Por Silvina Szperling Me interesa más la energía que la forma, lo que hay entre dos movimientos más que cada uno de esos movimientos, afirma en diálogo con Página/12 Ginette Laurin, coreógrafa canadiense de gran repercusión internacional. Nacida en Quebec y con un background como gimnasta, Laurin se metió en la danza contemporánea a los 17 años e integró el grupo Nouvelle Air, para luego ser directora artística de la compañía O Vertigo (que fue punta de lanza de la movida de la nouvelle danse en el Montreal de los 80) gracias a una dosis de casualidad y otra de atrevimiento. Yo me movía como coreógrafa y bailarina free lance y una compañía me pidió que fuera su codirectora. La otra directora repentinamente abandonó y me encontré con que tenía una compañía propia. OK, me dije, lo intentaré, por qué no?, cuenta divertida. Laurin vino a la Argentina invitada por el Ballet del Teatro San Martín, que dirige Mauricio Wainrot, para montar su obra En dedans, como parte del programa La nouvelle danse que se estrenará hoy en la sala Martín Coronado. Las otras dos coreografías que conforman el programa, que se presentará de martes a viernes hasta el 18 de agosto, son Minor threat de Mark Godden (reposición) y el estreno en Buenos Aires de Ostacoli de John Wisman, holandés que fue asistente de peso pesados como Anne Teresa de Keersmaeker y Jan Faber. Me siento cerca del tipo de movimiento de Anne Teresa de Keersmaeker, uso mucho el peso del cuerpo, la conexión con la tierra. Es un trabajo que puede ser difícil de hacer, pero no lo parece. No se ve la técnica que hay detrás del trabajo. Otra conexión con la directora de Rosas es que ambas tienen su propia versión de Drumming, la composición de Steve Reich con la que la compañía belga descolló en el Festival Internacional de Buenos Aires el año pasado. Excepto que O Vertigo contó con la presencia en vivo de los músicos y el propio Reich en la batuta en oportunidad de estrenar su propia versión. La compañía trabaja en equipos que investigan acerca de cada nueva obra. Habitualmente preparamos una sola coreografía por año, en un ciclo de tres años: uno para la creación y dos para ir de gira. Cada uno de los nueve bailarines elige su entrenamiento personal, que pagamos nosotros, amén de su salario de 45 semanas al año, describe Laurin. Fuertemente apoyada por los organismos culturales de los estamentos nacional, estatal y municipal, O Vertigo recibe también encargos de instituciones europeas, como el del Departamento de Cultura de Munich en 1997 para En dedans. Fue extraño crear una obra con bailarines alemanes que no me conocían, pero ellos vinieron a Montreal, así que los miembros de mi compañía les daban clases y en cierta forma los adoptamos, comenta Ginette. ¿Cuál es el punto de partida de En dedans? Hay un aspecto conceptual y otro emocional sobre las motivaciones que existen detrás de los movimientos. El concepto fue crear un dúo y luego deconstruirlo de diferentes modos. Una de las estrategias fue bailar el mismo dúo en diferentes situaciones. Como si los intérpretes tuvieran 85 años, por ejemplo, o como si fueran ciegos. Otras tienen más que ver con la construcción de vocabulario: estudiamos la manipulación que cada uno de los bailarines hacía del otro y la usamos como material coreográfico en sí mismo. Es una pieza muy íntima, en la que exploré las sensaciones del bailarín, abstrayéndome completamente de la proyección sobre el público. ¿Cómo hace para transportar el trabajo con las sensaciones de sus bailarines a los de otra compañía, como la del San Martín? En este caso tuvimos que trabajar muy rápido, así es que les enseñamos primero toda la mecánica de los movimientos, para luego ir más profundo. Los miembros del Ballet están acostumbrados a trabajar con diferentes coreógrafos, se adaptan bien. En los últimos tiempos experimentó con la tecnología... Sí, en mi nueva obra voy a utilizar lentes gigantes al borde del escenario. Es una exploración que surgió del deseo de traer al público lo más cerca posible de nuestros cuerpos. Es la primera vez que me meto con la tecnología. Veremos cómo me va...
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