Acostumbrado a los equilibrios inestables, el primer ministro de Israel, Ehud Barak, recibió ayer una de cal y una de arena. La buena noticia fue que salió airoso de una moción de censura del Knesset (Parlamento), que no logró la mayoría absoluta de 61 votos para hacer caer al gobierno liderado por el premier laborista, con lo que buscaba castigarlo por las supuestas concesiones que habría hecho a los palestinos en la frustrada cumbre de Camp David. La mala había ocurrido apenas unas horas antes, con la derrota de aristas humillantes de su candidato a la presidencia, el ex primer ministro y premio Nobel de la Paz Shimon Peres, a manos del rabioso opositor Moshé Katzav (nacido en Irán), del derechista partido Likud, enemigo de las negociaciones de paz. Las repetidas concesiones de Barak en las últimas semanas al partido religioso y ultraortodoxo Shas (su socio en el gobierno) parecen haber dado algunos frutos. En el Knesset, donde el premier perdió la mayoría con el alejamiento de tres partidos de su coalición a principios de julio, 50 diputados votaron a favor de la moción de censura, 50 lo hicieron en contra y ocho se abstuvieron, sobre un total de 120 diputados. Sin embargo, la jugada del Shas fue doble: a la hora de votar por el presidente, sus votos no fueron tan claros y ayudaron, en cambio, a elegir a Katzav como octavo jefe de Estado de Israel desde 1948 por 63 votos contra 57 para el laborista Shimon Peres. Horas después del revés para su candidato presidencial, Barak afirmó que la elección no afectará las siempre trabadas negociaciones de paz para la región. He transmitido mis felicitaciones al presidente electo Katzav, pero ello no tiene nada que ver con el gobierno o el proceso de paz, aseguró a la CNN. Aunque en el ámbito local, en diálogo con la radio pública, el premier se declaró desolado por la derrota de Peres. Por su parte, la reacción del ex premier también puso en evidencia su desolación. El domingo, antes de su derrota, Peres había presentado su carta de renuncia como ministro de Cooperación Regional. Ayer por la noche, después de haber sido humillado por el líder del Likud, rectificó su decisión y aseguró a Barak que retiraba su renuncia para poder dedicarse a impulsar el proceso de paz en Medio Oriente. Si las conversaciones de paz con los palestinos ya eran materia de crisis y amenazas políticas en Israel, la presidencia a cargo de un hombre del Likud promete cualquier cosa menos facilitarlas. Mañana, el Knesset volverá a reunirse para examinar un proyecto de ley sobre la disolución de la Cámara y unas elecciones anticipadas, ambas medidas impulsadas por el Likud. Ayer, el máximo líder de este partido, Ariel Sharon, acusó al primer ministro de poner en peligro a Israel y de haber traicionado su compromiso de mantener la unidad de Jerusalén, principal traba de la cumbre de Camp David: Creo que existe la sensación de que Barak nos está conduciendo por un camino muy peligroso, y ha llegado la hora de reemplazar a su gobierno. Esta votación muestra que el pueblo no aprueba las políticas de Ehud Barak. En el barrio Mahane Yehuda de Jerusalén, bastión del Shas, la alegría por la derrota de Peres acompañaba a la del Likud. Shimon Peres es un mentiroso y un asesino de judíos comentaron representantes del partido ultrarreligioso. Mientras los ómnibus explotaban en Israel, él aún quería seguir adelante con el proceso de paz.
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