Por Ricardo M.
De Rituerto
Desde Chicago
El
premio Nobel y codescubridor de la doble hélice de ADN James D.
Watson, uno de los padres de la genética moderna, se ha aliado
con el creador de Netscape, James H. Clark, para iniciar una sorprendente
búsqueda en Internet: 100.000 donantes de datos genéticos.
Para ello han lanzado un nuevo sitio en Internet (DNA.com) desde el que
contactarán con los donantes, a los que, tras un cuestionario médico,
se extraerá el material genético. El enorme banco de datos,
que ha suscitado vivas críticas, se utilizará para investigar
la generación de enfermedades.
El recientemente presentado mapa del genoma humano va a permitir la identificación
de los millones de diferencias en la peculiaridad genética de cada
individuo y a través de ellas facilitar la identificación
de los genes que abren las puertas a distintas dolencias. Idealmente,
a cada gen conflictivo se le podrá aplicar en el futuro un tratamiento
médico o farmacéutico que evite o elimine la enfermedad.
Pero eso requiere la identificación y el escrutinio de las variaciones
genéticas que producen las distintas enfermedades hereditarias.
Ahí es donde entra la empresa DNA Sciencies (que gestiona DNA.com),
en un campo en el que ya están operando los grandes laboratorios
mundiales en busca de remedios para enfermedades muy extendidas como el
cáncer, las coronarias, el Alzheimer, la diabetes y la esquizofrenia.
Para localizar esos genes se necesita el análisis de muchos individuos,
aunque los escépticos señalan que las cadencias estadísticas
no tienen por qué ser siempre útiles y otros ponen el ejemplo
de cómo la perfecta localización de un gen nocivo (el que
produce la fibrosis quística) no ha permitido todavía descubrir
su tratamiento. La nueva empresa, dirigida por Watson (quien en una primera
época también dirigió el Proyecto Genoma), somete
a los voluntarios a un cuestionario a través de Internet para establecer
su historial médico y luego envía a recoger una muestra
de sangre del donante. Frente a otros estudios epidemiológicos
concretos realizados en hospitales con un número limitado de pacientes,
en los que se ofrece compensación económica a los voluntarios,
en este caso no hay transacción monetaria.
La compañía se compromete, en cambio, a realizar análisis
gratuitos en el futuro si se encuentran medios de diagnosticar enfermedades.
Especialistas consultados por The New York Times sobre este nuevo procedimiento
de investigación encuentran dos potenciales problemas. El primero
es que las historias médicas realizadas en Internet pueden no ser
todo lo exactas que es debido. Además, al contar con un universo
muy heterogéneo se pierde foco, frente a los que ocurre en otros
estudios con determinados voluntarios o con conjuntos más definidos.
De los seis puntos que DNA Sciencies expone como directrices de su actuación,
la mitad de ellos aborda la cuestión de la ética del proyecto
y confidencialidad de la información proporcionada, un asunto que
cada vez adquiere mayor trascendencia en el mundo virtual de la red, de
donde fugas de información pueden acabar redundando en el repudio
de individuos por compañías de seguro o empresas. Hugh Rienhoff,
creador de la compañía, mantiene que las garantías
de confidencialidad son absolutas y que la gente lo que quiere es que
se hallen remedios para las enfermedades que los torturan a ellos o a
sus familias. Esta es la primera ocasión en que el hombre
de la calle que padece diabetes puede participar en un estudio,
dice. Si usted conoce a alguien que padece una enfermedad quizás
un padre, un hijo, o incluso usted mismo, usted sabe lo que es sentirse
impotente ante ella. ¿Pero qué le parecería poder
ser parte de la solución? ¿Qué leparecería
el ayudar a encontrar mejores tratamientos y diagnósticos más
efectivos? Ese el objetivo del proyecto The Gene Trust, se lee en
la presentación del sitio en Internet. Nuestro objetivo es
acelerar los descubrimientos médicos para conseguir mejores diagnósticos
y tratamientos de aquí a cinco años, añade.
DNA Sciences es una sociedad creada hace dos años con el propósito
de establecer relaciones entre genética y enfermedad. Conseguiremos
eso mediante la participación de la gente de la calle en un esfuerzo
de extraordinario alcance en la investigación genética,
indican los promotores.
Los estudios que
ya están en marcha
La peculiaridad del proyecto de DNA Sciencies consiste
en la amplitud de la red que ha lanzado, al pedir la participación
de todo el que se sienta interesado en la idea. Multinacionales
de la industria farmacéutica como Glaxo Wellcome o Novartis
llevan tiempo realizando estudios genéticos muy concretos,
con un ojo puesto en la cuenta de resultados. Y existen también
otras entidades que están creando, por ejemplo, bases de
datos con el historial médico y el ADN de los 275.000 habitantes
de Islandia o con los gemelos del Reino Unido.
Glaxo Wellcome afirma haber localizado genes relacionados con
migraña, soriasis, diabetes y la enfermedad de Parkinson,
mientras que la empresa francesa Genset habla ya de saber dónde
están genes implicados en el cáncer de próstata
y la esquizofrenia. Identificar los genes es el primer paso para
crear medicinas para millones de personas, con el consiguiente
beneficio económico.
En Islandia, DeCode Genetics está en la tarea de crear
una base de datos con los detalles de la práctica totalidad
de la población isleña (270.000 personas), y en
Estonia hay ya un proyecto parecido para su millón y medio
de ciudadanos. Universos más concretos proporcionan los
gemelos británicos, de quienes recoge muestras de ADN la
empresa Gemini Genomics. En EE.UU. se ha invitado a los alrededor
de 65.000 vecinos de Framingham (Massachusetts) a hacer donaciones
de su ADN, mientras otra empresa del mismo Massachusetts, Genomics
Collaborative, busca poner en funcionamiento un banco de datos
genéticos a partir de tejidos proporcionados por un millón
de pacientes.
Las objeciones de ética y de confidencialidad que plantean
los críticos a estas iniciativas desagradan a Kari Stefanson,
responsable del proyecto islandés. En un reciente debate
celebrado en Washington sobre la confidencialidad en medicina
afirmó: Algunos se creen con derecho a impedir que
la ciencia use la información que, para ayudar a futuras
generaciones, seamos capaces de conseguir sobre nosotros.
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