Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


KIOSCO12

ENTREVISTA AL ELENCO DE �BABILONIA�
Venimos de los barcos

Los jóvenes del grupo de teatro del Nacional Buenos Aires cuentan
cómo se metieron en la piel de personajes de la Argentina de los años
20, cuyas condiciones sociales eran, en parte, parecidas a las de hoy.

Los chicos de �Babilonia� dicen que descubren día a día aspectos de la vida de principios de siglo. 


Por S.F.

t.gif (862 bytes) La geografía del Centro Cultural Borges se parece extrañamente a un fogón. Los jóvenes actores del elenco de Babilonia (una hora entre criados) están sentados (algunos en unas sillas, otros sobre la alfombra) formando una ronda, frente a la puerta de la sala Astor Piazzolla, mientras dos mujeres recorren una muestra de los tesoros de la antigua China y observan con curiosidad a los chicos. Esos rostros de veintipico están relajados, sin las máscaras de sus personajes, creados por Armando Discépolo. Irene Telías, que hace de Ema (la niña rica), cuenta que volver a hacer Babilonia fue �una fiesta� y el resto coincide. �Salió redondita�, confiesa Julieta Steinberg (la señora Emilia y madre de Ema). Después de más de seis meses de ensayos, los actores sienten que hubo un ida y vuelta con el público y que pudieron demostrar la riqueza de esos mundos interiores marcados por el desarraigo y la tristeza. Francisco Prim (el chofer alemán) y Marcelo Blanco (el portero gallego) consideran que las funciones (van los jueves y viernes) son cada vez mejores, luego de la reposición. Todos comenzaron con un taller de iniciación teatral en el colegio Nacional Buenos Aires, con Orlando Acosta, el director de Babilonia, hace seis años. 
�¿Qué les pasó cuando leyeron por primera vez Babilonia?
M. Saba: �Me encantó. Cuando me dijeron que hacía de Piccione me pareció imposible. ¿Cómo hago a un chef italiano de 55 años? Un hombre mucho más grande que yo en todos los sentidos, incluso el físico. Fue todo un proceso de preparación. Trabajamos mucho con las fotos de familiares nuestros que llegaron a la Argentina. Los profesores de idioma del colegio nos ayudaron porque es difícil hablar un cocoliche o un alemán castellanizado. Y después había que imaginar cómo camina ese personaje. 
F. Prim: �Cuando la leímos grupalmente me pareció mucho más interesante y descubrí que los protagonistas tenían un mundo interior más complejo.
Alejandra Marimón: �Tiene detalles que la hacen muy entretenida. Me parece que le seguimos encontrando matices y cosas para investigar. La obra funcionó porque está madura, todos la tenemos muy incorporada. 
�¿Cómo crearon esos personajes?
A. Marimón: �Fui tomando un poco de todo. Vi muchas películas de Almodóvar que me permitieron ver que los madrileños tienen un gran sentido del humor y una gracia increíble en los movimientos. 
Maia Rubinsztejn: �Orlando nos hizo trabajar con todo el tema de la deformidad y el ridículo, armamos monstruos y yo fui tomando de ese monstruo a mi personaje. Todos los que hicimos de gallegos fuimos a un centro gallego y hablamos con un viejo inmigrante.
José Berenblum: �Nos costó encontrar a un inmigrante que quisiera contar su experiencia. Después de más de 50 años de estar acá no querían hablar. Al final lo conseguimos y estuvimos más de una hora. Le pusimos un grabador y le empezamos a preguntar cómo había llegado, de dónde venía, cómo se había sentido cuando había llegado. Se emocionó y varias veces se le caían las lágrimas. Decía España y lloraba. Esto nos acercó al tema de la inmigración. Los personajes aparentan una edad mayor de la que tienen. 
J. Steinberg: �Orlando nunca nos exigió que hagamos a un viejo. Ema tiene 50 años. No la busqué por el lado de la edad, sino que encontré la edad por otras cosas, por ejemplo el hecho de que tiene un hijo. 
F. Prim: �A mí Orlando me decía que cuando el chofer alemán caminaba se cortaba el aire y eso me sirvió para imaginar cómo era ese personaje, su rigidez y su hipocresía. 
Leandro Rosenbaun: �La primera vez que leí el texto me trabé. Ahí nomás saqué el personaje. Lo imaginé torpe, pero también tiene un costado muy sensible e ingenuo, que me permitió no caer en el estereotipo del torpe. 
M. Saba: �Una vez viajaba en el subte y vi a un tipo que tenía el phisique du rol que yo quería para Piccione. Mi abuela, con una foto en la mano, me contaba cómo le sacaron esa foto, que siempre está sepia y que tiene ese barco en las miradas. Todas esas cosas me fueron marcando el camino para construir al chef italiano. 
Constanza Peterlini: �Me ayudó intentar descubrir por qué se ríen y por qué lloran los personajes. Me abrió todo el mundo interno, de esa mujer desarraigada, totalmente abandonada, una viejita borracha, casi linyera. 
Gonzalo Tobal: �Lo más difícil fue entender que el género requería personajes que eran casi caricaturas. Cacerola es un chico que tiene esa efervescencia adolescente y empieza a descubrir el mundo de las mujeres. 
�¿Encontraron puntos de contacto entre el mundo que describe la obra y la situación social actual?
L. Berenblun: �La vigencia no hay que buscarla demasiado. Parece que fue escrita la semana pasada. El individualismo, las mezclas de razas, de identidades, el hombre solo. Todo esto pasó y sigue sucediendo. 
G. Tobal: �Además de la desocupación y la inmigración está el tema de la dignidad de los hombres. Cuando las cosas andan bien, somos todos hermanos, pero cuando empiezan los problemas hay que salvar el pellejo.
N. Martianhes: �La esencia de la obra es perdurable, porque somos todos hijos o nietos de inmigrantes. Ahora también vienen a trabajar paraguayos, bolivianos y de los países de Europa del Este.
V. Aguado Benítez: �Una diferencia que encuentro es que ahora nos quieren hacen creer que no hay tantas diferencias entre los de arriba y los de abajo, cuando me parece que la situación social es peor que la de los 20. 
M. Saba: �Se vive casi lo mismo que en los años 20, pero la �ensalada fantástica� la tiene hoy cada individuo en particular sin ser inmigrante. El grotesco muestra al hombre en una multiplicidad de caras, por eso se ven las máscaras: lo bueno y lo malo de esos personajes que, en definitiva, tratan de salvarse.

 

PRINCIPAL