Por Florencia Grieco
�Habrá malestar expresado en distintos actos protocolares. Pero las Fuerzas Armadas no pasarán la raya de la legalidad�, asegura Raúl Sohr, uno de los analistas militares más prestigiosos de Chile, a pocos días de que el desafuero del ex líder militar y ex hombre fuerte del país sea anunciado oficialmente y todos los ojos estén puestos sobre los militares. En diálogo con Página/12, Sohr explica qué cambió en la relación entre la institución y su achacoso Tata y por qué su desafuero es un costo ya asumido: �Pinochet no es un dios para las Fuerzas Armadas. Es la línea que marca si los militares están o no a salvo de los tribunales�.
�¿Cuál es la peor reacción que se puede esperar de las Fuerzas Armadas?
�Creo que no hay peor reacción. La reacción ya está más o menos indicada en el hecho de que el jefe del Ejército, que es la institución más afectada por esta situación, viajó al norte del país y no visitó a Pinochet como se esperaba, y esto fue un gesto de distensión bastante importante. No ha habido en todo el proceso de transición ningún acto independiente de tropas que no respondiese en forma directa al mando jerárquico. Es decir, jamás hubo una situación como los carapintadas en Chile. Todos los actos de protesta en general asumen una forma protocolar -.por ejemplo cuando Izurieta lo abrazó frente a la prensa en un acto solidario del Ejército con Pinochet-. son siempre actos institucionales, que de una manera u otra caen dentro de la legalidad existente. El Ejército siempre ha sido muy cuidadoso, aunque algunas de sus actuaciones estén al filo de la legalidad, de hacerlo dentro de un margen que puedan justificar.
�¿Qué influencia cree que tuvo la Mesa de Diálogo sobre esta actitud?
�La Mesa de Diálogo surgió después de la detención de Pinochet en Londres y fue la constatación por parte del Ejército de Chile y de buena parte de la derecha política de que el tema de los derechos humanos estaba tan vivo como en el primer día de la transición, que la esperanza de que esto pasara al olvido era vana, y que por lo tanto tenían que enfrentarlo. De hecho la iniciativa de la Mesa de Diálogo salió del ámbito castrense, y esto significó el reconocimiento explícito de que los crímenes fueron cometidos por agentes del Estado, y que si bien las Fuerzas Armadas no asumen la responsabilidad como institución se comprometen a que aquellos agentes que pudieran tener información sobre el destino de los detenidosdesaparecidos la den. Esto fue un avance enorme porque hasta ese momento había una actitud bastante cínica de la derecha de decir que no había desaparecidos. Además Pinochet ha perdido mucha influencia política en la derecha. Se equivocó en las elecciones, cuando apoyó a un candidato que obtuvo el 0,3 por ciento de la votación, en tanto el candidato de la derecha al que describió como un joven sin experiencia obtuvo el 48 por ciento de los votos. Por lo tanto, su peso específico en la política ya venía en caída libre.
�Después de las declaraciones de Izurieta, ¿podría haber algún tipo de represalia de las Fuerzas Armadas a la hora de cumplir su parte del acuerdo de la Mesa?
�Ellos fueron quienes tenían el mayor interés en que se realizara la Mesa de Diálogo. Además, cuando se vio el incidente de la llegada de Pinochet a Chile -.que se suponía que venía incapacitado y cuya demostración de vigor se entendió entonces como un desafío-., los abogados que participaban en la Mesa se retiraron y los militares les enrostraron que no correspondía porque la Mesa de Diálogo tenía por objeto cerrar un capítulo que nada tenía que ver con Pinochet. Lo mismo podrían argumentarles hoy los abogados a los militares. Pero yo creo que en realidad los militares han asumido un compromiso serio de resolver esteproblema y avanzar en la transición. Por lo tanto, el desafuero de Pinochet no pasa por el tema de la Mesa de Diálogo.
�¿Pero se pueden esperar más maniobras militares como la aparición del pastor evangelista asegurando que los cuerpos de casi 800 desaparecidos están en el fondo del mar y que sus restos no se encontrarán?
�Yo no lo puedo asegurar, pero hay muchos que especulan con que efectivamente fue una maniobra. Sin embargo, esta denuncia ya la hemos escuchado varias veces, y es muy posible que muchos de los detenidosdesaparecidos hayan sido lanzados al mar. Creo que la denuncia puede ser cierta, independientemente de si es una maniobra.
�¿Entonces no cree que la Mesa de Diálogo fue una puesta en escena para calmar los ánimos y que ahora podría quedar en la nada?
�No, creo que los militares tienen un interés genuino en resolver estos temas y que desde la perspectiva de ellos es mejor ponerse una vez rojo que mil veces amarillo. Es decir, enfrentarlo de una vez porque es un asunto tan serio que el presidente Lagos lo incluyó en su mensaje de asunción. Y a la autoridad del presidente no se la desafía tan ligeramente.
�¿Pero las declaraciones militares posteriores al desafuero no son una especie de chantaje o advertencia?
�Sí, pero ellos van a expresar su malestar de distintas maneras. Yo no descarto que haya episodios protocolares: si van o no a la casa de Pinochet, con qué uniforme van, si mandan una banda militar. Así se mide el nivel de descontento o desafío, siempre dentro de lo protocolar, porque en ningún reglamento militar figura que está prohibido mandar una banda para que toque la marcha favorita de Pinochet frente a su casa. Siempre se ha dado así el tire y afloje. Yo creo que las declaraciones son una forma de decir que quieren un clima de confianza por el gesto que hacen. Si la gente que va a entregar la información siente que puede haber represalias, es posible que estén menos dispuestos a colaborar. Aunque, en realidad, la razón por la que no cooperan no es por temor a las represalias de la Justicia sino por temor a las represalias de sus propios compañeros.
�¿Se puede hablar de cierre de la transición cuando las Fuerzas Armadas actúan de esta forma?
�Yo creo que estamos al comienzo del fin de la transición y que algún éxito va a haber al final de este proceso. Además se está negociando una serie de reformas constitucionales muy importantes. Esto podría ser el fin de lo que se ha llamado los enclaves autoritarios. Y Pinochet es lo más emblemático de la transición.
�¿Entonces dónde termina la transición?
�La transición culmina cuando se reestablezcan las soberanías populares que hoy día están tomadas por una Constitución con una ley electoral que no es representativa, con senadores designados, con cuatro senadores militares que dan poder de veto a la derecha en el Senado. Cuando los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas puedan ser removidos y vuelvan a su condición de servidores públicos del Estado y cuando se acabe el Consejo de Seguridad Nacional en el que los comandantes tienen voz igual que los representantes de los distintos poderes del Estado. Una vez que se haya resuelto eso mediante una reforma constitucional y el tema de los derechos humanos tenga una resolución medianamente satisfactoria, la transición está concluida.
�¿Qué cambios hubo hacia Pinochet desde su detención en Londres y ahora con el desafuero?
�Creo que el cambio ha sido dramático. Primero se produjo un distanciamiento muy grande entre la derecha política y las Fuerzas Armadas que se vio en el quiebre entre la derecha y Pinochet durante las elecciones. El segundo elemento importante es que la derecha obtuvo el 48 por ciento de los votos. Chile ha sido tradicionalmente un país de trestercios (derecha, centro, izquierda). Cuando Allende cayó, fue por una alianza de la Democracia Cristiana con la derecha. La derecha, consciente de que era un tercio, estableció una Constitución que le era totalmente favorable. Sin embargo, al obtener casi la mitad de los votos en las últimas elecciones recuperó una confianza �que no tenía antes� de que puede competir electoralmente en la medida que se saque de encima la mochila de la dictadura.
�¿Qué reacción se puede esperar al �desfile militar� ante los tribunales?
�Creo que el desfile va a continuar. De hecho, tres ya fueron condenados a cadena perpetua y no hubo ninguna reacción del Ejército. Los casos que no estén cubiertos por la amnistía serán juzgados y ellos lo van a aceptar. Es un costo que ya han asumido.
�Con el desafuero quedan dos opciones: Pinochet declarado senil o en continuas apelaciones para evitar los estudios médicos hasta que se muera. ¿Qué significado tendría para las Fuerzas Armadas una declaración de senilidad?
�Si Pinochet no permite que se le hagan los exámenes médicos, podría entrar en una situación de desacato, que sería muy difícil para el Ejército y para sus partidarios de defender. Ahora, si es declarado senil no tendría ningún impacto. El tampoco es un dios para las Fuerzas Armadas. La relación de la institución hacia Pinochet está dada por la estrategia de defensa que ellos eligieron. En Pinochet trazaron la línea: cuando las Fuerzas Armadas asaltaron el poder en 1973 bombardeando La Moneda dieron la señal de que nadie estaba a salvo y que estaban dispuestos a ir hasta las últimas consecuencias. Ahora opera el mismo criterio a la inversa: si se puede juzgar a Pinochet, se puede juzgar a todos los demás; no hay nadie a salvo. Por lo tanto se convirtió en un estandarte, en intocable. Y ésta es la razón de tanta defensa; no que él sea un caudillo con el que tienen tal relación emocional que no pueden soportar la idea de que esté enfermo.
�¿Cuál sería el escenario preferible, el menos problemático, para las Fuerzas Armadas: Pinochet senil o que muera entre apelaciones y recursos judiciales?
�La menos problemática es la que dé menos que hablar. Supongo que probablemente la desaparición física de Pinochet sería la situación más cómoda, en el sentido de que no los obligaría a solidarizarse y tomar una postura de defensa activa.
�La izquierda y los organismos de DD.HH. logramos este desafuero�
Por Pablo Rodríguez
Gladys Marín es una mujer alegre. Pero siempre, cuando se le hace una pregunta sobre la realidad chilena, responde amargamente. El inminente desafuero del senador vitalicio Augusto Pinochet, que será anunciado pasado mañana por la Corte Suprema, cambió la ecuación: ahora está contenta. Pero la alegría no volvió más indulgente a la secretaria general del Partido Comunista chileno (PCCh). �El gobierno de Ricardo Lagos no tiene por qué arrogarse algún mérito en este hecho histórico. Fuimos los partidos de izquierda y los organismos de derechos humanos quienes forzamos esta situación�, dispara. De visita por nuestro país, Marín habló con Página/12 sobre el futuro de los procesos que abren el cerrojo de la dictadura y sobre sus implicancias en los anuncios sobre el llamado �fin de la transición hacia la democracia�. A esa altura, el tono agrio volvió.
�¿Qué mérito le cabe al gobierno de Lagos por el desafuero a Pinochet?
�Ninguno. El desafuero de Pinochet es el resultado de la acumulación del esfuerzo de muchísimos años. Fueron las múltiples organizaciones de derechos humanos, más los partidos políticos realmente comprometidos con la verdad y la justicia, las que forzaron esta situación. La primera querella criminal contra Pinochet la presenté yo en enero de 1998. Faltaban nueve meses para su detención en Londres. Todavía era comandante en jefe del Ejército y estaba a punto de asumir como senador vitalicio. En ese momento, todos decían que no iba a pasar nada. Pero fue a partir de esta querella que se instauró el ministro de fueros especiales, como el juez Juan Guzmán, para que pudiera entender en la causa. Eso fue lo que desencadenó todo, porque Guzmán comenzó a recopilar antecedentes y a recoger más querellas hasta llegar a las 160 actuales. La detención de Pinochet en Londres representó la chispa que desató esta presión para que fuera juzgado. Pero la mecha ya estaba puesta en Chile y fue por eso que el gobierno chileno pudo comprometerse a juzgar a Pinochet.
�Pongámoslo en otros términos. ¿Acaso Pinochet hubiera sido desaforado si el actual presidente fuera el derechista Joaquín Lavín?
�Sí. Se hubiera demorado mucho más. Los tribunales habrían sufrido muchas más presiones desde el gobierno. Pero ya se avanzó demasiado en el terreno de la Justicia como para que esto dependa de quién está en el poder. Cuando asumió Lagos, los procesos legales estaban muy avanzados aquí y Chile ya se había comprometido ante el mundo a juzgar a Pinochet. No había vuelta atrás. Lavín mismo se alejó de la figura antes protectora de Pinochet. Aunque fuera demagogia, no es poca cosa que haya dicho en plena campaña electoral que el tema Pinochet es exclusivo de la Justicia. Tampoco había vuelta atrás para la propia Corte Suprema, que siempre se acomodó a la situación y que ahora aparece como limpiando su conciencia ante el país simplemente porque no le cuesta nada fallar contra Pinochet.
�Las fuerzas de izquierda y los organismos de derechos humanos denunciaron el acuerdo de la Mesa de Diálogo como una forma de trueque a cambio de que Pinochet no fuera desaforado. Ahora que sí será desaforado, ¿se puede decir que ese trueque no existió, o que fue traicionado?
�No. Lo que pasó es que la reacción en contra del acuerdo de la Mesa de Diálogo fue muy fuerte. A pesar del gran despliegue comunicacional en donde los altos representantes de todos los poderes del Estado desfilaron en La Moneda para anunciar el acuerdo, la denuncia de los organismos de derechos humanos obligó a poner claros los temas. �Mesa de Diálogo sobre derechos humanos�; y sólo se discute la situación de los desaparecidos. No fueron convocados los familiares directos de las víctimas ni los partidos que fuimos perseguidos. Y la declaración final se permite decir que el golpe militar se dio por el espiral de violencia desatado durante el gobierno de Allende. Ni siquiera se menciona �golpe militar�: son �hechos ocurridos el 11 de setiembre de 1973�. Hemos acertado en denunciar estas mentiras, en divulgar un texto que nadie iba a leer y logramos así que laMesa de Diálogo mostrara su verdadera cara. Insisto en que este trueque existía. El mismo presidente de la Corte Suprema, Hernán Alvarez, dijo cuando se presentó el acuerdo que �ahora se ve la luz al final del túnel�.
�¿Qué va a pasar con la información de los desaparecidos?
�Creo que va a seguir porque forma parte de un nuevo sistema de consensos entre la Concertación y las Fuerzas Armadas. Ambos polos siempre fueron construyendo distintos consensos y éste es uno nuevo.
�¿Pinochet va a ser realmente juzgado? Algunos abogados defensores de los derechos humanos insinuaron que el camino legal será tan complicado que Pinochet jamás se sentará frente a un tribunal.
�Algunos abogados se pegan demasiado a la juricidad. Yo he hablado con otros expertos legales y me explicaron que, a pesar de que el juez Guzmán tiene la obligación de pedir exámenes médicos para Pinochet por tratarse de alguien mayor de 70 años, tiene la obligación de comenzar el proceso y llamar a Pinochet a un interrogatorio. El hecho de que Pinochet se niegue a un examen médico no lo exime de un interrogatorio. Va a haber muchas dilaciones, pero también puede ser rápido. ¿Alguien podía imaginar que alguna vez un juez iba a aceptar una querella criminal contra Pinochet? ¿O que iba a ser detenido en Londres? ¿O que iba a ser desaforado en Chile? ¿Por qué no imaginar, entonces, que puede ser juzgado y eventualmente declarado culpable?
�Creo que lo que podría limitar la imaginación son los resultados de los exámenes médicos y, por otro lado, el proyecto de ley que plantea fueros especiales para los ex presidentes, que está en el Congreso.
�Seguro. Pueden determinar que está demente y se acabó todo. En cuanto a los fueros especiales, algunos abogados me confirmaron que éstos corren la misma suerte que los fueros de senador vitalicio que ya cayeron.
�¿El juicio a Pinochet marca el comienzo del fin de la transición?
�Quisiera que fuera así, pero no lo es. En primer lugar, porque la sociedad chilena es increíble. Hace dos semanas, cuando la Corte Suprema escuchaba los alegatos de los abogados, afuera del edificio los manifestantes pinochetistas, deprimidos como estaban, se pusieron a quemar huesos como si fueran de los detenidos-desaparecidos. Y esto sin que nadie atinara una sanción por semejante conducta. Pero en segundo lugar, creo que en el plano objetivo la Concertación sigue creyendo en una política de consensos sostenida en el pacto con la dictadura. El fin de la transición implica cambiar la Constitución, reducir el papel de las Fuerzas Armadas en el gobierno, modificar el sistema electoral binominal que favorece a la derecha, etc. Y el presidente de la Cámara de Diputados, el socialista Barrueto, ha dicho recientemente que el sistema binominal demostró su eficacia. El orden constitucional legado por Pinochet indica que las Fuerzas Armadas tutelan la democracia. Y la Concertación no parece que quiera avanzar tanto, aun cuando en estos momentos tiene la fuerza para hacerlo.
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