�Yo espero honestamente que recapacite.� Breve, como siempre, el juez Juan Guzmán se refirió a lo que constituye el próximo campo de batalla del caso Pinochet: los exámenes médicos. Luego de que la Corte Suprema hiciera oficial el martes su histórico fallo de desafuero, la ley requiere que el ex dictador, de 84 años, sea sometido a un chequeo médico para determinar si está en condiciones de afrontar el juicio. Hasta ahora, sus familiares han afirmado que no se hará ningún examen. Pero ayer el abogado querellante Eduardo Contreras, quien tiene buena llegada a Guzmán, consideró que si continuaba en esa postura, Pinochet podría ser procesado por desacato e incluso arrestado y obligado a tomarse los exámenes por la fuerza. Contreras agregó que el juez planeaba interrogarlo personalmente, y no por escrito, como se estimó en un primer momento.
El pinochetismo, sin embargo, ya está preparando un contraataque. O algo así. Ayer Pinochet salió a recibir una manifestación de apoyo frente a su residencia en el barrio de La Dehesa, en la capital Santiago. Vestido con un traje marrón y una corbata amarilla, el capitán general aseguró que pronto difundirá una �Carta a los chilenos�, donde atacará el proceso judicial contra él y dará cuenta de su �pensamiento político�. Su equipo de abogados fue confirmado, no obstante la derrota del martes, pero se agregaron algunos refuerzos. El más destacado es Fernando Barros, quien estará encargado de preparar una agresiva estrategia mediática para reivindicar la figura y logros del ex dictador. Pinochet, por su parte, no se muestra para nada pesimista. Según los familiares, sus primeras palabras tras conocer el fallo fueron �bueno, no es el fin del mundo, no ha muerto nadie�. Luego de que sus partidarios se congregaran ante su mansión el martes, Pinochet habría clamado que �lucharé hasta las últimas gotas de mi fuerza para restablecer la verdad, pues todo esto no es más que un infundio, una creación de mis enemigos despechados, que son los mismos que antes... Les juró que no me doblegaré�.
Ayer el juez Guzmán tomaba los primeros pasos para doblegarlo. Primero, pasó por la Corte Suprema para que le devolvieran el expediente de la �Caravana de la Muerte�, por el cual Pinochet fue desaforado. Después visitó a seis ex prisioneros de la DINA (la policía política de Pinochet) en relación a la desaparición de varios dirigentes comunistas en 1974, entre ellos el marido de la ahora líder del PC Gladys Marín. Se rumoreaba que dentro de un mes Guzmán podría dictar autos de procesamiento por este caso. El martes, el juez ya había desestimado la negativa de la familia Pinochet a los exámenes médicos: �Obviamente que la ley me obliga, por ser el general Pinochet una persona que tiene más de 70 años, a que se le practiquen exámenes sobre sus facultades mentales, y yo creo que es también conveniente que se amplíen a todas las partes de su organismo�. Considerar los factores físicos además de los mentales �según confió ayer un miembro del entorno del ex dictador al diario La Segunda� podría ser aceptable para la familia Pinochet. Guzmán también adelantó que realizaría su interrogatorio personalmente, no por escrito. �Tiene que ser oído para que explique su participación o falta de participación en los hechos.� Por otra parte, Guzmán limitó los alcances del proceso que llevaba a cabo. �Muchos no saben lo que pasó y otros creen que todo el cuerpo militarizado fue responsable, pero no es así, los verdaderos responsables de las violaciones a los derechos humanos son pocos, son muy pocos.�
Mientras tanto, el presidente socialista Ricardo Lagos sufre un choque cada vez más violento con la derecha chilena por el caso Pinochet. Ayer los partidos Renovación Nacional (RN) y Unión Demócrata Independiente (UDI) lograron fijar el próximo miércoles como día de debate sobre el desafuero en el Senado. Y Pablo Longueira, el portavoz de la Alianza por Chile, la coalición RN-UDI, disparó que el fallo de la Corte Suprema tenía �una naturaleza estrictamente política� y fue �facilitado e impulsado por un gobierno socialista�. Ante esto Lagos abandonó su habitual actitud de imparcialidad salomónica y respondió que esas declaraciones eran �una falta de respeto al Poder Judicial�. Sobre los gestos de apoyo a Pinochetdesde la cúpula militar, Lagos estimó que �me parece legítimo que quieran solidarizarse con alguien que ha tenido una sentencia judicial desfavorable, pero otra cosa es querer enviar señales que están más allá de lo que compete a las Fuerzas Armadas�. El presidente no precisó cuál de las dos cosas era lo que habían hecho los mandos castrenses.
SOCIOLOGO TOMAS MOULIAN, SOBRE LOS MILITARES
�Hay que imponer disciplina�
Por Florencia Grieco
�Los militares han decidido dar un irrestricto apoyo a Pinochet, y eso significa un retroceso. Pero la calma va a depender de lo que haga Lagos, quien tendrá que imponer su autoridad presidencial para mantener a los militares en su lugar.� La advertencia corrió por cuenta del sociólogo chileno Tomás Moulián, para quien los militares, aun con poco margen de maniobra, seguirán siendo el mayor dolor de cabeza del gobierno.
�¿Cuál es el clima que se vive en Chile con Pinochet desaforado?
�Las reacciones de la derecha y de los militares han sido bastante fuertes y muestran el clima de crispación y exasperación de los ánimos de parte de quienes creían que Pinochet estaba más allá de la ley. De todos modos, yo no hablaría de polarización social porque no hay peligro de una crisis política, los sectores movilizados de la sociedad son relativamente pequeños y los militares tienen poco margen de maniobra. Este ha sido un suceso que permite que Chile comience a relegitimar su justicia, es un proceso en el que los tribunales recuperan el derecho a juzgar. Si a una persona como Pinochet no se la sometía por lo menos a un desafuero, la legitimidad de los tribunales quedaba por el suelo. Eso es lo que ha alentado a los ministros de la Corte a tomar esta decisión por un margen mucho mayor del que se esperaba.
�¿Qué otras reacciones se pueden esperar ahora?
�Los militares ha visto reducidas sus posibilidades de reacción a una especie de guerra comunicacional. Pero hay que ver cómo reacciona el presidente Lagos, que hasta ahora tuvo mucho cuidado en mantener un estilo repleto de gestos públicos de convivencia, pero que a partir de este momento debería hacerse respetar como presidente y llamar la atención al comandante en jefe del Ejército, que tuvo una suerte de actitud de desacato político. Ahora queda por delante un proceso largo y complejo técnicamente, en el que habrá que ver si a Pinochet se lo declara o no culpable, aunque antes haya que someterlo a exámenes médicos que él rechaza. Es decir, va a ser un proceso lleno de recursos jurídicos. Sin embargo, los consensos sobre el modelo económico-social entre el gobierno de la Concertación y los empresarios son tan grandes que nada justifica que los militares tengan una actitud más dura que dar gruñidos en público.
�¿En qué afecta este fallo a la cooperación entre el gobierno y la oposición?
�En un principio va a afectar bastante, pero va a depender mucho del presidente. De que sea capaz de mostrarse duro ante los militares pero a la vez tenga gestos políticos como el del martes, cuando se mostró como �el presidente de todos los chilenos�. Es un escenario complicado. Creo que Lagos mantendrá la cooperación en temas nacionales pero por ahora están descartadas las reformas constitucionales. Por otro lado, debe actuar con mucha rapidez para dar confianza a los empresarios. En fin, Lagos tendrá que manejar varias imágenes, varias máscaras, porque es una situación que la Concertación no quiso ni buscó, que lleva a una tensión extrema el proyecto de colaboración política con la oposición.
�¿En qué posición quedan las Fuerzas Armadas y la derecha política?
�Los militares van a actuar como una guarnición sitiada. El general Izurieta (jefe del Ejército) ya visitó a Pinochet en su casa y las Fuerzas Armadas dejaron claro que reiterarán sus homenajes al líder. Es que Izurieta, que decidió impulsar la profesionalización del ejército, no se había imaginado que le tocaría cumplir con este rol político. Aún no se sabe qué actitud tomarán los otros comandantes en jefe, y eso será un gesto decisivo en el que el ejército puede quedar actuando solo o con la solidaridad de las otras ramas. Por su parte, el líder de la derecha, Joaquín Lavín, decidió tomar una actitud como la de Lagos, de colocarse por encima el bien y del mal, de no mirar el pasado sino el futuro y de respetar las decisiones de los tribunales.
�¿Creía que este escenario era posible?
�No, hasta hace unas semanas no parecía realizable. Pero en este punto lo peor que podría haber pasado era que no se lo desaforara. Hay que tener en cuenta que la Corte Suprema hizo aquí su propio juego ante la crisis de legitimidad de la Justicia y dio un gesto claro ante una sociedad que mayoritariamente apoyaba el desafuero. Cada actor tiene intereses propios y una ideología jurídica determinada. Los jueces chilenos son muy positivistas, y en este caso la ley era claramente favorable al desafuero. Pero esto le complica el panorama a Lagos. Hasta ahora se movió bien, pero como en subordinación militar al poder civil seguimos atrasados, si no impone su autoridad presidencial a los militares podría poner en riesgo esa legitimidad que consiguió.
Por Jaime Gazmuri *.
Hacia una democracia normal
El desafuero de Pinochet tiene una importancia histórica, cualquiera sea el curso del o los juicios que deberá enfrentar en el futuro. Es un fortalecimiento de la democracia chilena y la afirmación de uno de los principios básicos de todo Estado de derecho: el de la igualdad jurídica de todos los ciudadanos. Y ello no puede sino ser bueno para Chile y su futuro. Son muchos �y poderosos� los chilenos que disienten con este fallo, pero todos lo han acatado.
Nadie niega en Chile que los tribunales tienen jurisdicción sobre el general Pinochet. No sucedió así en el pasado reciente. Pareció ser una regla no escrita de la transición la impunidad del ex dictador. Algunos de sus partidarios reclaman que la Concertación estaría quebrando un compromiso fundante de la transición. No hubo tal pacto. Firmamos, eso sí, el compromiso de realizarla en el marco de la Constitución que se nos impuso en 1980, con las modificaciones que se acordaron y plebiscitaron en 1989. Ese compromiso, respetado por todos, ha permitido una transición pacífica a la democracia. Pero al mismo tiempo la Concertación estableció desde el primer momento su propósito de modificar el marco constitucional vigente.
Los partidarios de Pinochet caen en una contradicción evidente cuando señalan que se trata de un juicio político. Durante meses la defensa del general argumentó que tribunales extranjeros no podían procesarlo, que las eventuales acusaciones en su contra deberían dirimirse en tribunales chilenos. La posición del gobierno del presidente Frei fue la misma. Un fallo desfavorable no puede dar pie a un cambio tan drástico de posición. En lo más profundo, nuestra sociedad anhela y necesita vivir en un régimen democrático normal. Uno, como se ha dicho en estos días, en que el Ejecutivo gobierne, el Congreso legisle y los Tribunales impartan justicia.
* Senador por el Partido Socialista. |
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