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�El público que aplaude todo es muy peligroso�

�La venganza será terrible� lidera el rating de la medianoche, pero Alejandro Dolina no se conforma: �Prefiero a los que no son incondicionales�, dice.

Por Mariano Blejman
t.gif (862 bytes)  Angel Gris. Refutador de leyendas y uno de los más sensibles hombres de Flores. Defensor de las bolitas, hombre de barrio, muchacho de radio, fanático de Boca y del fútbol. Clasificaciones que parecen caerle bien a Alejandro Dolina, y de las cuales reniega e intenta desprenderse en cada noche de Radio Continental (AM 590), donde “La venganza será terrible” lidera en audiencia su franja horaria (de 0 a 2) desde hace más de cinco años. “Es falso. Sucede muchas veces que, una vez acrisolada mi imagen, cualquier suceso que uno venga a producir o contrariar es una incomodidad para el periodista que tiene que escuchar el programa de nuevo”, dice Dolina. Para él, la imagen que la gente tiene no es la que él quisiera que tuvieran. “Pero con el tiempo y las lecturas que realizo diariamente, aprendí a ser más tolerante”, dice a Página/12.
–¿Cómo se lleva con el personaje Dolina?
–Probablemente haya una comodidad mediática de recluirme a territorios fácilmente descriptibles. Hay muchachos periodistas que me escucharon por última vez hace seis años y vienen a entrevistarme. Esa pereza mental que me recluye a las bolitas, el Angel Gris y el barrio me molesta bastante. Es injusto y conduce a algo patético: el elogio por virtudes que ya no son las mismas. Ahí si hay un personaje que no inventé yo. Es una comodidad difícil de romper.
–¿Cuál cree que es la imagen que tiene la gente de usted?
–A veces me lo pregunto. Pero casi todos tenemos una idea errónea de nosotros. Creemos ser simpáticos o inteligentes y no sé si lo somos.
–Además de los incondicionales, parece tener un grupo de gente que vuelve cada tanto.
–Afortunadamente hay una renovación del público. Pero también hay una gran cantidad de público que no es asidua, que viene a vernos como quien hace una salida. Me gusta un público no demasiado adicto. El público que aplaude todo, hasta los estornudos, es peligroso. Ese público interesante que conoce los códigos y los valora, pero no está incondicionalmente, nos obliga a una continua seducción. Yo no vengo a leer el diario, nosotros estamos toda la tarde revisando libros y volviéndonos locos. Son modestísimas flores de pensamiento. Algunos creen que este programa consiste en leer consejos de Para ti y reírse. Es mentira. Los consejos son meros disparadores que tienen un costado mucho más creativo. Yo estoy estudiando ahora más de lo que estudiaba en la Universidad. Tengo una conducta de estudiantil que no tenía hace años.
–Su búsqueda se volvió selectiva en ese aspecto...
–Adquirí la desagradable costumbre de leer con un lápiz. Muchas veces yo fui la víctima del subrayado. No hay peor cosa que leer un libro subrayado por otro, porque a veces hay palabras que uno no comprende por qué fueron subrayadas. Uno pierde tiempo preguntándose por qué subrayó este tipo “América para los Americanos”. Hay gente que subraya muy mal.
–¿Cuál es la intención de la primera parte del programa?
–Me gusta pensar y compartir con la gente cuestiones del mundo de espíritu, de las cuales no siempre hay oportunidad de hablar. Es una manera humilde de presentar al público lo que podemos llamar “mi pensamiento”, o ser portador de pensamientos ajenos. En estos años descubrí tendencias que no hubiera trabajado, sin la necesidad de leer y pensar cada día sobre asuntos relacionados con la cultura universal. Uno comienza a volverse más tolerante y deja de ser sectariamente radical, peronista o hincha de Boca y se da cuenta de que el mundo es más complejo y que más que tomar posiciones, conviene leer y acaso abstenerse de tomarlas. O simplemente observar el mundo como una cosa misteriosa y gozosa de aprender.
–¿Pensó en cómo sería su programa si tuviera imagen?
–Durante muchos años intenté volver a la televisión, y no tuve la posibilidad de hacerlo. Nuestro programa es el más escuchado de Continental y soy la única persona de la radio que no estuvo en TV los últimos cinco años. Y me alegro muchísimo. Ultimamente comprendí que es una verdadera suerte que yo pudiera ser rechazado por la televisión. Me hubiera visto obligado a hacer cosas para las que no estoy preparado. Por otro lado, en la radio te pueden esperar un año. En la TV no.
–¿Cuál cree que es el rol de la radio en la saturación mediática?
–La radio forma parte de esta sobredimensión del poder de los medios. Pero por ser el menos poderoso tiene más grietas. No está fuera de la torta, tan sólo es menos eficaz en esa creación del propio consumidor, propia de los medios actuales. Los medios crean su propio consumidor, le imponen sus gustos, le extraen sus características y ya no necesitan ni el aplauso, porque los productos ya vienen aplaudidos.
–¿Cómo se lleva con las llamadas “nuevas tecnologías”?
–No tengo ninguna superstición en contra de las comodidades burguesas. ¡Como si para ser poeta hubiera que renunciar al celular!
–¿Se siente apocalíptico?
–Tal vez por haber sido absorbido por cierta tolerancia, hija de las lecturas, ahora no estoy seguro de nada y cada vez tardo más en definirme. Esta cautela me llevó a no tomar afiliaciones tan rápidamente. Además, una de las características más paradójicas del fenómeno global es que no hay enemigos. Cuando apareció la Revolución Industrial surgieron corrientes opositoras encarnadas por líderes. No se ha perfilado una corriente de pensamiento que contemple la posibilidad de la lucha. Porque el fenómeno global afantasma un poco. La clase dominante viene a ser una consecuencia de fuerzas posibles de controlar que no están bajo el dominio de una persona visible. Yo antes decía que los enemigos estaban entre nosotros y ahora ni siquiera eso. O tal vez su naturaleza es tan perversa que su juego es que creamos que no existen.
–¿Y se puede contrarrestar?
–No hay algún tipo de solución, ni seré yo quien la venga a inventar. Cuando un sistema parece triunfante en todos los órdenes, generalmente la alternativa se produce dentro de sí misma. Cuando el Imperio Romano consiguió su Pax, supongo que todos se preguntarían ¿quién le va a hacer sombra a Roma? Pero el enemigo era la propia decadencia. Y yo creo que hay grietas dentro del sistema global y por esas grietas se filtran algunas gotas de sangre, algunos escrúpulos y objeciones. Es poquito, pero es algo.

 

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