Por Mónica
Gutiérrez
Desde Córdoba
La mujer de Miguel Hernández, periodista de la ciudad de Cosquín,
fue atacada el domingo a la noche por tres sujetos que le advirtieron
que no sigan con sus manifestaciones de repudio al ex cabo
del Ejército Miguel Angel Pérez, activo represor durante
la dictadura militar. Elizabeth Ceballos y su pareja habían participado
activamente en el escrache que organismos de derechos humanos realizaron
contra Pérez el 17 de julio pasado. En abril, el ex cabo confesó
haber asesinado de un tiro en la cabeza al estudiante Raúl Augusto
Bauducco, preso por razones políticas en la Penitenciaría
1 de Córdoba. La policía provincial trata de desplazar hacia
otra hipótesis el móvil del atentado.
El domingo a las 23.30, su pareja apareció maniatada y amordazada
en una esquina de la ciudad, frente al domicilio de Emilio Avalos, donde
se encontraba Hernández reunido con ex presos políticos
y familiares. Había sido sorprendida a la vuelta de su casa por
tres hombres encapuchados que la subieron a un auto, la golpearon y vejaron,
al mismo tiempo que le advertían sobre la participación
activa de su novio en la agrupación Hijos. La joven de 28 años
fue rociada con aerosoles y cruelmente torturada. Un testigo del secuestro
de Ceballos refrendó la hipótesis de que quienes la llevaron
le hacían advertencias sobre su pareja.
El ex cabo Pérez sacó a relucir su pasado cuando en abril
tuvo que declarar como testigo ante la Justicia federal, en el marco de
la causa de la verdad histórica, y debió admitir que en
1976 mató de un tiro en la cabeza en la cárcel de San Martín
al preso político Paco Bauducco, estudiante de periodismo, porque
se resistió a realizar movimientos vivos en el patio de la penitenciaría.
Pérez trabaja como fotógrafo y es dueño de una productora
televisiva en la ciudad serrana. Primero el sindicato de prensa y luego
todos los organismos de derechos humanos, acompañados por algunos
legisladores, repudiaron a Pérez, quien hace años trabaja
como reportero en el valle de Punilla.
Al igual que como sucedía durante la dictadura con este tipo de
denuncias, algunos investigadores comenzaron ayer a poner en duda la relación
del terrible hecho con el ex represor e intentaron sembrar las típicas
dudas de las que, lamentablemente, se hicieron eco algunos medios locales.
Llama la atención que la joven Ceballos todavía se
niega a declarar ante la policía, se extrañaban en
la mañana de ayer algunos policías pese a que la joven Ceballos
presentó la denuncia policial, estuvo declarando dos horas ante
la fiscal de Cosquín, María Alejandra Hill, y sus golpes
fueron constatados en un hospital público. Hernández indicó
que su mujer estaba muy dolorida por los golpes y shockeada por
el hecho y que sería llevada a la capital cordobesa para
que se le realice un estudio de mayor complejidad. Tanto Hernández
como Avalos señalaron que ya habían recibido amenazas y
que en una oportunidad un grupo de desconocidos apedreó la casa
del periodista.
En un comunicado dado a conocer anoche, las agrupaciones Hijos, Abuelas
de Plaza de Mayo, Familiares de ex Detenidos Desaparecidos y el Círculo
Sindical de la Prensa de Córdoba, entre otras, denunciaron la
directa vinculación de la brutal agresión con el escrache
a Pérez. Las muestras de debilidad del gobierno nacional
son las que permiten, en última instancia, hechos como el sucedido
en Cosquín, opinó a su vez el diputado nacional Atilio
Tazzioli.
OPINION
Por Luis Bruschtein
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Editorial contra
el escrache
El
domingo a la noche la mujer de un periodista de Cosquín
fue secuestrada por tres encapuchados que le pintaron la zona
genital con pintura roja y la hirieron en el pecho con un vidrio.
Fue una amenaza para que su pareja no participe en escraches a
represores de la dictadura. El mismo día del secuestro,
el diario La Nación dedicó su editorial a denunciar
la práctica nazi y amenazante del
escrache.
Es de suponer, con esta lectura, que los encapuchados serían,
entonces, antinazis. Son los mismos que, según algunos,
salieron en defensa de la democracia en los 70. Algunos de los
que decían eso, como los Blaquier, incluso les facilitaron
inteligencia y movilidad en la Noche de los Apagones cuando fueron
secuestrados 300 vecinos en un pueblo de Jujuy, donde está
el Ingenio Ledesma, propiedad de los Blaquier.
El repudio y la amenaza tienen diferencias que quizás el
editorialista de La Nación no acierta a distinguir. Por
ejemplo: mientras tenían secuestrada a la mujer en Cosquín,
los encapuchados la amenazaron con que, si su marido no
la terminaba con los escraches, se ocuparían de su hija
de 9 años. El escrache a la señora Nelly Arrieta
de Blaquier, presidenta de la Asociación Amigos del Museo
de Bellas Artes, fue grabado por los medios y no hubo amenazas,
sino más bien repudio.
La Nación quiere que no haya más escraches a los
secuestradores. La agrupación HIJOS que son hijos
de secuestrados hace los escraches para que no haya más
secuestros. Esa también es una diferencia. La Nación
acusa de violentos a quienes participan en escraches,
que consisten en pararse frente al domicilio de represores y denunciarlos.
Pero violencia es lo que hicieron los encapuchados al secuestrar
y torturar a una persona para que no participe en los escraches.
Es cierto también que no es lo mismo un secuestro que un
editorial. Uno es violento y el otro no. También es cierto
que La Nación salió en defensa de la señora
de Blaquier y en cambio los secuestradores lo hicieron por el
escrachado ex cabo Pérez, que vive en Cosquín. No
es lo mismo Pérez que Blaquier.
En este país hubo mucha violencia. Por eso, decir que los
escraches son violentos, cuando su esencia es la no violencia,
es una mentira interesada. Lo que se quiere evitar es el repudio
a los represores y forma parte de la misma campaña que
impulsa una supuesta mesa de reconciliación contra los
Juicios por la Verdad y los juicios por apropiación de
bebés. Aunque resulte molesto a La Nación y a las
autoridades militares, mientras insistan con ese discurso van
a quedar siempre embarrados con energúmenos insociales
como los encapuchados de Cosquín.
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