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"Es un ciudadano argentino preso por un Estado extranjero"

El ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra, le quitó dramatismo a la detención de Olivera en Roma. Dijo que no está en juego el principio de extraterritorialidad judicial. El gobierno no quiere un conflicto.

El ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra, convenció al Gobierno de mantenerse al margen.


Por Fernando Cibeira

t.gif (862 bytes) En sus gestos públicos el Gobierno dejó en claro que se desentendió de la suerte del mayor retirado Jorge Olivera, detenido en Roma por pedido de la justicia francesa en una causa por la desaparición de una joven. Para que eso sucediera pesó el hecho de que Olivera fuera un militar de relativa importancia y que decidiera viajar a Europa, pese a los peligros que ello supone para los militares involucrados en violaciones a los derechos humanos. En la reunión de gabinete, el ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra, le dejó en claro al presidente Fernando de la Rúa que en el caso de Olivera no estaba en juego el principio de extraterritorialidad, debido a que el militar no tiene causas pendientes en la Argentina. "No está en debate en este momento", respondió el secretario general de la Presidencia, Jorge de la Rúa, sobre la jurisdicción de las leyes. "La única situación fáctica que está planteada es un ciudadano argentino detenido por pedido de un estado extranjero."

  El Gobierno reiteró que la asistencia consular que se le ofreció a Olivera no era ninguna prerrogativa sino que es el mismo tipo de ayuda que se le brinda a cualquier ciudadano argentino en similar situación. "Hay 90 argentinos detenidos en Italia y a todos se les dio la misma ayuda que, por otra parte, está determinada en la Convención de Viena", explicó Gil Lavedra a Página/12. 

  El ministro de Justicia reunió el lunes a la noche a sus asesores y a la subsecretaria de Derechos Humanos, Diana Conti, para analizar la situación planteada con la detención del militar. Allí se evaluó duramente que Olivera haya decidido viajar a Europa teniendo en cuenta los juicios abiertos por causas de violaciones a los derechos humanos. También ayudó a la bajada de pulgar que se lo considerara "un provocador", debido a su intento por entorpecer la marcha de los "Juicios por la Verdad".

  En la reunión de gabinete de ayer a la mañana quedó definido que el Gobierno le soltaría la mano a Olivera. Para ello, evaluaron que al no ser un militar conocido ni de la más alta graduación, su detención no provocaría reacciones en los cuarteles. Además, al no tener causas abiertas en el país --Olivera fue beneficiado con la ley de Obediencia Debida--, no estaba en juicio el principio de extraterritorialidad, un dato insoslayable para la Rosada. Ayer, varios funcionarios se encargaron de aclarar esa circunstancia, que diferencia el caso de Olivera del de Augusto Pinochet. Cuando detuvieron en Londres al ex dictador chileno, De la Rúa y toda la primera plana de la Alianza se pronunció porque Pinochet fuera juzgado en su país.

  "El gobierno argentino no tiene jurisdicción para aplicar", argumentó un hombre del Gobierno a este diario. "O en todo caso, ya la aplicó cuando le aplicó la ley de Obediencia Debida. Es absolutamente diferente de lo que sucedió con Pinochet", diferenció.

  Según evaluaban en el Ministerio de Justicia, ese mismo antecedente --que ya fue liberado por la justicia de su país-- podría servir a la defensa de Olivera. "Es un elemento para oponerse", evaluaba un alto funcionario. Al mismo tiempo, y aunque reconocía el mal antecedente de que Olivera estuviera denunciado en la Conadep, el funcionario sostenía que no había "pruebas muy contundentes" para condenar a Olivera en la desaparición de Marie Anne Erize. "No hay más de lo que sale en los diarios y no me parece suficientemente fuerte", agregaba.

  Tal vez por esa sospecha de que Olivera finalmente quedará libre, el Gobierno se mostró tranquilo en un tema que suele inquietarlo. Tampoco dudaron en proclamar la tranquilidad que reinaba en los cuarteles. "Las Fuerzas Armadas están respetando en plenitud la legalidad", aseguró el secretario De la Rúa. La única que se salió del libreto oficial fue la ministra de Desarrollo Social, Graciela Fernández Meijide, quien pronosticó "problemas políticos" por la detención del militar. Luego, en diálogo con este diario, aclaró que, en verdad, sospecha que "puede haber consideraciones" sobre la situación de Olivera pero que esos movimientos no van a llegar a convertirse en un problema para el Gobierno.

 


 

SUTIL CAMBIO DEL MINISTERIO DE JUSTICIA
Una ayudita a Baltasar Garzón

El Ministerio de Justicia anunció ayer que el Gobierno "resolvió cooperar" con el juez español Baltasar Garzón, aunque el modo en que lo hará abre dudas sobre la verdadera vocación de cooperar con el trámite de la causa por genocidio y terrorismo de Estado que se tramita en Madrid a propósito de las violaciones a los derechos humanos cometidas en la Argentina durante la dictadura militar: es que la cartera a cargo de Ricardo Gil Lavedra no dio parte en las actuaciones al juez Gustavo Literas, en quien recayó el caso en Buenos Aires, y aclaró que sólo lo va a "poner en conocimiento" de lo resuelto.

  "El modo en que decidió cooperar el Ministerio de Justicia no sigue los carriles formales, aunque constituye un movimiento de fichas que hasta ahora no se había producido", explicó desde España a Página/12 Carlos Slepoy, uno de los abogados argentinos de la Acusación Popular en la causa que tramita Garzón.

  La cautela con que Slepoy se refirió a lo resuelto por Gil Lavedra obedece a que el Gobierno anuncia que colaborará con Garzón, pero sigue sin darle parte a la Justicia de los oficios y las órdenes de captura contra militares argentinos que el magistrado español cursó a la Argentina. Por eso Slepoy reclamó que "además de tomar esta medida el gobierno argentino debería dar traslado a Literas de toda la documentación producida por Garzón".

  Lo que el Ministerio de Justicia se comprometió a remitir a Garzón justo al día siguiente de la detención del represor Jorge Olivera en Roma son datos sobre identidad, residencia, fotografías y huellas dactilares de distintas personas vinculadas a la causa que lleva adelante. A tal fin, libró un oficio a los registros nacionales de las Personas y de Reincidencia y Estadística Criminal y Carcelaria. Gil Lavedra aclaró, de todos modos, en su resolución que Argentina "ha aplicado sus leyes y su jurisdicción a todos estos gravísimos hechos cometidos en el ámbito especial donde ejerce su poder soberano" y reiteró "el rechazo de la orden de detención" librada por el juez español.

 

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