Por Julián
Gorodischer
Un año después de Televisión abierta,
el empuje es el mismo. Gastón Duprat, de 30 años, y Mariano
Cohn, de 24, hacen un culto al movimiento permanente: piensan ideas y
las llevan a cabo. Por eso sólo aceptan una etiqueta, la de realizadores.
No es poco lo que consiguieron en el 99: un canal abierto, América,
les siguió su propio juego, uno experimental y muy atípico
para la pantalla chica. Su programa, que salía todos los días
a la medianoche, dio voz a los hombres y mujeres comunes, derribó
las jerarquías que otorga la fama, permitió que anónimos
y consagrados compartieran su minuto de gloria. Demostró que ninguna
vida es trivial.
Durante cinco meses, esa crónica de prácticas extrañas
imitaciones, declaraciones de amor, exhibición de mascotas
fue el reino de las amas de casa, los estudiantes, los desempleados y
los vecinos de la esquina. A todos los rigió una consigna: el mundo
privado es divertido y vale la pena observarlo. Pero todo se complicó
demasiado, recuerda Mariano Cohn el final abrupto, cuando tuvieron
que bajarlo del aire porque el cansancio los vencía. Ellos mismos
atendían los llamados, casi no cobraban, reclamaban en vano por
más recursos y más gente. Hasta que bajaron los brazos,
justo en agosto del año pasado. Les quedó un gustito a sueño
realizado pero trunco, y ahora van por más pero en formato extra
large. Preparan para fines de este año, o comienzos del próximo,
el canal Televisión Abierta, la utopía de la
TV permanente abierta a todos, para pedir, reclamar, quejarse, actuar,
cantar o mostrar un animal o un objeto. Un productor importante ya levantó
el pulgar, y el proyecto está en marcha, con sus primeras promociones
ya grabadas y una novedosa propuesta de financiación para
una inversión inicial de cien mil pesos. Los comerciales
serán testimonios reales de consumidores, alegatos a favor o en
contra de un producto. Será el formato novedoso de la publicidad
espontánea hecha por gente real, sin ninguna puesta en escena.
En la televisión alternativa explica Cohn las
24 horas serán de realidad.
La de Cohn y Duprat es una patada al corazón de la TV, pero desde
adentro. Este no es el mundo de los brillos, las divas y los conductores
estrella. Todos ellos aquí no tienen nada que decir: los valores
se han invertido. El famoso de Televisión abierta es
aquel que convoca a la cámara para mostrar cómo su perro
le obedece, la adolescente que imita a Madonna frente al espejo, la mujer
vieja que monologa sin sentido. Son seres comunes, asegura
Cohn en la entrevista con Página/12. Pueden ser mucho más
atractivos que Pergolini, Tinelli o Susana Giménez.
¿Por qué una propuesta de la originalidad de Televisión
abierta fue expulsada de la TV abierta?
Todo se complicó demasiado. No se puede hacer un programa
que sale todos los días con cuatro personas: las condiciones de
trabajo se deterioran mucho. No teníamos cámaras, faltaban
recursos, la plata no aparecía. Hacíamos de todo: estar
a cargo del programa y atender los llamados. No podíamos poner
distancia para evaluar el producto. Estábamos superados, ganábamos
poco y lo único que nos importaba era encontrar un rato para dormir.
Tuvimos que levantarlo.
¿El canal de transmisión continuada que están
preparando no complicará todo aún más?
Es una verdadera genialidad, y se va a mantener con sus propios
comerciales. Contará con secciones en vivo, en un estudio abierto
en el cual la gente se podrá presentar en forma espontánea.
Y, a su vez, habrá franjas similares al programa Televisión
abierta. Tendrá horarios de referencia ordenados por rubros:
los freaks, la hora de las ventas, el momento de los servicios. Todas
esas historias en continuado van a ser un cóctel explosivo, un
poderosísimo canal de comunicación que no sabemos en qué
puede terminar. Sentimos que estamos creando una bomba atómica.
¿Podría resumirse su esencia a través de la
premisa: En privado, la gente hace cosas muy raras?
Seguro, la gente está chiflada y hace cosas rarísimas.
Me acuerdo de una vieja que le ponía carne en la boca a su perro
y le pegaba en la cabeza para que no se la comiera. Ella insistía
en mostrar esa habilidad, y nosotros no nos planteamos límites
morales. Yo me divierto con ella y con la mascota. Si hace falta una réplica,
que sea la misma gente la que llame y pida ese espacio. A mí me
chupa un huevo.
¿El planteo de Televisión abierta es una
forma de rebelarse a las jerarquías que impone la fama y la riqueza?
Lo único que sabemos hacer es llevar a la gente común
a la TV. No nos interesa el sistema de producción
tradicional y las figuras del medio. Si sacamos al aire a famosos, lo
hacemos en iguales condiciones que cualquier anónimo. Los aceptamos,
pero sin trato preferencial y con la aceptación de todas las reglas.
Si aparece Charly García (cosa que sucedió en una oportunidad)
va a estar pegado a una vieja que no conoce nadie. La idea es igualar
para abajo.
¿A quiénes imagina como protagonistas del canal?
Cualquiera que tenga ganas o necesidad de decir o mostrar algo.
Seguro que va a ser más importante que cualquier estrella. Fita
(una anciana que el programa consagró) es más interesante
que Llamas de Madariaga. Todos los que participen tendrán que aceptar
una premisa como condición: cualquier participante debe hacerse
cargo de lo que diga.
En el canal de cable Much Music, están produciendo cortos
y separadores. ¿Mantienen la coherencia del hombre común
como protagonista?
Hacemos microprogramas que apuntan a modernizar la estética
del canal. Fita pisa temas y hace análisis de las estrellas de
rock. Hay un gordo que hace actos de terrorismo, maldades como pasar en
bici y embarrar a chicos con delantales blancos. Hacemos, también,
un ping pong de preguntas en contraste entre un rockero y un desconocido.
Otro de los separadores consiste en adivinar cuánto gana la gente.
Sólo sabemos trabajar con este tipo de personajes. Otra cosa no
nos sale.
¿No cree que Televisión abierta hace un
culto a lo decadente, a los seres que siempre viven un poco al borde del
ridículo?
Por supuesto. Todos los días vemos gente; eso funciona como
un monitor de toda la ciudad. Sabemos que el universo de Televisión
abierta es decadente. Pero en el deterioro hay un enorme grado de
belleza.
Una enciclopedia anónima
Mariano Cohn y Gatón Duprat, junto con Adrián De Rosa,
también llevaron su repudio a la distinción entre famosos
e ignotos al terreno del cine. Filmaron con un subsidio de la
Fundación Antorchas el film documental experimental Enciclopedia,
que se estrenará en setiembre en la Fundación Proa.
Se trata de un compilado de flashes, imágenes y relatos breves
centrados en seres anónimos. La cámara es despiadada:
los espía en sus costados miserables. El plano congela a la
gorda que se pasea en una playa, espía el ocaso de una fiesta
de quince o un casamiento, cuando todos bailan el carnaval carioca.
Se entromete, clandestina, en la supuesta soledad de los cuidadores
de edificios, husmea en el universo cotidiano de un carnicero, de
un escritor (Alberto Laiseca), de un fotógrafo (Alejandro Kuropatwa).
Queda la sensación de que en Enciclopedia están todos,
que no falta nadie en ese repertorio continuado de maneras de ser,
de conductas a seguir, de formas de vivir, todas distintas, fascinantes,
horrorosas. |
OPINION
Por Graciela Taquini *
Una
versión de la vida
Al día siguiente de exhibirse en París las películas
de Lumière, en el diario Le Post se escribió: Es
la vida misma. El maestro Hitchcock dijo una vez: Algunas
películas son trozos de vida, las mías son trozos
de pastel. Otra frase común dice: Es sólo
una película. Esta es una versión de la vida,
105 años después: Mariano Cohn, Gastón Duprat
y Adrián De Rosa desechan lo convencional. Crean una especie
de Summa de la vida actual que carece de estructura clásica.
En toda su obra, este trío revela el discurso de la gente.
Su mirada parece descontextualizada. No es ni periodística,
ni estetizante, ni sociológica. Proponen al espectador que
observe lo que ha mirado mil veces con otros ojos, de otra manera.
Obliga a concentrarse, a descubrir, a sacar velos y capas significativas.
Es una mirada, a veces feroz, que funda mundos auténticamente
contemporáneos. Una experimentación formal que no
cae en el formalismo pero que no se repite nunca. En pocos meses,
el monumento audiovisual que proponen nos envolverá hasta
convertirnos en sus admiradores más encendidos.
*Crítica y curadora de video-arte.
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