos con eso. Dijimos que no venderíamos más patrimonio público y no vendimos, mantuvimos el Banco Provincial estatal y es el único que existe en Brasil, a todos los demás los hicieron trizas. Entonces dijeron que la recaudación no alcanzaba para gobernar así que teníamos que vender algo y nosotros no vendimos ni echamos trabajadores. --Aquí se discutió mucho de que el poder político, el Estado, debía encontrar nuevas formas de relación con el poder económico y se suponía que ésa sería una de las metas de este gobierno... --Yo he salido electo diputado en tres elecciones. En esta última, en las que ganamos el Estado provincial, pasé al gabinete de gobierno. En la gestión anterior, 94-98, pasó algo que no creo que ni acá haya ocurrido. Antonio Brito, el entonces gobernador del estado, del PMDB, hablaba del "activo inmovilizado" en referencia al patrimonio público. Dijo que quería convertir ese "activo inmovilizado" en liquidez, que entonces iba a vender. Entonces privatizó y recaudó cinco mil millones de reales, lo que es igual a un presupuesto anual del Estado provincial. Iba a gobernar cuatro años con cinco presupuestos. Dijo que usaría ese dinero como una palanca para atraer inversiones multinacionales de las más grandes y entró en negociaciones con la General Motors. Yo había criticado mucho esta política como diputado. Un funcionario público vino a verme indignado para darme la copia de un cheque por 253 millones de dólares del gobernador Britos para la General Motors. Armé un escándalo impresionante. Para atraer a la GM, Britos le dio 253 millones que debían ser devueltos después de un período de gracia de diez años, sin corrección monetaria por inflación, ni interés. --¿No resulta contradictorio con la idea del liberalismo que se opone a que el Estado subvencione o actúe como empresario? --El liberalismo se opone a que el Estado actúe como empresario, pero no a que regale plata para que otro monte la empresa. La GM demoró un año en levantar la fábrica y operó en el mercado financiero durante un año con esos 253 millones, lo que le dio cien millones más, líquidos, sin actividad productiva. Etapa número dos: la GM necesitaba invertir para poner en operaciones a la fábrica. Por ley, la GM tenía que pagar el 11 por ciento del valor de cada coche. La exceptuaron del pago por un cuarto de siglo. Se postergó el impuesto sin corrección monetaria ni interés. Pero además de la fábrica central, todas las fábricas subsidiarias se beneficiaron con el mismo sistema. Ese es el modelo. La derecha se deshacía en elogios, estaba la modernidad, había empleo y tecnología de punta. Cuando se instaló la Volkswagen, 40 años atrás, contrató a 30 mil obreros. Ahora fueron 1300. Este es el sistema, el modelo, y ésta es la discusión en la práctica, todo el negocio lo está poniendo el capital del Estado que no se beneficia en casi nada. Es un negocio muy desigual. --¿Ustedes pudieron revertir algunos de los términos de ese contrato? --No podíamos porque, cuando asumimos, ya había sido aprobado y el dinero ya lo tenían ellos. La misma maniobra se estaba haciendo con la Ford, que exigía 440 millones de dólares. Fue un verdadero drama para nosotros el año pasado, empezamos a discutir, no somos petardistas, hicimos concesiones importantes, sabíamos que teníamos que ir despacio, más o menos teníamos un límite porque nos dábamos cuenta de que la gente que nos había votado, que vota una posición progresista, también nos ponía un límite. Pero en determinado momento ellos no aceptaron tener una negociación con nosotros y se fueron. Fue una señal brutal. Se acaba de inaugurar la planta de GM y los diarios publicaron en la primera plana la foto de la fábrica de GM y, junto a ella, otra del solar vacío donde debería haber estado la Ford. --¿Esos temas serán discutidos en el foro? --Estas experiencias que hemos tenido en el gobierno plantean los mismos ejes temáticos que se están discutiendo en todo el mundo, por eso para nosotros tiene tanta importancia el foro. En los ejes temáticos se habla del control social sobre la circulación internacional de capital; control social sobre las inversiones; crecimiento económico al servicio del desarrollo social; la responsabilidad social de la empresa y la eliminación de la miseria en el mundo. Pensamos que al foro asistirán por lo menos tres mil personas. Se funcionará en grandes plenarios por la mañana y en comisiones por la tarde, vamos a usar los campus de dos o tres universidades. Se trata también de establecer nuevas formas de relación entre lo público y lo privado y discutir a partir de ellas cuál es la libertad que tiene el gobernante, aunque legítimamente electo, de manejar lo público sin formas de control. --¿Cómo es la relación entre el gobierno actual y el sector empresario de Rio Grande do Sul? --Es durísima. Hay un dicho en Brasil que dice que uno no debe meterse de pato a garza, en la escala de jerarquía de las aves. Con esto quiero decir que empezamos por lo primero y de acuerdo con lo que nos permite la legalidad y los ciudadanos. Aun así, ha sido una experiencia muy difícil, y la guerra que nos hacen en el plano político es muy fuerte, tratando de generar temor y desconfianza entre la gente. Sabemos que tenemos que ir despacio, con mucha cautela y que todos tengan su lugar, pero es muy difícil para el sector empresario aceptar nuevas reglas distintas a las que tanto los beneficiaron. Por ejemplo hay una ley que se llama Fondo BEN, que es un fondo de ayuda a las empresas, que consiste en que ante una nueva inversión en cualquier rama, la empresa puede venir al Estado para acogerse a esta ley, por lo que será exceptuada durante ocho años del 75 por ciento de los impuestos que debería pagar por la parte nueva. A partir de esa ley nadie más puso un clavo en la pared sin pedir el fondo. Veníamos de una experiencia parlamentaria donde criticábamos esta práctica como sistema, o sea que el Estado está cediendo derechos en el marco de esta lógica de la economía neoliberal con una serie de leyes y decretos que le van quitando libertad. --¿En ese contexto se ha dado la puja entre los distintos Estados provinciales en Brasil? --Brasil es una federación y el Estado Nacional empobrecido se retiró y generó lo que los medios llaman "guerra fiscal" entre las provincias. El gobernador de Minas Gerais, por ejemplo, viene a Rio Grande do Sul para reunirse con los fabricantes de muebles y les ofrece condiciones ventajosas para que abandonen este estado y se vayan a otro. No es una caricatura, funciona así. Nos dimos cuenta de que la economía de la provincia estaba demasiado dependiente del Fondo Ben. Pasamos diez meses estudiándolo y, en vez de liquidarlo, hicimos una transición que es una especie de tablita que otorga beneficios según el tipo de inversión, según la zona donde se localice, la cantidad de mano de obra que insumirá, etc. Fue una cosa modesta, los empresarios y el PMDB igual pusieron el grito en el cielo, pero finalmente aceptaron... --¿Después de esa polarización tan fuerte durante la elección, se encarriló esa relación en una forma más sensata? --Después de las elecciones ellos siguieron disputando cada centímetro, hasta hoy. Es bloque contra bloque. Frente a una derrota que no esperaban manifestaban un humor muy agrio. En el Parlamento gaúcho, el PMDB tiene 35 y nosotros 20 diputados. La oposición es muy fuerte y el conflicto es permanente. Nosotros volvimos a dar al Estado un papel regulador, pese a que la administración anterior lo había dejado completamente deshecho. --¿Han desarrollado formas de control y participación social en la gestión de gobierno? --Es muy importante la experiencia que estamos haciendo con el presupuesto participativo. El presupuesto en cualquier provincia tiene una base general que es una previsión de recursos y una previsión de gastos, así de sencillo. Uno sabe de antemano que el 82 por ciento, y ahora lo bajamos al 79 por ciento, de nuestros recursos son para pagar lo que se llama la hoja de personal. Lo que queda es para invertir. La población no puede decidir sobre la hoja de personal, porque es ya un derecho adquirido por el trabajador, pero sí sobre lo que queda. Hay que ver cuando se realizan las reuniones qué gente participa y cómo. Es difícil imaginarlo sin satanizarlo o mitificarlo. Se da una participación natural y espontánea, mucha gente se va por las ramas, otros hacen grandes discursos, pero así es la participación espontánea, con pasiones, convicciones y particularismos. Las reuniones son abiertas para todos los ciudadanos en los 465 municipios de la provincia. En todos los municipios se discute el presupuesto. En alguno se vota por una escuela, por ejemplo, en otros por financiamiento para la agricultura; bueno, la gente va estableciendo en cada municipio las prioridades de ese gasto. Los funcionarios registran los planteos. El gobierno recibe las planillas con las demandas de todas las regiones y elabora el presupuesto que luego será sometido a votación en el Parlamento gaúcho. --¿El sistema político tradicional acepta esta participación directa de los ciudadanos? --Ahí se crea una dinámica nueva en la relación del Parlamento con la sociedad. Porque es común que el parlamentario, el concejal, use el asfalto o la electricidad para una práctica clientelista. Con esta modalidad el clientelismo no existe más. Por eso un sector de la clase política dice que es un atentado contra las instituciones. En el primer año participaron 190 mil personas en las discusiones del presupuesto y en el segundo año van 280 mil personas. Además, la gente elige sus delegados del encuentro que es un órgano permanente. Cuando finaliza la discusión de las prioridades de la comunidad durante el primer semestre, esos representantes se reúnen en una estructura cuyo fin es el de actuar como fiscales, hacen un control para que se cumpla lo que discutieron.
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