Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


KIOSCO12

EL SENADO ANALIZARA EL �CASO SAN MARTIN�
Ahora es un tema de Estado

La Comisión de Cultura del Senado se reunirá el martes para tratar el pedido del historiador Hugo Chumbita y un miembro de la familia Alvear de que se concrete un estudio de ADN a los restos mortales del Padre de la Patria.

Examen: Para llegar a la prueba de ADN debería aprobarse una ley que sólo tendría sentido si hay un criterio generalizado de que eso es beneficioso para la verdad histórica.


t.gif (862 bytes) El Senado de la Nación comenzó ayer el procedimiento que podría concluir en la concreción de un análisis de ADN de los restos del general José de San Martín, al recibir un pedido del historiador Hugo Chumbita. La Comisión de Cultura del Senado comenzará a tratar el tema el próximo martes, según informó su presidente, Carlos de la Rosa (PJ, Mendoza), tras recibir al historiador, que sostiene que el Estado debe asumir una investigación sobre la filiación real del prócer. Para Chumbita y otros investigadores, hay pruebas de que San Martín era hijo biológico de un nobel español, don Diego de Alvear y Ponce de León, y una india guaraní. Las pruebas de ADN permitirían confirmar esa suposición, que ha originado una polémica notable en el ámbito de la historiografía. De la Rosa dijo luego de la reunión que tras el análisis inicial de la comisión se convocará a representantes de las diferentes posturas existentes sobre la cuestión. 
Chumbita, acompañado por Ramón Santamaría (descendiente directo de Diego de Alvear) y el genealogista Diego Herrera Vegas, se reunió ayer al mediodía durante casi una hora con De la Rosa, de quien obtuvo la certeza de que el Estado comenzará a preocuparse por el tema. �Nos dejaron toda la documentación, además de la copia de la ponencia que va a hacer Chumbita en el Congreso Sanmartiniano�, explicó por la tarde el senador De la Rosa al ser consultado por Página/12. �El tema es interesante y eso voy a plantear en la reunión con el resto de los senadores de la comisión, y luego haremos la consulta correspondiente a distintos organismos que tienen que ver con el asunto, como la Academia Nacional de Historia y el Instituto Sanmartiniano.� Estas dos instituciones le niegan seriedad a las investigaciones de Chumbita y del escritor Ignacio García Hamilton, y sostienen que la verdad es que el prócer es el quinto hijo de don Juan de San Martín y doña Gregoria Matorras.
Tras reconocer que el revuelo que ha causado la controversia por el origen de San Martín �es una cosa bastante insólita�, el legislador expresó que existe la posibilidad de que se le efectúe una prueba de ADN al prócer, si esto va precedido por un debate que la justifique. �Hay una hipótesis eventual, pero debería haber un acuerdo entre los distintos sectores involucrados para que salga del Congreso una ley en ese sentido. Yo, particularmente, no sé si es viable o no.� Integran la Comisión de Cultura los senadores Ramón Ortega, José María Sáez, Raúl Galván, Leopoldo Moreau, Marcelo Romero, Jorge Villaverde, Fernando Cabana y Remo Costanzo. A título personal, De la Rosa declaró que �el origen no modifica, según mi parecer, las obras de un prócer; es como el debate sobre si Perón nació en Roque Pérez o en Lobos. Es un debate de los historiadores, que en este caso, nosotros le daremos un camino institucional�.
Al término de la reunión, Chumbita señaló a Página/12 que �De la Rosa nos recibió muy bien y se mostró muy interesado con el tema. El y sus asesores admitieron que es el Congreso el ámbito idóneo para tratar este tema, y que el pedido de ADN sería el último recurso, agotada la discusión entre todos los que pueden aportar datos enriquecedores. Ellos estuvieron de acuerdo en que, llegado ese caso, haría falta una medida legislativa, porque sería difícil obtener el consentimiento de todos los familiares para practicarse este procedimiento�. Y agregó que, en esa instancia, �con un cabello basta para realizar la prueba de ADN�. Chumbita señaló que también están gestionando una reunión con el presidente de la Comisión de Cultura en Diputados, Luis Brandoni, y añadió que le gustaría que en algún momento se realizara un encuentro bicameral. �No queremos precipitar los hechos, porque la seriedad del asunto requiere que la opinión pública esté informada. Sé que hay resistencias en el ámbito del Instituto Sanmartiniano y en la Academia Nacional de la Historia, pero supongo que si son convocados por el Senado, van a concurrir�. 
Tanto el senador como el investigador coincidieron además en dos cosas: la sorpresa por el inusual interés que provocó el tema y la respuesta a las críticas, según las cuales el Congreso debería ocuparse de otrosproblemas más inmediatos. �Si existe en el Parlamento una Comisión de Cultura, es para que se involucre en estas cuestiones, y el origen histórico del General San Martín no es precisamente un tema menor.�

 

 

opinion
Por Ema Cibotti *

El mito, más allá del ADN

La relación explosiva entre José de San Martín y Carlos de Alvear tuvo consecuencias políticas directas sobre el curso de la revolución. Lo que el segundo nunca toleró fue la capacidad autónoma de su enemigo, y esa enemistad se transmitió por distintas generaciones de la familia Alvear. 
La única base del reclamo de ADN para determinar el origen familiar del prócer es, justamente, una anotación encontrada en un diario íntimo de una descendiente de Alvear que reclamaba ser sobrina nieta de San Martín. Y la fecha es significativa: 23 de enero de 1877. Ese fue el momento en el que el gobierno de Nicolás Avellaneda decidió la repatriación de los restos de San Martín, que llegaron al país un año después. ¿Por qué la filiación no se reclamó antes? No hay pruebas de los dichos escritos ni respuesta a esta pregunta. En cambio sí sobran registros de los diversos agravios y descalificaciones que persiguieron a San Martín antes y después de muerto. Repasemos. 
�El tío Pepe era un ordinario, un grosero... hablaba como gallego (...) se casó con una Escalada para hacerse conocer.� En ese tono coloquial hablaba de San Martín la abuela materna de María Rosa Oliver, descendiente directa de los Escalada, mientras su yerno la corregía con dulzura: �Si era hijo de españoles y se educó en España, ¿cómo querría tu pobre abuela que hablase?�. La escena, evocada por la autora en su preciosa autobiografía Mundo mi casa, forma parte de la memoria de la oligarquía argentina de comienzos del siglo XX, cuando la historia era todavía una cuestión de familias y los pormenores de la vida de San Martín, de Belgrano o de Rosas le importaban a la élite dirigente como cosa personal. En 1915, Vicente Quesada salió al ruedo para hablar del San Martín de la tradición oral. Su conferencia se publicó en la revista Fray Mocho, de amplia circulación. En ella desplegó un tema entonces tabú: las relaciones entre el Libertador y Remedios, su esposa. ¿La había abandonado? ¿Por qué permaneció dos años en Mendoza mientras ella agonizaba en Buenos Aires y sólo regresó, ya viudo, para buscar a su hija y partir al exilio voluntario?
Quesada reconstruye la chismografía política y social de la época de la Independencia contra San Martín. Los libelos y panfletos atribuidos al bando alvearista-carrerista lo atacaban sin piedad, no sólo a él sino a su fiel amigo, el general chileno Bernardo O�Higgins. Una caricatura, feroz, muy bien coloreada, se distribuyó entre Buenos Aires y Mendoza. La imagen representaba al Libertador con orejas de burro sobre el lomo de otro burro que era O�Higgins, arriando un rebaño de ovejas camino a Chile. La sátira al cruce de los Andes eran tan clara que no necesitaba explicación.
Pero según Quesada los libelistas de la época fueron más allá. Denunciaron supuestas infidelidades de Remedios en Mendoza contadas por la mulata esclava que la acompañaba y que habrían decidido a San Martín a enviarla de regreso a Buenos Aires. La misma esclava que siguió al Libertador hasta Chile y Perú habría tenido con él un hijo. Un mulato, nacido en Lima. 
Quesada desestima estos dichos. Para explicar la frialdad de la relación entre San Martín y la familia de su esposa acude al registro político. El Libertador, dice, no puede salir de Mendoza porque su vida corre peligro, puede sufrir emboscadas en el camino. Está solo y la familia Escalada ya no puede ayudarlo. Disminuida económicamente, debe sujetarse sin reservas a las órdenes del primo Bernabé que, llegado de Filipinas con una cuantiosa fortuna, no quiere saber nada de San Martín. Sólo se atreve a visitarlo Manuel Escalada, a quien él ha hecho granadero. Con este único tío mantendrá Mercedes relaciones cordiales a lo largo de su vida. 
La conferencia de Quesada ilumina un aspecto tan central como poco simpático para la oligarquía de entonces. San Martín, el soldadote, como lo llamaba el patriciado porteño, era un hombre que a fuerza de talento personal se había labrado su propio destino. Ese militar ilustrado, esereformista devenido en revolucionario, nunca fue un miembro aceptado por la élite colonial, pero ese dato no necesitaba ya ser marginado del relato en 1915. El impacto inmigratorio sobre nuestra sociedad había diluido el mandato de la estirpe. 
Quince años después será otra Argentina la que cumpla con el ritual del juicio histórico. 
En 1933, Ricardo Rojas publica El Santo de la espada. Es un best seller inmediato. Rojas abreva en la monumental biografía que Bartolomé Mitre le dedicó al prócer en su Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana. Pero no retoma las agudas observaciones que Juan Bautista Alberdi realizó, en su momento, sobre la obra y el papel que el propio Mitre se adjudicaba en ella. Rojas no está interesado en revelar el sentido del debate que quiso entablar Alberdi. Su San Martín tiene otro destino: es el prócer que encabeza el panteón laico de la patria y por eso lo describe como �un moralista en acción�. Es un héroe civil que sufre múltiples enfermedades e ingiere opio para menguar el dolor. 
El Santo de la espada, escrita en plena década del �30, disputó a la Iglesia Católica y al Ejército la fiscalización del ritual patrio. Pero fue en vano. En la década del �40 y en las siguientes el laicismo perdió terreno, la masonería fue demonizada y la figura de San Martín en el exilio, vestido con su levita negra de civil, desapareció de los libros de texto. La prueba de ADN que hoy se reclama no colma este vacío del mito y de la historia. Sólo es una triste metáfora de nuestra frustración como sociedad. 

* Historiadora. 

 

PRINCIPAL