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LA CONTUNDENCIA DE BARIJHO Y LA NOCHE DE CORDOBA
Boca hizo apenas un poco más

Con dos goles de Barijho en el primer tiempo, Boca sacó ventajas que le permitieron aguantar la remontada de Unión. Desprolijo, pero emotivo.

Palermo ensaya una chilena que se irá muy cerca del palo.
El grandote se echó atrás alternativamente con Barijho.
 


t.gif (862 bytes) En un partido con muy poco fútbol y muchos pelotazos, Boca derrotó por 21 a Unión, y consiguió tres puntos importantes para mantener su liderazgo en la tabla. La imagen que dejaron los dos equipos fue pobre. Los de Carlos Bianchi �sin Riquelme� fueron sólo un gol más que el débil Unión. 
En la primera etapa, Boca fue apenas superior a Unión, sobre todo en el mediocampo. Esa diferencia le permitió a Boca llegar con más claridad al arco de Rodrigo Llinás. A los dos conjuntos les costó generar peligro, pero Boca aprovechó mejor las escasas oportunidades que generó. 
Pelotazos, desorden, corridas, y hasta algunos choques innecesarios, fue el saldo que dejo el encuentro. Recién a los 14 minutos, cuando logró frenar el vértigo infructuoso de los pelotazos, Boca dio la primera señal de superioridad. Avisó Palermo (con una chilena) tras un centro de Barijho. Después el partido volvió a caer en la tónica de las pelotas divididas y la falta de ideas. 
Boca abrió el marcador a los 27 minutos, con gol de Barijho. Un centro de Fagiani, que Bermúdez bajó en el área chica, y que el ex Huracán definió con categoría. A los 31 casi descuenta Unión, con un remate fuerte de media distancia del volante Matías Donnet, lo mejorcito de Unión, que Córdoba envió con esfuerzo al corner. 
Sin grandes diferencias futbolísticas, a pesar de la marcada disparidad en los planteles, Boca consiguió aumentar su ventaja, apoyado en la presión de sus delanteros, quienes impedían salir jugando a los defensores locales. A los 33, un pase de Pereda, que encontró habilitado y sólo a Barijho, quien definió con un tiro cruzado mano a mano con Llinás, puso el partido 2-0. Los santafesinos volvieron a perderse otra gran chance a los 42 minutos, cuando Córdoba desvió con un manotazo, un disparo franco, de cabeza, de Silvera, tras un centro de Ariel Donnet.
En el complemento, con el marcador a favor, Boca salió más distendido. Unión consiguió controlar un poco la pelota y, a los 67, se encontró con el gol que le permitió descontar. Un centro de Castillo que dejó descolocado a Córdoba y a Matellán, y que Silvera definió sin problemas. 
El 2-1 no hizo reaccionar a Boca y tampoco a Unión. El partido volvió a caer en la lógica de los despejes, fuertes y altos, hasta el final. 

 


 

BELGRANO Y TALLERES hicieron poco
Unaaa clásica pariiidad

Belgrano y Talleres empataron ayer 1-1 el superclásico cordobés. El delantero Luis Fabián Artime, a los dos minutos, de penal, puso en ventaja a Belgrano y Martín Astudillo igualó para Talleres a los 25 del complemento. El resultado del marcador fue justo, ya que ninguno de los dos conjuntos logró imponer supremacía sobre el otro. Belgrano, un sobreviviente que debutó en el certamen con Reinaldo Merlo como entrenador, mostró buen orden defensivo y un poco de oportunismo. Talleres fue apenas más ofensivo, pero con pocas ideas para quebrar la resistencia de sus rivales.

 

 

opinion
Por Diego Bonadeo

Globalizan las camisetas

Durante el Mundial de Alemania en 1974 , Stanley Rous le dejó su lugar en la presidencia de FIFA a Joao Havelange, lo que significó la incorporación definitiva en la puja por las decisiones importantes de empresas multinacionales que con el tiempo serían absolutamente excluyentes aportando capitales para la sponsorización de las siguientes copas del mundo. Los derechos de televisión, las pujas entre Adidas y Puma en lo que hace a indumentaria deportiva, de Coca-Cola y Pepsi en el rubro gaseosas, de Siemens y Phillips en cuanto a iluminación de estadios, etc. aparecieron allí como nunca antes y como siempre o casi siempre después.
Pero en aquel torneo todavía se respetaban algunos de los derechos de los consumidores de fútbol por televisión. Tanto es así que en el que quizá fue el mejor partido del campeonato, el que la entonces Alemania Federal le ganó 4-2 a Suecia en Düsseldorf, y habida cuenta de la todavía importante cantidad de televisores en blanco y negro que se suponía existían en muchos de los países menos ricos �la Argentina incluida� los alemanes jugaron con los colores alternativos: camiseta verde y pantalón blanco, en vez de la tradicional camiseta blanca y pantalón negro, dado que la indumentaria sueca es camiseta amarilla �clara, como la oficial alemana� y pantalón azul �oscuro, como el alemán�.
Más de un cuarto de siglo después, en la Argentina los colores de San Lorenzo parecen los de Peñarol; los de River son los de Vasco da Gama y los de Boca, los de Gimnasia y Esgrima La Plata, gracias a los policromos adelantos de la moda en sintonía con la cultura de Pancho Dotto y Roberto Giordano. Así, quienes en la cancha o por televisión pretendieron adivinar la presentación de Olimpia de Paraguay y Boca Juniors de la Argentina por la Copa Mercosur, tuvieron que relojear las medias de los futbolistas, porque las oscuras de los argentinos y las blancas de los paraguayos parecían la única diferenciación más o menos notoria entre los veinte jugadores de campo. Todos los pantalones eran blancos y todas las camisetas eran blancas con una franja horizontal más o menos azul.
No solamente la berreteada textil vernácula con la complicidad de los clubes se encargó prolija y perfumadamente de desnaturalizar y mancillar los colores originarios de nuestros clubes de fútbol, sino que también, televisión mediante, pretenden que todos sean iguales. O por lo menos muy parecidos. No estaría mal que el capitalismo salvaje de los proveedores de indumentarias ayudara a que igualdades y equidades se trasladaran a cuestiones más pedestres. Lo único que nos faltaba era la globalización de las camisetas.

 

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