Por Felipe Yapur y Fernando Cibeira
Posiblemente preocupado por las interpretaciones que se habían hecho del encuentro, el presidente Fernando de la Rúa recibió ayer en Olivos a un grupo de senadores peronistas encabezados por el jefe del bloque, Augusto Alasino, para brindarles su apoyo y calificar como �absurda� la posibilidad de que hubieran sido sobornados para aprobar la reforma laboral. El dato más obvio fue la ausencia en el encuentro del vicepresidente Carlos �Chacho� Alvarez, quien debería ser el nexo lógico del Gobierno con los senadores opositores. También quedaron secuelas en el PJ: para la maliciosa interna del bloque, ahora la media docena de senadores que se vieron con el Presidente son �los maleteros�. Resultado: el Gobierno negó el encuentro hasta que no tuvo más remedio que reconocerlo.
Era mediodía, la reunión había finalizado y era muy difícil encontrar alguien que confirmara el cónclave. Es que a De la Rúa no le gustó la interpretación que se hizo de la reunión que mantuvo con Alasino y compañía. La obvia interpretación fue que la reunión era para respaldar a los legisladores justicialistas y desairar a Alvarez.
El vicepresidente había dicho el lunes en un reportaje a Página/12 que, aunque él no conocía el tema, debían investigarse las denuncias periodísticas de soborno y que si se comprobaban �sería un elemento de decadencia terminal� para la Cámara alta. Alvarez no había especulado acerca de a qué funcionario del Gobierno le hubiera correspondido pagar los sobornos en cuestión. El que no se privó de aportar sus impresiones fue uno de los dirigentes frepasistas más cercanos al vicepresidente, quien remarcó que �la única caja que le queda al Estado para sacar una valija está en la SIDE�. De esa manera, la controversia por las coimas en el Senado quedó envuelta en la pelea de Alvarez con el jefe de los espías, Fernando de Santibañes, a quien acusa de haberle armado una campaña en su contra.
La confusión en torno al reunión se agravaba porque, a la hora programada, muchos senadores justicialistas aseguraban no estar al tanto de ningún encuentro con el Presidente. Es más, voceros de los legisladores excluidos llegaron hasta a telefonear a periodistas para conseguir alguna información. Es que la decisión de llamar al Presidente la había tomado Alasino, sin avisar a nadie, poco después de la reunión del bloque.
Durante esa reunión se había discutido sobre qué hacer con las cuestiones de privilegio solicitadas por Antonio Cafiero y Jorge Villaverde, quienes pedían que se investigara el supuesto pago de sobornos. Como no se había llegado a ninguna definición, varios de los legisladores se retiraron creyendo que la discusión continuaría luego. No fue así. El presidente del bloque opositor decidió darle un corte al tema y discó el número de la Secretaría General de la Presidencia. Habló con Jorge de la Rúa y poco después obtuvieron la confirmación. Sólo estaban enterados los que después participaron del encuentro: Alasino, Ricardo Branda, Remo Constanzo, Alberto Tell, Beatriz Raijer y Osvaldo Sala.
A las 9 en punto llegaron los senadores a la confitería Rond Point en Palermo Chico, desde allí partieron hacia Olivos entrando por una puerta que habitualmente no es utilizada, para burlar la guardia periodística. También la gambetearon a la salida.
La jugada de Alasino exasperó a los que no participaron. Al mediodía, en el comedor del Senado, los legisladores Jorge Yoma, Ramón Ortega, Carlos Corach y José Carbonell discutían acaloradamente. Carbonell fue el encargado de transmitir el enojo: �Si lo hubieras planteado en el bloque te lo habríamos rechazado. No podemos reunirnos con el Presidente para que nos ratifique su confianza. Eso dejalo para los oficialistas�, se quejó el senador tucumano a Alasino, que no respondió. Allegados al senador entrerriano sostienen, en cambio, que la jugada fue �maravillosa�. �Por un lado dejó solo al Chacho. Pero por otro, incorporó al Presidente al tema. Por lo tanto la polémica muere en pocas horas más�, se jactaban. Lo que se conversó en el encuentro tardó en trascender. Los primeros en relatar los pormenores fueron los justicialistas. Alasino y los que lo acompañaron aseguraban a quien quisiera oírlos que el Presidente les había �ratificado la confianza� ante los rumores de favores recibidos.
De la Rúa �según informaron fuentes oficiales� calificó de �absurdas� las versiones de sobornos y consideró que �generan daño a las instituciones�. Y aclaró que la ley de reforma laboral había sido el fruto del consenso alcanzado entre legisladores oficialistas y opositores luego de haberle introducido varias modificaciones al proyecto original.
Pero los senadores justicialistas no fueron los únicos que quisieron sacar provecho del encuentro. El Presidente lo utilizó para pedirles que aceleraran el tratamiento de la ley de Emergencia Económica, una norma que preocupa al Gobierno y mantiene el inalterable rechazo de los senadores menemistas, justo los que no participaron de la reunión.
En el Gobierno, la reunión también dejó a varios en offside. El ministro del Interior, Federico Storani, que hasta la noche anterior no sabía del encuentro organizado por el Presidente, ayer fue de los primeros en justificarlo. �No admitimos bajo ningún concepto que haya habido ningún tipo de acción que pueda estar tildada de corrupción en este caso, ni para la sanción de ninguna ley�, señaló el ministro.
Alvarez, en tanto, se refugió en su despacho en el Senado hasta que comenzó la sesión. �Chacho no se va a meter más en el tema�, explicaba un vocero. �Los que levantaron la denuncia fueron los mismos peronistas: ellos se acusaron, ellos se enojaron, ellos ahora van a reclamarle a De la Rúa�, agregaba. Por la noche, el vicepresidente sufrió el envión que traían los senadores justicialistas, mayoría en la Cámara. El santacruceño Daniel Varizat presentó una cuestión de privilegio para que explicara sus declaraciones a Página/12 que �dijo� �afectan el honor del cuerpo�.
|