Por Pablo Plotkin
Desde San Carlos de Bariloche
Es el lapso que hay entre el fin de la excursión y la cena. Los egresados suelen ocuparlo en la compra de chocolates, el baño, la siesta, el metegol o la escapada al almacén para aprovisionarse de bebidas antes de ir a la disco. El frío se hace más frío y las sombras se tragan al Nahuel Huapi y a las montañas. En ese horario, Los Auténticos Decadentes y Los Calzones �dos elegidos históricos de los disc jockeys barilochenses� tocaron en el Centro Cívico de la ciudad, en un show que fue la síntesis conceptual y estética de esa semana febril e insomne que es el viaje del fin de la secundaria. La nevisca, los animadores, la avalancha de hits que surtían los Dj�s entre show y show, y los cuatro mil chicos que asistieron al festival, completaron una matinée particularmente tórrida de un día de agosto en la tierra prometida de la joda adolescente.
�¡Tomatelaaaaaaá!�, repetía a los gritos un egresado temperamental a un animador que toda su vida soñó con ser estrella de rock e instigaba a los presentes a imitar las coreografías de moda. Es que los aerobics que promueven los coordinadores de las diferentes empresas encargadas de los viajes de egresados (Río Estudiantil, El Rápido Argentino, etcétera) en los boliches de la ciudad son un clásico controvertido. Algunos estudiantes repiten los pasos como un ritual sagrado; otros defenestran la costumbre y profesan una oposición militante cada vez que los embajadores coreográficos se entusiasman con alguna marcha. Así los disc jockeys musicalizaban la espera pinchando, uno tras otro, los hits de la temporada. Había unanimidad, en cambio, cuando sonaban �El Rebelde� de La Renga, �Ñam fi fru fi�, de Los Redondos, �Tan sólo�, de Los Piojos, o �De música ligera�, de Soda Stereo.
Un animador calvo como un pomelo arengaba con frases del tipo �aguante el rock nacional� y rozaba la xenofobia y la homofobia cuando el público se le ponía en contra. Entonces incentivaba cánticos del tipo �el que no salta es un inglés� o �el que no salta se la come�. Pero los chicos querían rock, o al menos pachanga, y la mejor excusa del festival �organizado por Río, Telecom y Much Music, que emitirá el concierto el sábado 19 a las 21� era la presentación de Los Decadentes.
Los Calzones, locales en Bariloche (donde viven seis meses al año y tocan unas nueve veces por semana), salieron con un repertorio de grandes éxitos y mensajes �para los milicos de mierda�, en una ciudad donde la tradición castrense es casi tan fuerte como la del chocolate. El monumento a Roca y la campaña genocida que le da nombre a la plaza del Centro Cívico (Expedicionarios al Desierto) completaban el choque ideológico-estético. Después de su show, volvió el animador con más consignas danzarinas. �¿Qué pasa a las tres de la mañana en Rocket (una de las discotecas)?�, desafió a los presentes. �¡Se baila el hooky�hooky!�, reveló, y luego ensayó un paso de aerobic. Reaparecieron los gritos de �tomatelá�, la nevizca y la ansiedad. Estaba oscuro, nublado y Los Auténticos Decadentes se abrigaban para la invasión escénica multicolor. Doce profesionales de la diversión en el puerto nevado de la adolescencia permanente. Y ellos sólo hicieron su trabajo. Todos los hits todos: �Cómo me voy a olvidar�, �Corazón�, el nuevo �No puedo�, �La guitarra�, �(Loco) tu forma de ser�, �El murguero�, �El Gran Señor�, �Raquel�, �Gente que no�...
Los pibes coreaban los temas y revoleaban las camperas trepados al caballo del monumento a Roca. Hits, hits y más hits. Todo terminó cerca de las 23, horario perfecto para que las chicas cumplieran la costumbre de disfrazarse de enfermeras, mucamas y demonios, los chicos de curas o travestis, y en un par de horas salieran a derretir el hielo de los pinos.
|