Por Cristian Alarcón
El operativo de seguridad destinado a los testigos claves del asesinato de Mónica Oyarbide debió ser reforzado ayer �en el día de las ruedas de reconocimiento de sospechosos� porque �se detectó un trabajo de inteligencia sobre la cantidad de móviles y de personal de custodia del Programa de Protección a Testigos, hecho directamente en algunas comisarías�, revelaron fuentes judiciales. Ese fue el marco en que el que ayer la mujer y el dealer que aseguran que Oyarbide fue baleada por un grupo de policías en un ajuste de cuentas por una coima impaga, participaron de los reconocimientos. La mujer no consiguió identificar a ninguno de los cinco policías sospechados; el vendedor de cocaína señaló sólo a un comisario como la persona que una vez le cobró personalmente la zona liberada. Casi al mismo tiempo apareció en la DDI de La Plata la bala que mató a Oyarbide. Estuvo varios días extraviada por policías que se echaban la culpa mutuamente por la pérdida de la prueba.
El día de ayer era clave. Los testigos protegidos del asesinato de Oyarbide �ex esposa de Héctor Retana, uno de los condenados por el crimen de José Luis Cabezas� debieron participar de una rueda de reconocimiento en la que desfiló parte del personal de la comisaría tercera de Los Hornos: el comisario Gregorio Soloa, el oficial Juan Vásquez, el sargento Luis Rossino y el suboficial Alejandro Pérez. Esos fueron los efectivos citados por la Justicia, junto al detenido subcomisario Jorge Carreras. Eran los hombres que habrían usado corrientemente una camioneta blanca de la comisaría, la misma que fue vista por los testigos la noche del 17 de junio frente a la casa de la calle 142 de Los Hornos, donde Oyarbide recibió un tiro en la cabeza. La bala de calibre 22 se había perdido misteriosamente. �Policías de seguridad de la comisaría 3ª la habían retirado de la oficina pericial de La Plata �explicó el fiscal Víctor Violini�. Aseguraban que había sido entregada a la DDI. Pero la DDI insistió en que no la tenían. Finalmente, esta semana apareció en un cajón donde insisten que antes no estaba.�
De todos los sospechosos que ayer participaron de las ruedas de reconocimiento, el único perjudicado por el dedo índice del dealer Fabio Bologna �para quien en realidad habría sido el disparo que mató a Oyarbide� fue Soloa, el comisario. Bologna lo señaló como quien �en una oportunidad fue personalmente a su casa a cobrarle los 600 pesos que debía entregar semanalmente por el libre funcionamiento de su negocio de venta de droga�, le dijo ayer a Página/12 Violini. Ese es el trasfondo de la causa en la que se investiga el asesinato de Oyarbide: una red de protección a vendedores de droga en la que participarían varios policías.
El quiebre de esa supuesta red de narcotráfico, a partir del testimonio de una testigo protegida ubicada por una investigación de Página/12, tuvo su impacto esta semana en los corrillos policiales que por estos días hierven de mensajes cruzados: �Entre otras cosas hubo llamados de policías a comisarías de la zona en la que iban a estar hoy �por ayer� los testigos protegidos�, reconoció una alta fuente a este diario. Los misteriosos investigadores de la seguridad de los testigos querían conocer detalles sobre la custodia especial que tendrían la mujer y Bologna, durante los reconocimientos de ayer. �Pudimos saber que se había hecho. Es una reacción evidente de un grupo acostumbrado a la impunidad�, sostuvo una fuente judicial.
Para conseguir la libertad del subcomisario Carreras, sus abogados presentaron esta semana un recurso de hábeas corpus ante la Cámara de Apelaciones de La Plata. Los fundamentos son las declaraciones de cuatro familiares y un policía amigo de Carreras que aseguran que a la hora del crimen de Oyarbide estaba con los suyos en su casa. Los jueces esperaban los resultados de los reconocimientos para definir su situación.
RECUPERAN A UN NIÑO ROBADO
Un bebé de vuelta a casa
�Señora, quédese tranquila que yo me voy a encargar personalmente de que su bebé esté bien cuidado y protegido� le dijo el abogado �vestido de un impecable traje negro� a la mujer que acababa de parir en el Hospital Piñero. Pero, pese a sus problemas, ella no quería entregar a su bebé. Cuando el chiquito desapareció del hospital, un mes atrás, la mujer comprendió que había sido robado. Ayer fue recuperado en manos de un matrimonio de Villa Urquiza que lo había inscripto como propio: ambos quedaron detenidos junto con el falso abogado y una empleada doméstica que sería la autora material del robo.
Los investigadores trabajaron intensamente con sólo los datos proporcionados por la desesperada mamá. La memoria no le falló en ningún momento: recordaba cada uno de los rasgos del supuesto abogado y sobre esas pistas fue posible ubicarlo: en realidad resultó ser un comerciante venido a menos. Las pesquisas que aún continúan tratan de establecer si se trató de una banda organizada con antecedentes penales.
�La hipótesis hasta el momento es que se trató de un hecho aislado, por el modo que adoptó la operatoria y los pocos recaudos que se tomaron. Ubicamos al falso abogado enseguida por su descripción física, e intervenimos los teléfonos de su domicilio. Por las escuchas, obtuvimos la orden de allanamiento en la calle Nahuel Huapi al 2900 y hallamos a la criatura� comentó una fuente de Seguridad Pública. El matrimonio que lo tenía habría intentado previamente convencer a la madre.
�La mujer nos proporcionó el nombre y apellido del falso abogado, por lo que entendemos que el robo no había sido planificado, sino que al no acceder la progenitora a dar a su bebé en adopción, decidieron sustraerlo� concluyó la misma fuente.
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