Por Mariano Blejman
Desde hace más de veinte años, Bobby Flores, el conductor de �No es extraño que estés loca por mí� (lunes a viernes de 23.30 a 2.00, Rock & Pop, 95.9 FM), se dedica a aquello que le da más placer: pasar música, tal vez una proyección natural de su máxima pasión, que es escuchar música. �Cuando yo empecé había tipos mucho más talentosos y sensibles que yo, que se quedaron afuera porque se metieron en la radio equivocada�, cuenta en entrevista con Página/12. Pero Flores todavía lleva un karma, desde su llegada a la televisión en 1985. Ese año se convirtió en un niño mimado, cuando Rock & Pop TV estallaba en una audiencia de tan sólo cuatro canales. Allí, el show business lo desorientó: �Es que si te cogés dos modelos y de repente ganás cinco veces más, eso te come la cabeza�, reflexiona ahora.
�¿Cómo se vinculó a la radio?
�Por ser disc-jockey. En plena época militar llegué como cadete a Maipú 555. En verdad estaban todas las radios juntas y no sabía para qué radio trabajaba. Comencé en la discoteca, donde había gente que musicalizaba hacía 40 años. Pero en 1978 me tocó la colimba y fue una mierda. Ni siquiera fui desertor, porque al tercer día de haberme ido de la colimba me fueron a buscar a mi casa. Me mandaron un año y medio de castigo a la morgue del Hospital Central. Me llevó años de terapia.
�¿Cómo fue volver a Radio Belgrano en 1983?
�En el primer programa que hice estaba al lado mío Luca Prodan. Eramos un ghetto. Salí al aire porque musicalizaba a un tipo que pasaba música nicaragüense y apoyaba la Revolución Sandinista. Pero se quedó sin guita y un día no hubo programa, y me dijeron �andá y poné música tres horas� y lo llamé a Luca Prodan para que presentara, no sé si �Corpiños en la madrugada� o �Divididos por la felicidad�. También venía Charly Alberti, que era un pendejo, Miguel Abuelo que terminó peleado con todos.
�¿Y cómo llegó a la Rock & Pop?
�Grinbank ya tenía armada la Rock & Pop cuando habló con cuatro musicalizadores: Quique Prosen, que estaba en Continental y hoy es director artístico de la radio; Pablo Coluber, hoy director comercial, estaba en Rivadavia; Martínez Rial, hoy director del Zoológico, era el musicalizador de Badía y me llamó a mí, que estaba en Belgrano.
�¿Y qué puesto le toca ahora?
�A mí me exoneraron, ahora Daniel es el padrino de mi hija. Pero en ese momento explotó todo, éramos estrellas de la radio, vino la televisión y toda la parafernalia. Nosotros fuimos famosos de TV en un mundo de cuatro canales. Todo eso tiró abajo mi carrera y costó cinco años remontarla.
�¿Por qué tanto tiempo?
�Porque la televisión desprestigia mucho. Mirá si vas a Mirtha Legrand y te sientan al lado de Federico Klemm. Y nosotros veníamos con un discurso muy heavy. Todos querían ser amigos nuestros, porque no estábamos manchados y nos empezamos a mezclar con la chusma. Comenzamos a salir con modelos, íbamos a los restaurantes. Imaginate, era el más pendejo, soltero, estrella de la radio, con más plata de la que había tenido nunca. O te metés y terminás como Mirtha, en una nube de pedos, o bajás. En mis adentros pensaba �éstos están todos locos�. Se sentían en Hollywood, pero estaban laburando con Sofovich. Fue una época de una gran nube de pedos.
�¿Por qué salió de �la nube�?
�Porque ya nadie me tomaba en serio. Cuando volví a la radio, me encontré con que todos esperaban el chiste mío. Encima, en 1992, necesitaba un dinero importante porque iba a nacer mi hija, estuve en el auge de Tinelli, del blooper y el gomazo. Laburé en �VideoMatch�, fui al programa de Cris Morena. Lo que pasa es que la guita que se ve en la radio es muy diferente a la que se ve en la televisión. Pero el agujero que te queda en el orto también es muy distinto. En la radio hasta se disfruta del agujero, en la tele es como un cartucho de dinamita marca Acme que te abre el orto como una flor. Yo zafé y en el fondo me gustó, pero estuve a punto de convertirme en un tarado de cumpleaños.
�¿Cómo juega en su programa la imposición musical de las discográficas?
�Yo me ubiqué en un lugar en que soy negocio para las discográficas. No ataco a nadie, porque no odio a Ricky Martin, odio a Videla. A las corporaciones les encantaría tener diez tipos como yo, cuyo gasto de programa es mi sueldo, el del operador, el productor y la luz. A la radio le sale más barato un oyente mío que uno de Mario. Está bien que a él lo escuchan 5 millones de personas, pero tiene 15 personas laburando. A la noche me escuchan 500 mil pero mi programa no sale nada.
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