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UN AÑO DESPUES, “TELEVISION ABIERTA” VA POR LA REVANCHA
“Estamos creando una bomba ”

Mariano Cohn y Gastón Duprat, creadores de una de las propuestas televisivas más originales de los últimos tiempos, redoblarán la apuesta: hacia fin de año estará en el aire un canal que transmitirá durante las 24 horas vida y obra de hombres y mujeres comunes, que tendrán, ahora sí, sus 15 minutos de fama.

Por Julián Gorodischer
t.gif (862 bytes)  Un año después de “Televisión abierta”, el empuje es el mismo. Gastón Duprat, de 30 años, y Mariano Cohn, de 24, hacen un culto al movimiento permanente: piensan ideas y las llevan a cabo. Por eso sólo aceptan una etiqueta, la de “realizadores”. No es poco lo que consiguieron en el ‘99: un canal abierto, América, les siguió su propio juego, uno experimental y muy atípico para la pantalla chica. Su programa, que salía todos los días a la medianoche, dio voz a los hombres y mujeres comunes, derribó las jerarquías que otorga la fama, permitió que anónimos y consagrados compartieran su minuto de gloria. Demostró que ninguna vida es trivial.
Durante cinco meses, esa crónica de prácticas extrañas –imitaciones, declaraciones de amor, exhibición de mascotas– fue el reino de las amas de casa, los estudiantes, los desempleados y los vecinos de la esquina. A todos los rigió una consigna: el mundo privado es divertido y vale la pena observarlo. “Pero todo se complicó demasiado”, recuerda Mariano Cohn el final abrupto, cuando tuvieron que bajarlo del aire porque el cansancio los vencía. Ellos mismos atendían los llamados, casi no cobraban, reclamaban en vano por más recursos y más gente. Hasta que bajaron los brazos, justo en agosto del año pasado. Les quedó un gustito a sueño realizado pero trunco, y ahora van por más pero en formato extra large. Preparan para fines de este año, o comienzos del próximo, el canal “Televisión Abierta”, la utopía de la TV permanente abierta a todos, para pedir, reclamar, quejarse, actuar, cantar o mostrar un animal o un objeto. Un productor importante ya levantó el pulgar, y el proyecto está en marcha, con sus primeras promociones ya grabadas y una novedosa propuesta de financiación –para una inversión inicial de cien mil pesos–. Los comerciales serán testimonios reales de consumidores, alegatos a favor o en contra de un producto. Será el formato novedoso de la publicidad espontánea hecha por gente real, sin ninguna puesta en escena. “En la televisión alternativa –explica Cohn– las 24 horas serán de realidad.”
La de Cohn y Duprat es una patada al corazón de la TV, pero desde adentro. Este no es el mundo de los brillos, las divas y los conductores estrella. Todos ellos aquí no tienen nada que decir: los valores se han invertido. El famoso de “Televisión abierta” es aquel que convoca a la cámara para mostrar cómo su perro le obedece, la adolescente que imita a Madonna frente al espejo, la mujer vieja que monologa sin sentido. “Son seres comunes”, asegura Cohn en la entrevista con Página/12. “Pueden ser mucho más atractivos que Pergolini, Tinelli o Susana Giménez.”
–¿Por qué una propuesta de la originalidad de “Televisión abierta” fue expulsada de la TV abierta?
–Todo se complicó demasiado. No se puede hacer un programa que sale todos los días con cuatro personas: las condiciones de trabajo se deterioran mucho. No teníamos cámaras, faltaban recursos, la plata no aparecía. Hacíamos de todo: estar a cargo del programa y atender los llamados. No podíamos poner distancia para evaluar el producto. Estábamos superados, ganábamos poco y lo único que nos importaba era encontrar un rato para dormir. Tuvimos que levantarlo.
–¿El canal de transmisión continuada que están preparando no complicará todo aún más?
–Es una verdadera genialidad, y se va a mantener con sus propios comerciales. Contará con secciones en vivo, en un estudio abierto en el cual la gente se podrá presentar en forma espontánea. Y, a su vez, habrá franjas similares al programa “Televisión abierta”. Tendrá horarios de referencia ordenados por rubros: los freaks, la hora de las ventas, el momento de los servicios. Todas esas historias en continuado van a ser un cóctel explosivo, un poderosísimo canal de comunicación que no sabemos en qué puede terminar. Sentimos que estamos creando una bomba atómica.
–¿Podría resumirse su esencia a través de la premisa: “En privado, la gente hace cosas muy raras”?
–Seguro, la gente está chiflada y hace cosas rarísimas. Me acuerdo de una vieja que le ponía carne en la boca a su perro y le pegaba en la cabeza para que no se la comiera. Ella insistía en mostrar esa habilidad, y nosotros no nos planteamos límites morales. Yo me divierto con ella y con la mascota. Si hace falta una réplica, que sea la misma gente la que llame y pida ese espacio. A mí me chupa un huevo.
–¿El planteo de “Televisión abierta” es una forma de rebelarse a las jerarquías que impone la fama y la riqueza?
–Lo único que sabemos hacer es llevar a la gente común a la TV. No nos interesa el sistema de producción tradicional y las figuras del medio. Si sacamos al aire a famosos, lo hacemos en iguales condiciones que cualquier anónimo. Los aceptamos, pero sin trato preferencial y con la aceptación de todas las reglas. Si aparece Charly García (cosa que sucedió en una oportunidad) va a estar pegado a una vieja que no conoce nadie. La idea es igualar para abajo.
–¿A quiénes imagina como protagonistas del canal?
–Cualquiera que tenga ganas o necesidad de decir o mostrar algo. Seguro que va a ser más importante que cualquier estrella. Fita (una anciana que el programa consagró) es más interesante que Llamas de Madariaga. Todos los que participen tendrán que aceptar una premisa como condición: cualquier participante debe hacerse cargo de lo que diga.
–En el canal de cable Much Music, están produciendo cortos y separadores. ¿Mantienen la coherencia del hombre común como protagonista?
–Hacemos microprogramas que apuntan a modernizar la estética del canal. Fita pisa temas y hace análisis de las estrellas de rock. Hay un gordo que hace actos de terrorismo, maldades como pasar en bici y embarrar a chicos con delantales blancos. Hacemos, también, un ping pong de preguntas en contraste entre un rockero y un desconocido. Otro de los separadores consiste en adivinar cuánto gana la gente. Sólo sabemos trabajar con este tipo de personajes. Otra cosa no nos sale.
–¿No cree que “Televisión abierta” hace un culto a lo decadente, a los seres que siempre viven un poco al borde del ridículo?
–Por supuesto. Todos los días vemos gente; eso funciona como un monitor de toda la ciudad. Sabemos que el universo de “Televisión abierta” es decadente. Pero en el deterioro hay un enorme grado de belleza.

Una enciclopedia anónima
Mariano Cohn y Gatón Duprat, junto con Adrián De Rosa, también llevaron su repudio a la distinción entre famosos e ignotos al terreno del cine. Filmaron –con un subsidio de la Fundación Antorchas– el film documental experimental Enciclopedia, que se estrenará en setiembre en la Fundación Proa. Se trata de un compilado de flashes, imágenes y relatos breves centrados en seres anónimos. La cámara es despiadada: los espía en sus costados miserables. El plano congela a la gorda que se pasea en una playa, espía el ocaso de una fiesta de quince o un casamiento, cuando todos bailan el carnaval carioca. Se entromete, clandestina, en la supuesta soledad de los cuidadores de edificios, husmea en el universo cotidiano de un carnicero, de un escritor (Alberto Laiseca), de un fotógrafo (Alejandro Kuropatwa). Queda la sensación de que en Enciclopedia están todos, que no falta nadie en ese repertorio continuado de maneras de ser, de conductas a seguir, de formas de vivir, todas distintas, fascinantes, horrorosas.

 

OPINION

Por Graciela Taquini *

Una versión de la vida

Al día siguiente de exhibirse en París las películas de Lumière, en el diario Le Post se escribió: “Es la vida misma”. El maestro Hitchcock dijo una vez: “Algunas películas son trozos de vida, las mías son trozos de pastel”. Otra frase común dice: “Es sólo una película”. Esta es una versión de la vida, 105 años después: Mariano Cohn, Gastón Duprat y Adrián De Rosa desechan lo convencional. Crean una especie de Summa de la vida actual que carece de estructura clásica. En toda su obra, este trío revela el discurso de la gente. Su mirada parece descontextualizada. No es ni periodística, ni estetizante, ni sociológica. Proponen al espectador que observe lo que ha mirado mil veces con otros ojos, de otra manera. Obliga a concentrarse, a descubrir, a sacar velos y capas significativas. Es una mirada, a veces feroz, que funda mundos auténticamente contemporáneos. Una experimentación formal que no cae en el formalismo pero que no se repite nunca. En pocos meses, el monumento audiovisual que proponen nos envolverá hasta convertirnos en sus admiradores más encendidos.
*Crítica y curadora de video-arte.

 

 

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