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ANIBAL IBARRA JURO EL CARGO POR LA PATRIA, SU HONOR Y LA CONSTITUCION
"Vengo a ejercer apasionadamente"

En un discurso interrumpido tres veces por aplausos, el nuevo Jefe de Gobierno reivindicó la gestión anterior, dijo que es "intolerable que en esta ciudad haya chicos y viejos famélicos", habló de justicia y solidaridad, y prometió una política activa que abra "un nuevo capítulo en la vida de esta ciudad". La vicejefa, Cecilia Felgueras, que juró por "Dios, la Patria y los Santos Evangelios", inauguró simbólicamente la primera Legislatura.


En el Colón, para la función de gala de anoche, con representantes extranjeros como invitados


Por Santiago Rodríguez
t.gif (862 bytes)  Entraron a la Legislatura en auto y por el Pasaje de Carruajes, testimonio del esplendor porteño del principio de siglo en que se construyó ese edificio. Y salieron caminando por la puerta principal en medio de un cordón de honor del Regimiento de Patricios, después de haber jurado como jefe y vicejefa de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: Aníbal Ibarra, por "la Patria, mi honor, la Constitución nacional y la Constitución de la Ciudad", y Cecilia Felgueras, por "Dios, la Patria y los Santos Evangelios". Ese fue el momento culminante de una ceremonia que terminó después con la entrega formal del mando de parte del saliente Enrique Olivera y la foto de Fernando de la Rúa y Carlos "Chacho" Alvarez junto a la dupla que el 7 de mayo pasado revalidó los títulos de la Alianza. Por medio de Ibarra, y por primera vez, el Frepaso gobierna desde ayer en uno de los principales distritos del país.
"No venimos a reparar ni a restaurar; venimos a abrir un nuevo capítulo en la vida de esta ciudad", dijo Ibarra en su primer discurso como jefe de Gobierno. Lo pronunció en la Legislatura misma, después de jurar en el cargo para el cual lo votó casi el 50 por ciento de los porteños, y la palabra se la concedió Felgueras en lo que constituyó también su debut como presidenta de ese cuerpo.
Ibarra se distinguió de otros políticos en campaña al introducir el concepto de sociedad igualitaria en su discurso preelectoral. Al hablar en la Legislatura profundizó aún más esa línea: no sólo consideró "intolerable que en esta ciudad haya chicos y viejos famélicos", y dijo que "la justicia, la solidaridad y la igualdad son valores que sostenemos desde jóvenes", sino también sostuvo que "la idea formulada por la llamada `teoría del derrame' de que el crecimiento económico es una ola imparable que termina convirtiéndose mecánicamente en desarrollo social no se ha verificado", y advirtió que "al contrario, la falta de desarrollo social termina comprometiendo el desarrollo económico".
Ese fue el eje de su discurso y por eso se ganó el reconocimiento de legisladores propios y ajenos, salvo los de izquierda, entre quienes hubo algunos que inclusive se retiraron del recinto. "Pensé que iba a anunciar la firma del convenio de traspaso de la policía", declaró el belizista Jorge Srur, aunque destacó estar muy conforme con el "enfoque social" de Ibarra.
Prueba de ese reconocimiento fueron también los aplausos de todas las bancadas. El único que no aplaudió y siguió, imperturbable, sentado en su banca fue Jorge Altamira; los demás interrumpieron al jefe de Gobierno en tres ocasiones. Una, en el tramo en el que planteó que se propone "crear oportunidades de integración social, de trabajo y educación para que nuestros jóvenes no salten de la calle a la delincuencia" y destacó que "una política integral de seguridad debe incluir a la educación y la promoción social". Otra, al afirmar que trabajará "activamente para que la educación de calidad no sea el patrimonio de una minoría, sino el orgullo de todos". Y la tercera, cuando dijo que la integración urbana de las villas de emergencia no era en su caso "un desafío político más", sino "un problema moral" y remató explicando que "vuelvo a la enseñanza de mi padre: quien contempla una injusticia debe intentar cambiarla porque de lo contrario termina siendo cómplice del injusto".
Lo de su padre venía de la apertura de su discurso. Entonces, adelantó que "antes de exponer el rumbo, quiero compartir una experiencia personal que me ha impulsado desde joven y que ha marcado mi paso por la función pública" y arrancó con la breve historia sobre Aníbal Ibarra padre, quien lo miraba con atención desde un palco junto a la primera dama porteña, Marcela Heiss, y sus nietos Pablo y Santiago. A unos pocos metros estaban también todos los miembros del Gabinete porteño, los diputados Rafael Pascual, Darío Alessandro e Irma Parentella, Darío Lopérfido y Antonio de la Rúa, el más requerido para las cámaras de televisión. No faltaron tampoco el jefe de la Policía Federal, Rubén Santos, ni el presidente de la Corte Suprema, Julio Nazareno.
"Mi padre es inmigrante --contó Ibarra--. Llegó de joven a Buenos Aires como perseguido político, hace medio siglo. Aquí, en esta ciudad, trabajó y se casó. Aquí tuvo a sus cuatro hijos. Aquí estudió, se recibió de abogado y se matriculó. Mi padre es un hombre vigoroso, optimista y recto, que nunca comprendió ni toleró las injusticias. Mi padre es republicano, pero no es español. Mi padre es febrerista. Mi padre es paraguayo. A él le debo la vocación por la ley y la mirada sobre el mundo. Una cierta impaciencia por hacer las cosas y la convicción de que quien contempla una injusticia debe por lo menos intentar cambiarla porque de lo contrario termina siendo cómplice del injusto. Me siento orgulloso de ese ejemplo y espero no traicionarlo."
Fue lo más emotivo de una ceremonia que por lo demás resultó previsible, tanto en los tumultos y las corridas que opacaron la caminata de Ibarra y Felgueras desde la Legislatura hasta la sede del gobierno porteño --previa escala en el Cabildo, donde ambos descubrieron una placa alusiva a la asunción--, como en el desarrollo del acto de toma de posesión del cargo.
En la jefatura de Gobierno de la Ciudad Olivera recibió junto con su esposa, María, a Ibarra y a Felgueras y sus familias. También llegaron De la Rúa y Alvarez, Raúl Alfonsín, el senador José Genoud y Ernesto Sabato (ver aparte). Del gabinete nacional sólo faltaron Ricardo López Murphy, Adalberto Rodríguez Giavarini y José Luis Machinea.
Después de los agradecimientos de rigor, Olivera alentó a sus sucesores. "Tienen toda nuestra confianza. Quiero desearles el mayor éxito en su gestión; resumen la esperanza de todo el pueblo de la ciudad", les dijo. De la Rúa y Alvarez no hablaron, sólo posaron para la foto.

Alta en el cielo


Como hace cuatro años, cuando asumió Fernando de la Rúa, el jefe de gobierno porteño electo empezó ayer el día de su asunción en el Convento de Santo Domingo: Aníbal Ibarra, de traje oscuro y corbata al tono, y Cecilia Felgueras, con un vestido de raso borravino y un saco de terciopelo del mismo color, izaron allí a las 8.30 la Bandera nacional al compás de la marcha "Aurora", que ejecutó la banda del Regimiento de Patricios. La diferencia fue que en esta ocasión no hubo misa, sino que Ibarra y Felgueras recibieron y saludaron a los representantes de las comunidades religiosas y extranjeras, con quienes compartieron un desayuno de chocolate y facturas.

 

Sabato y Felgueras
Ambos se conocen desde hace diez años y, en el día de su asunción, Ernesto Sabato no quiso dejar de acercarse a saludar a Cecilia Felgueras. El escritor concurrió al acto de traspaso del mando, donde estuvo charlando con el presidente Fernando de la Rúa. Pero eso no fue todo: después de la ceremonia Sabato y Felgueras, con su padre Javier y su hermano Santiago, se fueron a conversar y comer algo al bar de la esquina de la Jefatura de Gobierno porteño.

LA JURA DEL GABINETE DE LA CIUDAD
Con una tranquila alegría

Por Fernando Cibeira
"Este gabinete expresa políticamente a la Alianza, que es lo que votó la gente, pero también trasciende los propios límites de la Alianza, lo que seguramente redundará en beneficios para los porteños". El jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, les acababa de tomar juramento a sus secretarios y los defendió subrayando lo que será su marca de orillo: su audaz jugada de convocar a dos peronistas que compartirán las reuniones de gabinete con cinco radicales y cuatro frepasistas. Una decisión que le valió algunas antipatías en el segundo nivel de las fuerzas que componen la coalición, pero que también sirvió para aclarar el nivel de autonomía con el que piensa manejarse el nuevo lord mayor. Por las dudas, Ibarra les hizo a todos el mismo recordatorio: "No olviden ni un segundo que todos estamos aquí por decisión de la gente".
Ibarra y su coequiper, Cecilia Felgueras, llegaron a la Sala Coronado del Teatro General San Martín sobre la hora de comienzo del acto, luciendo nuevo vestuario con respecto de la jura de la mañana, aunque siempre en la misma tonalidad oscura. Para entonces, los secretarios, subsecretarios e invitados especiales hacían tiempo tras bambalinas tomando la segunda ronda de café en vasitos térmicos de telgopor.
El vicepresidente, Carlos "Chacho" Alvarez, conversaba con uno de los peronistas importados por Ibarra, el secretario de Cultura, Jorge Telerman, sobre su ambicioso proyecto de crear un polo cibernético en el sur de la ciudad. "Era una idea que no teníamos totalmente desarrollada", explicaba Alvarez al siempre impecable Telerman, de traje a rayas. "Estaba pensado como un lugar al que los chicos fueran a trabajar en la computadora".
Más atrás, se había formado un semicírculo con funcionarios nacionales y locales. El ministro del Interior, Federico Storani, llegó para apoyar a uno de los suyos, el secretario de Hacienda, Miguel Pesce. En tanto, el ministro de Salud, Héctor Lombardo, se mostró junto al ex director del hospital Piñero y flamante secretario de Salud, Marcos Buchbinder. Luego fueron convocados al escenario, donde se iban acomodando de acuerdo con las indicaciones de la encargada de protocolo. Para cada nombre había un comentario risueño. Un dirigente del Frepaso comentó: "Si nos cuesta ubicarnos es porque no estamos acostumbrados a este tipo de ceremonias".
El clima era de una tranquila alegría, nada que ver con la euforia que podría suponerse, teniendo en cuenta que es la primera vez que al Frepaso le toca gestionar un distrito. Dos integrantes del gabinete capitalino respondieron lo mismo. "Estamos contentos, pero la situación nacional no da para grandes alegrías", coincidieron.
La formación de secretarios y subsecretarios le permitió a Ibarra disimular una de las quejas femeninas sobre su gabinete, compuesto íntegramente por hombres. El jefe de Gobierno zafó con sus cuatro subsecretarias mujeres, y llevó como refuerzo a su esposa, Marcela, que participó del acto junto a Chacho Alvarez. En la jura se notó la diferencia de hinchadas entre funcionarios, con picos para los secretarios Daniel Filmus, Daniel Figueroa y Abel Fatala, quien tuvo su maradoniano "Olé, olé, Abel, Abel". De ahí, siguió el rito de los abrazos en el hall del teatro. Mientras, en el escenario montado en plena Corrientes comenzaba el recital de Teresa Parodi y la pareja Ibarra-Felgueras se procuraba su tercer cambio de vestuario camino al Colón.

 

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