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Forcejeos y patadas contra un grupo de HIJOS

La Universidad General Sarmiento y la intendencia de Malvinas Argentinas firmaron un convenio para convertir en un �centro urbano� un ex centro de detención. Los HIJOS rechazaron el proyecto.

El intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino.


Por Romina Calderaro

t.gif (862 bytes) Forcejeos, patadas y gritos. Así fueron echados los integrantes de HIJOS que el jueves pasado llegaron hasta la Universidad General Sarmiento para denunciar que el rector de esa institución, José Luis Coraggio, y el intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, firmaron un convenio que establece la destrucción del que fue el centro clandestino de detención El Cilindro, en el ex batallón 601, lugar en el cual proyectan construir �un centro urbano�. El vicegobernador bonaerense Felipe Solá, que ese día pasó por la universidad para asistir a un seminario, les dijo: �Comprendo su dolor, su desconcierto y su bronca, pero nadie tiene derecho a irrumpir con su tema, gritar y decir que les pegan cuando no es así. Yo voy a hablar con ustedes a solas cuando me pidan disculpas porque no me gusta que me griten y menos por lo que no he hecho�. Los HIJOS no se disculparon, y ya están preparando una presentación judicial ante el juez Adolfo Bagnasco para que se pare la obra. 
El municipio de Malvinas Argentinas compró en subasta pública por cinco millones de pesos el predio de los antiguos arsenales de municiones y pólvora de Los Polvorines, donde funcionó El Cilindro. La universidad y el municipio constituyeron una Comisión de la Memoria para determinar si allí existió un campo de concentración, pero en la práctica no sólo no cumplieron esa función, sino que firmaron un convenio que establece el comienzo de las obras. Aunque todavía nadie lo reconoce abiertamente, los HIJOS suponen que la idea es hacer negocios inmobiliarios en gran parte del predio. Y se oponen. �No queremos que se destruyan más pruebas de la represión ilegal. En el predio, que tiene 60 hectáreas, funcionó el centro clandestino de detención El Cilindro y sabemos que hubo mujeres embarazadas. Por eso estamos pensando en hacer una presentación ante el juez Bagnasco para que se paren las obras�, dijo a este diario Juan Manuel Martínez, uno de los HIJOS que tuvo el cruce con Solá.
El jueves, un grupo de cinco integrantes de HIJOS fue a protestar a la universidad porque en el predio empezaron a destruir parte de las instalaciones y a tirar tierra y escombros. Ese día, el vicegobernador Felipe Solá estaba de visita para asistir a un seminario, y los HIJOS aprovecharon su presencia para pedirle que ordene la detención de las obras. Pero no pudieron exponer claramente el reclamo. El diario La Hoja de San Miguel relató que en cuanto levantaron la voz, concejales, guardaespaldas y funcionarios de Cariglino, que también estaba en la universidad, se les fueron encima para tratar de sacarlos a la calle. Hubo forcejeos, patadas y gritos. Un guardia de la universidad tuvo un corte en una pierna por un golpe que le dio uno de los hombres del intendente. Y mientras el concejal Pedro Roskop se abalanzaba sobre Facundo Martínez -un militante de HIJOS�, Luis Vivona, otro edil justicialista, se ocupaba de alejar de la vista del vicegobernador a uno de los manifestantes y el guardaespaldas del intendente Cariglino, con una sola mano, ponía a otro contra la pared. 
�Yo voy a hablar con ustedes al salir, pero primero quiero que me pidan disculpas porque no me gusta que me griten y menos por lo que no he hecho. Nadie tiene derecho a suplantar la voluntad de los más por los menos, esa es la técnica del golpe de Estado�, dijo Solá. Antes de irse, el vicegobernador le dijo a Martínez que ellos eran los que no habían querido hablar. �¿Y vos quién sos?�, le gritó Martínez en medio del forcejeo. �Vos sabés bien quién soy, pelotudo�, cuenta Martínez que le respondió Solá.

 


 

detienen al ex agente oliveros Andanzas de un servicio

Por Raúl Kollmann

Por julio del año pasado, el ex agente de inteligencia Ricardo Oliveros quiso aparecer casi como un monaguillo, que junto con otros fieles -.y sólo por razones cristianas-. echó a las patadas y tiros de la Catedral de Mar del Plata a un grupo de desocupados. La supuesta carrera angelical de Oliveros duró poco: anteayer fue detenido por la policía bonaerense, acusado de robo, portación de armas y munición de guerra y utilización de credenciales falsas del Ejército y el Senado bonaerense. En verdad, los investigadores creen que estaba actuando como matón y pretendía cobrarle un dinero a un comerciante marplatense. Lo curioso es que la Policía le encontró 16 carpetas extrañas, con recortes y algunas fotos sobre temas tan dispares como Montoneros, AMIA, Palestinos, Puerto, Jumbo, Laurita Zanón y otros del mismo tenor. Las fotos pertenecerían a pequeños trabajos de espionaje que el ex servicio hacía en Mar del Plata.
El origen de la detención fue una denuncia del dueño de un taller gráfico, Roberto Ortiz, quien sostuvo que había sufrido un asalto perpetrado por tres hombres que se desplazaban en un Ford Escort rojo. La patrulla del comando interceptó el vehículo poco después:
�¿Qué hacen? ¿No saben quién soy? �vociferó Oliveros.
�No, no sabemos �contestó el agente de la patrulla.
�Soy Ricardo Oliveros. Trabajo para los servicios de inteligencia del Ejército y para el diputado justicialista Mario Cámara. 
�Mire, nosotros tenemos una denuncia por robo y lo vamos a llevar detenido.
La sorpresa fue mayor cuando los policías registraron el vehículo y se encontraron con una moderna pistola calibre 40, tres cargadores, dos cuchillos de combate Smith and Wesson, un explosivo parecido a una bomba de estruendo, minigrabador, largavistas, cámara fotográfica con teleobjetivo y .-seguramente es imprescindible-. un casco verde del Ejército con camuflaje arriba. 
Lo más asombroso que encontraron fueron las carpetas, que más bien demuestran una manía por el espionaje. El fiscal Marcos Pagella resolvió tomarse su tiempo y quiere ver en detalle cómo hizo Oliveros para juntar la información y sacar las fotos. Por ahora, el ex servicio quedó detenido y lo mismo ocurrió con sus dos acompañantes, Roberto Lucero, de 40 años, y Fernando Otero, de 49.
En Mar del Plata nadie olvida a Oliveros desde que el año pasado entró a los tiros en la Catedral para sacar de allí a un grupo de desocupados que se había atrincherado en el templo. El ex servicio actuó con un comando y aprovechó que la Policía -.una llamativa curiosidad-. no apareció por el lugar, con lo que pudo agredir a los desocupados y echarlos de la Catedral tomándose todo su tiempo.

 

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