Por Romina Calderaro
Irma Roy, coqueta, quiso aclarar el asunto: "Presido la sesión
de hoy por mérito y no por edad. Es bueno que la gente sepa que
en este recinto hay diputados más grandes que yo", dijo para
romper el hielo de lo que fue una suerte de primer día de clases.
Después, empezó a tomarles juramento a los hombres y mujeres
con los que compartirá la Legislatura porteña a partir del
6 de agosto. La "sesión preparatoria" tuvo de todo: silbidos
para Mario "Pacho" O' Donnell y Martha Oyhanarte, gritos a Juliana
Marino, a quien le pedían que devolviera la banca, referencias
a los desaparecidos, juramentos con el puño en izquierdo alto y
frases que en la anterior gestión no se hubieran oído, como
una de Vilma Ripoll, que a su turno confesó el compromiso de "tratar
de lograr una sociedad socialista".
La jura fue ayer a las doce del mediodía. Además de los
legisladores electos, estuvieron Domingo Cavallo con su esposa Sonia,
Carlos Ruckauf con su mujer María Isabel Zapatero, Gustavo Beliz
y la ministra de Desarrollo Social, Graciela Fernández Meijde.
Los juramentos fueron convencionales, salvo por los de los legisladores
de Izquierda Unida, Vilma y Patricio Echegaray, quienes le pidieron permiso
a Roy para agregar unas palabras. "Mi compromiso es con la clase
trabajadora y sus luchas, con los treinta mil desaparecidos y para tratar
de lograr una sociedad socialista", anunciaron, ella primero y él
después. Ambos juraron con el brazo izquierdo en alto y el puño
cerrado. Jorge Altamira imitó el gesto, pero con su mano derecha.
"Ya pueden bajar el puño", bromeó Roy al ver que
ya había terminado el juramento y los representantes de la izquierda
seguían con el brazo petrificado.
Irma
Roy, como cada vez que tiene un evento importante, apareció por
la peluquería a las nueve de la mañana. De punta en blanco, la
diputada de PAIS repartió besos y abrazos con marcado pluralismo
durante el cóctel. Acá se la ve con el primer legislador de la
Alianza, Enrique Olivera.
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Por
una vez, el gobernador bonaerense, Carlos Ruckauf, no es el que
sonríe de oreja a oreja. La que sí lo hace es la vicejefa de Gobierno
porteño, Cecilia Felgueras. Hasta último momento, nadie supo si
Ruckauf asistiría a la jura de los legisladores, aunque estaba
invitado desde la semana anterior.
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El premio a los más silbados lo ganaron Mario "Pacho"
O'Donnell --al que algún seguidor intentó defender al grito
de ¡gorilas!-- y la ex radical Marta Oyhanarte, quien en la elección
porteña encabezó la lista de Domingo Cavallo. Mientras que
el mal momento decidió a Pacho a no participar del cóctel
en el Salón Dorado, donde se entregaban las medallas, Oyhanarte
prefirió volver a dar la cara y resistir sonriente los abucheos
cuando Ibarra le entregó la distinción. Juliana Marino,
quien el '97 ingresó a la Legislatura como candidata del PJ y ahora
lo hizo como titular de una lista del peronismo disidente que apoyó
a Ibarra para la Jefatura de Gobierno porteño, también tuvo
que pagar un costo por el pase: cuando le tocó jurar le gritaron,
con poca sutileza, "entregá la banca". Ella no se hizo
la desentendida, replicó que no, que no iba a entregar nada.
Para empezar a delinear lo que seguramente será una constante en
la nueva Legislatura, los representantes de la izquierda se opusieron
a todo lo que se votó en el día. Es decir, a que Enrique
Olivera sea el vicepresidente primero de la Legislatura, Jorge Srur el
vicepresidente segundo y a que Irma Roy presidiera la sesión. "No
nos consultaron", dijeron sobre los nombramientos de Olivera y Srur.
"Y lo de Irma fue una cuestión formal: el mayor de los legisladores
es Abel Latendorf y creemos que él tendría que haber presidido",
argumentaron. De todas formas, no hicieron número para cambiar
los nombres. "Si se van a oponer a cualquier pavada para figurar
va a ser una cagada", graficó a este diario un diputado de
otra fuerza política.
Ni Cavallo ni Beliz se quedaron a la entrega de medallas. Tampoco Ruckauf.
El Salón Dorado de la Legislatura se llenó de diputados
con sus familias y amigos y era difícil caminar sin arruinar una
foto a punto de ser tomada. Jorge Srur, uno de los hombres de mayor confianza
de Gustavo Beliz, contaba a quien quisiera oírlo que estaba emocionado.
Irma Roy paseaba su sonrisa y un vistoso chal violeta, mientras Diego
Santilli festejaba junto a otros belizistas su primera vez como diputado.
La nueva Legislatura porteña se estrenará el próximo
domingo 6 de agosto y tendrá entre sus 60 miembros a 22 legisladores
que renovarán sus mandatos. Es tiempo de mudanzas, y hasta el próximo
domingo convivirán en el edificio los diputados actuales y los
electos.
El bloque de la Alianza tendrá 24 legisladores y el de Encuentro
por la Ciudad --la coalición que integran Beliz y Cavallo-- 20.
Por PAIS, el partido de Irma Roy, estarán Eduardo Valdés,
Alicia Pierini y Gerardo Comte Grand. Este último fue el único
ausente con aviso de la ceremonia. Y tenía buenos motivos para
perderse la ceremonia: está de viaje por Europa. El bloque de la
UCeDé, que en las elecciones porteñas apoyó a la
Alianza, lleva al ex concejal Julio Crespo Campos y a Ricardo Busacca,
aunque ya se habló de que Busacca está pensando en separarse
y formar un monobloque. El bloque de Izquierda Unida quedará integrado
por Vilma Ripoll y Patricio Echegaray. Jorge Altamira representa al Partido
Obrero y Lía Méndez al Humanista. Buenos Aires para Todos,
el partido que postulaba como candidato al ex ombudsman Antonio Cartañá,
tendrá a Jorge Giorno. Y ya no contará en sus filas a Abel
Latendorf, quien resolvió crear un monobloque y "jugar"
para la izquierda. Si los integrantes de la flamante Legislatura se comportan
como ayer, una cosa es segura: nadie se va a aburrir.
Pacho
O'Donnell, el único mohicano elegido por el PJ, en otros tiempos
militante radical, pasó un mal momento. Lo silbaron y prefirió
no asistir a la entrega de medallas. En los extremos de la foto
dos peronistas electos por otras listas: María Laura Leguizamón,
de Encuentro por la Ciudad, y Eduardo Valdés, de PAIS.
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Aníbal
Ibarra y Domingo Cavallo, el jefe de Gobierno porteño y el jefe
de la oposición, se saludaron amistosamente. Como si Cavallo jamás
hubiera dicho que Ibarra era un "lacayo" o un "impotente". Sonia,
la esposa de Cavallo, miraba, aprobadora. La procesión, quizás,
iba por dentro.
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