Por M.G.
�Hay otro ánimo, y estamos avanzando en la relación�, dijo escueto a Página/12 Oscar Torres Avalos. El diplomático es el probable embajador de Fernando de la Rúa en Cuba, pero como La Habana todavía no le dio el placet prefirió no decir más de lo que dijo. De todos modos, distintas áreas del Gobierno consultadas por este diario acordaron en una cosa: Torres Avalos será el encargado de coronar una recomposición con los cubanos que ya empezaron a tejer funcionarios como Leandro Despouy.
El peor momento de la relación fue este mismo año, cuando De la Rúa ordenó a la Cancillería votar contra Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. La orden fue tan repentina que tomó de sorpresa en Ginebra al propio Despouy, actual representante del canciller para temas de Derechos Humanos en el mundo, mientras en Buenos Aires hasta el mismo Raúl Alfonsín se mostraba asombrado por la decisión del Presidente de continuar con una política de hostilidad hacia La Habana inaugurada por Carlos Saúl Menem.
El cimbronazo fue tan impactante dentro de la Alianza, donde no dudaron en condenar públicamente la decisión varios ministros radicales y del Frepaso, que Adalberto Rodríguez Giavarini bendijo la recomposición con Cuba.
Un funcionario del Gobierno reveló a Página/12 que Despouy aprovechó entonces sus contactos a dos bandas. Por un lado, con diplomáticos cubanos, con quienes había compartido experiencias en Naciones Unidas. Experto en derechos humanos, Despouy cumplió funciones multilaterales en la ONU, desde trabajar en el genocidio de armenios hasta negociar la democratización de Haití. Por otro lado, Alfonsín le tiene confianza porque Despouy ya ocupó con él cargos en el mismo ramo.
En cuanto a los cubanos, no podían darse el lujo de alimentar su aislamiento así estuvieran tremendamente fastidiados por el voto argentino. Primero, porque su necesidad de divisas es acuciante. Segundo, porque la victoria de Vicente Fox en México puede desequilibrar la visión de América latina sobre la cuestión cubana, haciéndola más crítica. Y tercero porque los propios Estados Unidos han comenzado a desarmar el embargo de casi 30 años por presión de los lobbies de la soja y la industria farmacéutica, que temen desembarcar en Cuba cuando todos los negocios interesantes hayan quedado para canadienses y españoles.
Las tres razones obligan al régimen de Fidel Castro a buscar incesantemente vías de diversificación, económica y política, ampliando su red de amigos dentro y fuera de América latina.
Alfonsín ya se enteró por boca de Torres Avalos de que éste sería el próximo embajador en Cuba, y aprobó entusiasmado la nominación. Además de diplomática de carrera, Torres Avalos, apodado El Buda, fue el número dos de la Secretaría de Inteligencia del Estado con Facundo Suárez de número uno, entre 1983 y 1989. Después hibernó durante el menemismo (�A mucha honra�, suele decir a sus amigos) y varias veces fue mencionado para volver a la SIDE o para destinos diplomáticos como la representación ante la Organización de los Estados Americanos.
Para De la Rúa, el negocio político puede resultar interesante. Le conviene satisfacer al alfonsinismo clásico con movidas como la recomposición de relaciones con Cuba antes que con otras �económicas, por ejemplo� que no está tan dispuesto a emprender.
Por otra parte, si en su cabeza estaba llevar a la última entrevista con Bill Clinton la ofrenda de un voto alineado con los Estados Unidos, ya lo hizo.
Y, además, confía en que el año que viene pueda encontrar una fórmula que evite la votación. Por lo pronto su socio de Ginebra, el chileno Ricardo Lagos, ya anunció aquí que Chile no participará más de un torneo como el de Naciones Unidas sobre Cuba. Y Brasil, se sabe, mantuvo su posición abstencionista. Los cubanos están planeando una decisión recíproca. Volverán a tener embajador aquí, pero todavía no entregaron ningún nombre.
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