SEPTIMO DIA DE LA MARCHA POR EL TRABAJO, DE LA CTA
Zárate, a mitad de camino

 Un maestro de La Quiaca toca la quena, un minero de Río Grande y un estatal de Chilecito, apodado �El tableta�, lo acompañan con sus redoblantes a la cabeza de la Marcha Grande por el Trabajo. El de la quena, acostumbrado a la altura, toca carnavalitos y apura el paso mientras atrás van resoplando más de 200 trabajadores llegados de todo el país. Hay mineros del sur y metalúrgicos de Villa Constitución, estatales de la Patagonia, docentes de Ushuauaia, periodistas, jubilados y desocupados porteños y judiciales de La Plata y más atrás una caravana de ómnibus y ambulancias más un trencito festivo del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo. Como un pequeño ejército loco y desarmado caminan por la ruta 9 y alguna gente se llega en bicicleta hasta los cruces de tierra y los aplaude, algunos con timidez, pero una mujer se anima y grita �¡Vamos, muchachos! ¡Viva la Patria!�.
Ayer, cuando llegaron a Zárate, se cumplió la séptima jornada de la marcha organizada por la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Partió de Rosario el 26 de julio y debe llegar al Congreso el 9 de agosto, donde entregarán un millón de firmas para que se trate un proyecto de seguro de empleo de 380 pesos para jefes de familia desocupados, más 60 pesos por hijo para todos los trabajadores.
El parte médico del primer día dio 58 casos de ampolladuras, paspaduras y uñas encarnadas. El médico Ricardo Zambrano, un gordo barbudo y reconocido cirujano ortopedista, acompaña la marcha. El segundo día los casos aumentaron, pero después empezaron a bajar las consultas. �Después de los primeros días me quedé sin pacientes �cuenta Zambrano� y también sin pomadas y sin cinta adhesiva, gasté varios metros para proteger las ampollas.� �Uno de esos días, un muchacho salteño me dijo: �Doctor, a partir de ahora lo voy a tener en cuenta en todas mis oraciones��, relata Zambrano, que se mira el abdomen y reflexiona: �Yo no estoy para caminar, yo estoy para ayudar a que ellos caminen�.
La marcha llegó en ómnibus hasta el camping del Sindicato Químico en las afueras de Zárate y desde allí se encolumnó hacia la ciudad. Pese al esfuerzo, los caminantes están entusiasmados. Víctor De Gennaro, titular de la CTA, se pone a la cabeza, junto al judicial Víctor Mendívil; Juan Carlos Caamaño, de trabajadores de prensa; Juan González de ATE; Hugo Yasky y Tito Nenna, de Ctera. También están Juan Pedro, de los jubilados y Victorio Paulón, de la UOM de Villa Constitución. �No quisimos hacer un martirologio �explica De Gennaro�, los dirigentes que podían venir, venían y los que no, no. El compromiso es caminar 20 kilómetros por día y cuando los tramos son más largos o vamos por la autopista, hacemos una parte en ómnibus.�
Los caminantes se identifican con pecheras blancas donde se lee el lugar del que provienen. Se eligió a dos por cada delegación de la CTA de todo el país. Entre los marchistas hay un flaco de barba canosa que hace flamear una bandera argentina en la punta de una caña tacuara. Es el gringo Ponce, de Tucumán. �Fui responsable de la JUP del Norte en los 70 �explica�, estuve preso durante la dictadura y después estuve muchos años alejado de la militancia, pero en la plaza de Tucumán vi que estaban las planillas de las firmas con la propuesta de la marcha y me mandé.� En la marcha encontró a Paulón, un compañero de la cárcel. Lleva la bandera todo el tiempo, no la deja un minuto, como si fuera su historia o su cruz.
La columna ocupa una mano del camino, la gente los aplaude al pasar o mira sin decir nada. Al llegar a las afueras de Zárate la columna se interna por un barrio de la periferia. En la parroquia San José Obrero, los espera un grupo de personas, los curas y los chicos de una escuela. �Para mí es un honor que me hayan elegido para entregarles las firmas que juntamos �dice Maruca, en representación de las comunidades de base de la zona�, tuve que pedir permiso en el trabajo; mi esposo está desempleado desde hace un año y medio, pero aunque sea difícil, vamos a luchar conustedes hasta donde sea.� Los chicos de la escuela humilde de la barriada saludan a los marchistas y confraternizan con los chicos del Movimiento Nacional de Chicos del Pueblo.
La marcha sigue hacia el centro de Zárate. En el camino suena el celular de De Gennaro. El intendente de La Quiaca lo llama para decirle que cortaron todos los accesos a la ciudad porque prohibieron entrar a la zona franca a pequeños comerciantes de la zona. Otra llamada. El gobernador de Buenos Aires, Carlos Ruckauf, llama para arreglar cuestiones de seguridad. Mientras camina, De Genaro explica. �¡Pan, trabajo, ajuste al carajo!� comienzan a gritar los marchistas al llegar a la plaza del centro de Zárate, frente a la Municipalidad. �Mejor: pan, vino y trabajo�, dice un salteño. En la plaza los recibe gente con aplausos. No es una zona fuerte de la CTA, como Rosario o Villa Constitución.
En el acto habla una vecina del pueblo, un delegado patagónico y Mendívil. �Ahora hay que ir a descansar al camping de los químicos �dice De Genaro� que mañana caminamos hasta Campana donde nos va a recibir el obispo y además nos cocinan los gastronómicos porque es su día.� El gringo Ponce está firme con su bandera en la plaza mientras reataca la quena y sus dos acompañantes. Está oscureciendo y la pequeña caravana vuelve al camino.

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