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KIOSCO12

UN CHICO BALEO A DOS COMPAÑEROS PORQUE SE BURLABAN DE EL
Disparos en la puerta de la escuela

Sus compañeros se reían de él y lo llamaban Pantriste. Javier Romero fue armado a la escuela de Rafael Calzada y a la salida disparó: un chico está en estado crítico y otro con heridas leves. Su propia madre lo entregó a la policía.

En la escuela se suspendieron las clases tras la tragedia: uno de los chicos está muy grave.


Por Horacio Cecchi

t.gif (862 bytes) �Cuando vuelva de las vacaciones, me voy a hacer respetar.� La frase la susurró al oído de algunos compañeros del 1º año de la Escuela de Educación Media Polimodal 9 de Rafael Calzada. También, seguramente, la masticó una y mil veces durante el receso invernal. Ayer, Javier Romero, de 19 años, la hizo realidad. �¡Pantriste!�, sonó el apodo con que lo caracterizaron, y Romero, a la salida del colegio, sacó un revólver y disparó tres veces. El primero se perdió en el aire. El segundo rozó la cabeza de Gabriel Ferrari, de 18 años. El tercero se incrustó en la sien de Mauricio Salvador, de 16, que a última hora de anoche permanecía en estado crítico. Después de hacerse respetar a su modo, Javier echó a correr y desapareció. Horas después, su propia madre, Luisa Gómez, lo entregó a la policía.
La escuela está ubicada sobre Sarmiento, esquina con Azopardo, a pocas cuadras del centro de Rafael Calzada, partido de Almirante Brown. Es de una planta, rodeada por un pequeño jardín. A un lado, sobre Azopardo, se levanta la Escuela 22, del EGB. El complejo tiene 10 años de antigüedad y, desde su fundación, jamás fue escenario de violencias. Al menos es lo que asegura el vicedirector de la institución Rodolfo Eisenacht. �Este es un hecho que no pasó jamás�, aseguró a este diario, en el hall de entrada de la escuela, apenas traspasados los barrotes que cierran la puerta de calle.
�Es muy retraído, callado. Era el más vago de todos. Tenía muchos aplazos. Pero no molestaba a nadie�, aseguró Jimena, una compañera de la 2ª división de 1º año, donde Javier cursaba con otros 31 jóvenes. �Si no se metían con él, él no se metía con nadie.� En la escuela 9 era un alumno nuevo. Casi todos son egresados de la 22, que está a la vuelta de la esquina. Pocos saben de él. Su madre se llama Luisa Gómez. Su padre falleció hace tiempo. El año pasado terminó el EGB en la escuela 54, del otro lado de la vía que separa en dos a Rafael Calzada. Y junto con un grupo de egresados se integró a la escuela 9. Integró es una forma de decir, porque desde el primer día se sentó solo.
�Le decían �Pantriste�, porque es idéntico al personaje de la película�, aseguraron a Página/12 sus compañeros. �Lo gastaban, lo tenían loco�, aseguró una fuente policial. �Le robaban todo, le tomaban el pelo�, dijo el hermano de Javier, sentado en un banco de la comisaría 5ª de Rafael Calzada, cuando ya todo había terminado. Por la mañana, apenas se inició la actividad en la escuela 9, la tensión entre Javier y �el grupito� -como lo denominaron varios alumnos de la misma división� era evidente. El �grupito� era el que más insistía en apodar a Javier y, al mismo tiempo, era a quienes él más intentaba acercarse. Todos los días, se los veía salir juntos, caminando por Azopardo, en dirección a la estación. Javier con ellos, objeto de burlas. Y ellos con Javier, amigos imaginarios. 
Ayer, cada recreo fue escenario de entredichos y forcejeos, �especialmente con Gabriel�, afirmaron algunos alumnos.
�Vos, a la salida, vas a ver �amenazó Javier en el aula. 
�¿Vos qué me vas a hacer, Pantriste? �respondió Gabriel, con una risa burlona.
�Esa sonrisita se te va a borrar �anunció Javier, cuando sabía lo que todos desconocían.
A las 13.05, cuando la escuela abrió sus puertas, Gabriel salió conversando con Jimena, una compañera de la 2ª división. Ambos giraron hacia la derecha, bordeando el cantero del frente, por Sarmiento. Alcanzaron a dar dos pasos cuando escucharon el primer disparo. �Me di vuelta y vi que Javier se alejaba, pero no vi nada�, recordó Jimena, todavía asaltada por el pánico. �A medio metro atrás mío estaba parado Mauricio. Entonces, Javier apuntó de nuevo y tiró�. La bala, disparada por un revólver calibre 22 que Javier tomó de su casa �según fuentes policiales�, rozó la cabeza de Gabriel. �Tiró de nuevo y le pegó aMauricio�, que se desplomó al lado de la joven. �Lo vi desangrándose, volcado para el lado derecho y con un agujero en la cabeza, del lado izquierdo. Lo quería tocar pero no me dejaron.�
Apenas sonó el primer disparo, todos se desparramaron gritando. Una veintena de chicos se ocultó en el kiosco de doña Rosario, junto a la escuela. �¡Está tirado en la vereda!�, le gritaban a la dueña del kiosco. La mujer salió corriendo y encontró a Mauricio en el piso. �¡Aguantá, aguantá!�, le pedía la mujer mientras intentaba que no se desvaneciera. �Cerraron la puerta de la escuela�, denunciaba una madre que no quiso dar su nombre. �Jamás fue cerrada�, desmintió más tarde Eisenacht.
Apenas sonó el tercer disparo, Javier corrió por Azopardo perseguido por Claudio, también del 1º 2ª. Tres cuadras, hasta que logró perderse de vista. Hasta alrededor de las cinco de la tarde, Javier Romero, de 19 años, estaba considerado un prófugo. A esa hora, Luisa Gómez, su madre, se acercó a la comisaría 5ª de Rafael Calzada. Acompañaba a Javier a entregarse a las autoridades policiales.
�Lo tenían amenazado. El no fumaba, no tomaba, no hacía nada raro�, balbuceó, desesperada, la mujer, mientras su hijo era trasladado, la cabeza cubierta con la capucha de la campera, hacia el calabozo.
�¿Quién lo amenazaba? �le preguntó este diario.
�Lo amenazaban �insistió la mujer.
Pasadas las 18.30, Luisa Gómez y un hermano de Javier, concluyeron con su declaración en la comisaría y fueron trasladados a su domicilio por personal de la comisaría en un Taunus rojo. Alrededor del vehículo se había reunido un grupito que gritaba: �¡Hija de puta! ¡A Pantriste te lo vamos a matar!�. 

 

 

Demasiadas armas

El aumento del número de armas en la población civil es enorme. Cada diez minutos alguien compra una en alguna de las 868 armerías autorizadas. Hace siete años había registradas 400 mil armas. El último año, la cifra trepó a 1.938.462, es decir, cinco veces más, sin contar las del mercado negro. Sólo en 1999 pasaron a manos de particulares unos 60.000 pistolas y revólveres, 16.000 más que el año anterior. 
Según los registros oficiales, el 2,5 por ciento de la población argentina mayor de 20 años está armado. Un 85 por ciento de los 578.462 usuarios legítimos de armas son varones y 15 por ciento mujeres. 
Tener un arma no es un trámite complicado. Con sólo 150 pesos se puede comprar una locales habilitados. Para conseguir el permiso del Registro Nacional de Armas (ReNar) hace falta un certificado de salud psicofísica, otro de idoneidad en el manejo de armas aprobado por un instructor de tiro y uno de inexistencia de antecedentes penales. Para obtener el permiso de �portador� y llevarla en la cintura por cualquier lado, las exigencias son mayores.

 

 

¿Qué hacer con la violencia en la escuela?

Claudio Jonas.
�Historia de intolerancia�

�Pienso que, como este caso de Rafael Calzada, muchos chicos vienen con una historia de intolerancia a las diferencias. Para que un pibe tome una actitud así tiene una historia individual de poca tolerancia a la burla, a las diferencias, algo que la escuela debería incluir, desde el punto de diferencias particulares, étnicas, culturales, para ayudar a entender la identidad propia y la de los otros. Eso es en general lo que se deja de lado como si fuera un trabajo que debería venir de otro lado. Ahora bien, el pibe viene con una intolerancia exacerbada, la escuela no lo trabaja y entonces usa un argumento que es �con el castigo te enseño�, y éste es el criterio que usa la escuela para enseñar. Tenemos que revertir la idea del castigo como método pedagógico. Pero, además, la escuela no puede tomar el lugar de la Justicia y sancionar duramente al chico, para que esto sirva como ejemplo. No debería de haber sanción. Lo que hace falta es crear un espacio en el que se entienda por qué pasaron las cosas y revertir esto. Primero hay que aislar al alumno para protegerlo y proteger al resto, y luego tratarlo.�
Psicoanalista. Director de Escuela para Padres y Educadores.

Amalia Pugliese.
�Reconocer la violencia�

�La tarea es anticipar herramientas para que cosas como las de Rafael Calzada no sucedan y los chicos aprendan a entenderse a sí mismos y a los otros, a reconocerse. En el programa Jóvenes Negociadores trabajamos para que los alumnos puedan resolver ellos mismos sus propios conflictos. La idea es que el conflicto atraviesa ciclos y es un compromiso de todos contener ese ciclo. Apunta a que puedan utilizar el pensamiento antes que el impulso. Se les enseña un procedimiento de análisis y resolución de conflictos, para que analicen sus problemas y puedan reflexionar sobre ellos mismos y sobre los demás. Son los docentes los que primero se capacitan y luego lo transmiten. Esto es porque el docente observa situaciones cotidianas y las puede tratar con sus alumnos. Y es impresionante cómo los niños lo toman como referencia para su propia vida: `el programa me sirvió para darme cuenta cuándo mi papá me va a pegar�, me dijo una vez un chico y esto me dio la pauta de que los jóvenes logran un gran reconocimiento de la violencia y de cómo contenerla.�
Coordinadora pedagógica del Programa Jóvenes Negociadores de Poder Ciudadano.

Alcira Orsini.
�Detectar los casos�

�Las armas hoy están realmente al alcance de los chicos y este fenómeno es creciente, hay una naturalización de su uso. Nosotros estamos difundiendo unos cuadernillos en escuelas para prevenir conductas violentas. Es un documento que advierte a los maestros cómo actuar. Si bien en la sociedad hay un gran problema a nivel social con el uso de armas de fuego, la escuela tiene un rol especial, como educadora tiene más obligación de hacerse cargo, los docentes deben poder detectar los casosde violencia antes de que hagan eclosión. En el caso del chico de Rafael Calzada, seguramente hubo indicios de una cuestión agresiva que soportaba, día tras día. Estas cosas se notan, esos indicios son los que la escuela podría haber detectado. Y la escuela debe trabajar con los maestros para detectar estas cosas. Observando a los alumnos, si tienen conductas reiteradas y peligrosas, o si no se adaptan al grupo, es posible hacer un diagnóstico precoz, un trabajo preventivo.� 
Coordinadora de Orientación y Salud Escolar de la Secretaría de Educación del GCBA. 

 

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