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�Italo Calvino fue maestro de la ironía inteligente�

El actor y director Alvaro Lavín explica la adaptación al teatro de �Cosmicómicas� que estrena hoy la compañía Teatro Mediterráneo.

Regreso: �España está viviendo un revival. Cosas que uno creía arrumbadas en el arcón de los recuerdos cobran vida y cierran el camino a lo nuevo�.


Por Hilda Cabrera 

t.gif (862 bytes) �Lo que más recuerdo de mi infancia es la lectura de las novelas de aventuras y de fantasía, llenas de acción�, solía decir el escritor Italo Calvino (1923-1985), cuyos libros tienen la virtud de proporcionar deleite y, al mismo tiempo, incitar a la reflexión. Cuando se acercó a la literatura �fantástica�, supo imaginar personajes y escenarios intemporales, transformando el arte de escribir en juego y aventura. Precisamente de esta materia está hecho Cosmicómicas, un libro de 1965 que contiene una serie de relatos �construidos cada uno a partir de un axioma científico�, como puntualiza en diálogo con Página/12 el actor y director español Alvaro Lavín, integrante de la compañía hispano-portuguesa Teatro Mediterráneo, que presenta hoy en el Teatro Cervantes una adaptación de seis relatos de aquel texto. La obra es una adaptación de Julio Salvatierra, dramaturgo del grupo, y lleva por título Qfwfq. Una historia del universo.
Exhibida en los últimos festivales de España, Portugal y países de América, entre otros en el reciente de Puerto Montt (Chile), podrá verse en el Coliseo de Libertad y Córdoba hasta el 13 de agosto, y luego en La Plata y Mar del Plata. El grupo está compuesto por artistas y técnicos españoles, portugueses, italianos, un actor paraguayo y, desde hace un año y medio, una actriz argentina, Marina Seresesky, la Miranda de La Tempestad de Claudio Hochman en el San Martín. �Nos casamos en 1999 en Buenos Aires. En Qfwfq... es una vieja de 800 años. Está deliciosa�, dice el actor, a quien en 1998 se lo vio (en el Cervantes) en Romeo. Versión montesca de la tragedia de Verona, una puesta que �mantienen viva�, como otros montajes de esta compañía itinerante. En Portugal y Brasil utilizan el portuñol, y les va bien. �Queremos ser un puente cultural, y lo estamos consiguiendo�, sostiene Lavín. �Fuimos mimados por público e instituciones de Portugal. Confiaron en que nuestra compañía podía acercar el teatro a los pueblos.� Lo que se cuenta en esta obra es la historia del universo a través de una familia de campesinos, �típicos de la posguerra española que dicen haberla vivido de primera mano�. 
�¿Fue problemático conseguir los derechos?
�Sí, porque Calvino había tenido experiencias negativas en la traslación al teatro. Nosotros los gestionamos a través de la Editorial Teorema, encargada de publicar los libros de este autor en Portugal. En principio, cuando nos contactamos con madame Esther Calvino, que es argentina y vive en París, nos parecía todo muy difícil. Pero accedió a que le enviáramos la adaptación y le pareció muy respetuosa. Sólo nos puso una condición: respetar la grafía con la que Calvino había nombrado a cada uno de los personajes. De ahí ese título complicado de pronunciar, Qfwfq. El se había esforzado para encontrar los nombres de los personajes que intervienen en estas historias y que son impronunciables en todas las lenguas. 
�¿Cuál fue esa experiencia negativa?
�No lo sé con certeza. Parece que tuvo experiencias desalentadoras con El barón rampante. Una de ellas por una compañía italiana cuya adaptación daba al traste con el sentido de la novela, porque el barón (expresión de una protesta contra un sistema de vida) bajaba del árbol. El no dejó nada escrito, pero su viuda sabía que no era afín a ceder los derechos. Por eso nos costó conseguirlos. Pero madame Esther es una mujer divina.
�¿Qué le interesa especialmente de Cosmicómicas?
�Lo que más nos acerca a estas historias es la ironía y el absurdo. Todos en la compañía leímos mucho a Calvino y estos relatos, que él presentaba con una afirmación científica verdadera para, a partir de ahí, crear una versión sobre aquello que los científicos habían dicho, nos permitían profundizar en nuestra manera de entender el teatro. Julio(Salvatierra) tomó sólo seis cuentos (en total son doce) y los presentamos con canciones folklóricas propias de esa familia de campesinos. Calvino me parece un autor muy optimista, a pesar de las espirales y concavidades de sus relatos. Y ese optimismo también se relaciona con nuestra compañía.
�¿Cómo calificaría lo cómico en Calvino?
�Creo que más que comicidad es ironía inteligente. Calvino nos mete en su pensamiento y nos marea. De pronto uno no sabe qué le quiere contar y a veces imagina que se está riendo de esa turbación. 
�¿Cuál será la próxima obra de Teatro Mediterráneo?
�Estamos pensando en dos obras, una para teatro infantil (Historias de amor contadas por monstruos) y otra, aún sin título, sobre la vida y obra de Miguel Hernández (el poeta campesino y comunista que nació en Orihuela en 1914 y murió en prisión en 1942, en Madrid). El año pasado estuvimos hablando de esto con la autora uruguaya Adriana Genta y el director Villanueva Cosse por una obra que habían hecho acá sobre Hernández, Compañero del alma, que leímos y nos gustó mucho. 
�¿Qué imagen tiene hoy de Miguel Hernández el español medio?
�Hace tiempo que Hernández está un poquito como segundón. A nosotros nos gusta mucho, y pensamos que nos ayudaría a posicionarnos ideológicamente como compañía, porque nuestra intención es también denunciar lo denunciable. En la superficie parece que en España todo va muy bien, pero no es así. Se tapan muchos problemas. Queremos denunciar lo que está mal.
�¿Por ejemplo?
�España está viviendo un revival. Cosas que uno creía arrumbadas en el arcón de los recuerdos cobran vida y cierran el camino a lo nuevo. En este momento la TV es un desastre, con abundancia de programas frívolos. En lo teatral es cada vez más complicado producir espectáculos que no sigan la línea marcada por los medios masivos. Si uno no está de acuerdo, casi no tiene oportunidad de �distribuir� su trabajo. No hay censura sino trabas muy sutiles. Por el aniversario de Calderón de la Barca (los 400 años de su nacimiento en Madrid) se subvencionaron infinidad de obras, y si uno no tenía ganas de hacer un Calderón, ¿qué hacía? Con Miguel Hernández no sabemos qué va a pasar, ni si tendremos apoyos, porque a lo mejor es un poeta que molesta, que puede revolver cosas que ahora están bien tapadas.

 

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