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LA CORTE SUPREMA FALLARIA HOY SOBRE EL DESAFUERO
Pinochet se queda sin bastón



Por Manuel Delano
Desde Santiago

t.gif (862 bytes)  Con la mayoría de los pronósticos en contra, el ex dictador Augusto Pinochet Ugarte –el mismo que hace casi 27 años destruyera la democracia chilena con el golpe militar que derrocó a Salvador Allende en 1973– seguramente enfrente hoy el fallo de la Corte Suprema sobre su inmunidad parlamentaria que, si ratifica el desafuero que ya concedió la Corte de Apelaciones de Santiago por 13 votos contra nueve el 5 de junio pasado, lo despojará de su blindaje protector legal y dejará las puertas abiertas a un proceso por 19 secuestros calificados de la “Caravana de la Muerte”. Lejos de estar convulsionado por esta situación, el país parece vivir en normalidad la proximidad del fallo.
Sólo si el fallo es favorable a Pinochet –algo que muy pocos esperan después de que la misma Corte Suprema negara la semana pasada, por 11 votos contra nueve, la petición de la defensa del ex dictador de que se le practicaran exámenes médicos con el objetivo de impedir o paralizar el proceso– son previsibles manifestaciones y agitación en las calles por parte de los familiares de las víctimas de la dictadura.
Si la Corte decide desaforar a Pinochet, su futuro quedaría en manos del juez Juan Guzmán Tapia, a cargo de la mayoría de las 154 querellas en contra del ex dictador y quien pidió formalmente su desafuero. Sólo existen dos posibilidades para que el fallo no sea emitido hoy: que alguno de los 20 jueces solicite más tiempo para examinar el expediente o que después de haberlo estudiado decida que los exámenes médicos ahora sí son pertinentes. Si eso no ocurre y el desafuero prospera, la realización de esos estudios quedaría en manos del juez Guzmán, quien debería ordenarlos de acuerdo con la ley, que establece esa reserva para personas mayores de 70 años. Sin embargo, su familia adelantó que Pinochet no aceptará ser sometido a ningún tipo de examen por la humillación que significaría para él una declaración oficial de senilidad que deje asentado en la historia que evitó ser juzgado por estar loco o demente.
En el ejército, cuya comandancia en jefe Pinochet traspasó hace dos años y medio a su sucesor, el general Ricardo Izurieta, la preocupación es sólo del alto mando. En los escenarios que se manejan en el palacio presidencial de La Moneda se espera –si el fallo es adverso al ex dictador– una declaración en la que el ejército exprese su dolor por la suerte de su ex jefe pero a la vez acate la sentencia. Y casi nada más. Es que después del acuerdo de la Mesa de Diálogo para la búsqueda por parte de los militares de los cuerpos de los detenidos-desaparecidos, se despejó en Chile el clima de rechazo que habían suscitado en las fuerzas armadas los juicios a los militares y a su ex jefe. Ahora, éstas esperan que la entrega de información conduzca a un cierre de los procesos o, al menos, al término del “desfile” de militares en los tribunales.
Los partidarios de Pinochet ya anticiparon su reacción a un posible fallo negativo hacia quien fuera su líder durante décadas: acusarán a la Corte Suprema de dictar una sentencia “política” en la que los jueces se dejaron presionar por el gobierno y por la izquierda, y dirán que Pinochet estaba condenado de antemano. Pero no se comprometerán más allá, y no embarcarán a su máxima figura, el ex candidato presidencial Joaquín Lavín y actual postulante a la Municipalidad de Santiago, en una solidaridad de dudosos resultados con un anciano de 84 años a sólo tres meses de una elección municipal. En la derecha y el empresariado todos tienen presente que durante la campaña presidencial Lavín subió hasta el 48 por ciento porque pudo separar su imagen de la del ex dictador.

 

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