Por Eduardo Febbro
Desde París
El desafuero de Augusto Pinochet tiene una historia que comienza en un libro. La periodista chilena Patricia Verdugo investigó y publicó durante la dictadura una investigación sobre el macabro recorrido de la Caravana de la Muerte. Esa obra, Los zarpazos del Puma, sirvió al juez Juan Guzmán Tapia para establecer que Pinochet, en su condición de jefe del Ejército, ordenó la Caravana de la Muerte. Ese antecedente detalladamente puntualizado condujo al juez Guzmán a pedir el desafuero de Pinochet. También resultó fundamental para el trabajo del juez Baltasar Garzón. En esta entrevista con Página/12, Patricia Verdugo describe su investigación y revela el sentimiento de �engaño y de culpa� de los generales a los que la Caravana llevó a una suerte de �Obediencia debida al revés�.
�Para usted el desafuero de Pinochet debe significar una recompensa.
�Siempre nos pareció un sueño que ni siquiera nos atrevíamos a tener. Pero al confirmarse el fallo de la Corte Suprema con un resultado de 14 votos a favor y 6 en contra, bueno, realmente para todos nosotros es como un sueño que se cumple.
�¿Qué la llevó a iniciar ese trabajo en un Chile bajo la dictadura?
�La verdad es que cuando me enteré de estos crímenes, para mí fue un desafío profesional elemental. Era un secreto a voces en que la gente se pasaba el dato de boca en boca. Decidí entonces que había que investigar. Cuando terminé el libro, después conseguí que los comandantes de los regimientos hablaran para aclarar la historia, ahí vino toda la historia sobre si convenía sacar el libro durante la dictadura, si eso no implicaba riesgos de muerte. Pero para mí era una cuestión de honor probar la criminalidad de Pinochet y ponerla sobre la mesa cuando él todavía era el dictador. Y así fue. Yo siempre supe desde que lo terminé que era la prueba más contundente que teníamos si alguna vez esto podía llegar a los tribunales. El libro fue una prueba clave en España y después pasó a ser el sustento de la investigación judicial del juez Juan Guzmán.
�Usted dice que habló con muchos partícipes de la Caravana de la Muerte. ¿Cómo fue ese contacto, a través de qué medios llegó a ellos?
�Había que atreverse a dar el paso para hablar con estos comandantes de regimiento y generales de división que habían sido también, aunque de otra manera, víctimas de la Caravana. Eran oficiales que estaban a cargo de zonas a donde llegó la Caravana. Esta, fuera de todo proceso legal, sacó a los prisioneros de las cárceles, los masacró y luego enterró clandestinamente los cuerpos. Por lo tanto, así como se podían horrorizar ante lo que pasó con estos prisioneros, de la misma manera estos jefes militares también se perjudicaron. Sus carreras se truncaron inmediatamente después porque ellos protestaron. Pero había que dar el paso y ubicarlos. No fue nada fácil, fue todo un rastreo para dar con ellos y hacer que se atrevieran a hablar. Ellos también tenían miedo.
�Podría decirse que fue una suerte de Obediencia debida al revés.
�Era obediencia a su conciencia porque eran personas que llevaban 15 o 16 años con ese secreto guardado. Sentían, que si no se aclaraba la historia, sus hijos o sus nietos podían creer que habían participado en los crímenes. Para ellos era importante limpiar su historia antes de morir.
�¿Como vivió el silencio durante los primeros años de la transición?
�Bueno, al comenzar la transición el general Arellano Stark me querelló por injurias hasta que, dos años después, la Corte Suprema ratificó que mi libro era verdadero y desechó la querella que él presentó. Pero de ahí en adelante no volvió a hablarse de eso. En 1996, cuando empieza el juicio enEspaña, el libro viaja a Madrid para convertirse en una pieza clave allá. Después se convierte en la primera pieza clave en la primera querella que se hace en Chile contra Pinochet. La Caravana de la Muerte es el acto fundacional de la dictadura de Pinochet y, por consiguiente, el que ahora se le vuelva en contra es realmente una gran paradoja de la historia.
�Su trabajo demuestra que, si las justicias latinoamericanas son imperfectas, la sociedad civil lo es mucho menos.
�Así es. Durante toda la dictadura los tribunales de justicia tuvieron que atenerse a la ley, y la ley la dictaba Pinochet. Es posible que durante muchos años la mayoría de los jueces haya tenido que decir no a los recursos de amparo, sabiendo así condenaban a muerte a un prisionero. Ni el prisionero ni los jueces tenían a qué aferrarse: la ley la hacía Pinochet. Pero ahora el Poder Judicial ajusta cuentas con quien, durante 17 años, lo obligó a actuar injustamente.
LAS MAS FAMOSAS FRASES DEL EX DICTADOR, DE 1973 EN ADELANTE
Pequeño breviario de un desaforado
Desde ayer, Augusto Pinochet está desaforado como senador vitalicio por el caso de la Caravana de la Muerte, pero siempre fue bastante desaforado en sus expresiones públicas. Esta es una antología de sus �perlas�:
30.11.73: �A Dios gracias, creo que los pantalones los tengo amarrados con fierro� (revista Ercilla).
05.09.74: �El país está tranquilo, porque disponemos de un buen servicio de inteligencia� (diario Las Ultimas Noticias).
17.06.75: �Yo me voy a morir. El que me suceda también tendrá que morir. Pero elecciones no habrá� (diario La Segunda).
30.08.79: �Cada chileno en el año 1984 tendrá casa, auto y televisión� (Radio Chilena)
11.09.79: �Si el senador Kennedy resulta elegido presidente de los EE.UU., el gobierno de Chile tomará las medidas necesarias� (revista Hoy).
13.10.81: �No se mueve ninguna hoja en este país si yo no la estoy moviendo. ¡Quiero que quede claro!� (Ercilla)
02.03.82: �Creo en el Papa... pero no soy ingenuo� (Ercilla).
04.05.82: �No habrá devaluación ni cambio de política� (diario El Mercurio).
29.06.82: �Devalué el peso, sólo mirando al pueblo� (Ercilla). 19.03.84: �Estoy acá porque mi pueblo me pide que me quede. Avance, me dicen, por favor no nos abandone� (revista Newsweek).
19.07.84: �Yo obtengo mi fuerza de Dios� (diario La Epoca).
10.09.85: �Esto no ha sido nunca dictadura. Nunca. Le digo que esto es una dictablanda� (revista Cosas).
24.04.86: �Tengo la cara agria, por eso tal vez dicen que soy un dictador� (revista Qué Pasa).
29.12.86: �Soy un tirador escogido: donde pongo el ojo, pongo la bala� (Hoy).
03.07.87: �Yo los estoy viendo desde arriba, porque Dios me puso ahí� (La Epoca).
09.07.87: �Los marxistas siguen matando a Dios� (Radio Cooperativa).
14.10.87: �Yo no tengo la mano blanda, tengan la seguridad�. (El Mercurio).
23.02.88: �Prácticamente limpiamos de marxistas la nación� (Hoy).
02.03.88: �Uno no se va ni un minuto antes ni un minuto después. La vida está destinada, parece, a un término exacto y El (Dios) no me quería llevar y me ayuda� (El Mercurio).
05.09.90: �Hoy tenemos un Ejército alemán de marihuaneros, drogadictos, melenudos, homosexuales y sindicalistas� (agencia dpa, hablando en un homenaje en Santiago).
12.09.93: �Cuando me muera quiero que me vistan con uniforme de combate y así me entierren� (El Mercurio, al preguntársele si quería morir con las botas puestas).
11.09.94: �¿A quién le vamos a pedir perdón? ¿A los que trataron de matarnos? ¿A los qué trataron de liquidar la Patria?� (dpa).
21.09.95: �La única solución para el problema de los derechos humanos es el olvido� (dpa).
10.11.95: �Roma cortaba las cabezas de los cristianos y éstos reaparecían una y otra vez. Es algo parecido lo que pasa con los marxistas� (diario Clarín, de Buenos Aires).
23.11.95: �Me iré al cielo. ¿Dónde habría ido, según usted? ¿Al infierno? No, esté tranquilo, iré al cielo� (dpa).
31.12.95: �Si hubiera sido dictador, todavía estaría gobernando� (Diario La Tercera)
10.04.96: �Hay muchos que quieren que me muera, pero no estoy ni siquiera resfriado� (dpa).
16.03.97: �Si a mí me insultan, yo también insulto... Tengo la boca grande y harta artillería para disparar� (La Tercera).
02.01.98: �Parece que (los políticos) me tienen pánico, por eso que se llevan hablando de mi� (La Tercera).
3.09.98: �Nosotros ya hicimos un gesto (de buena voluntad), pero ellos (los opositores) no han hecho ninguno� (Radio Cooperativa).
9.09.98: �¿Por qué les voy a pedir perdón? ¿Pero por qué voy a pedir perdón? ¿Le fueron a pedir perdón a las madres de militares cuyos hijos murieron? ¡No!� (revista Cosas).
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