La manija
Por Antonio Dal Masetto
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�El poder corrompe siempre y el poder absoluto corrompe absolutamente �dice el Gallego.
Ese es el tema de esta noche en el bar: el repentino cambio que sufre la gente en cuanto accede al poder. Basta tener un poco de memoria para comprobarlo. Ver televisión o leer los diarios da terror. Todos los que se candidateaban para la función pública son réplicas del Dr. Jekyll, caballero atildado, educado, discreto, honesto, un genuino santo varón. Y en cuanto agarran la manija se transforman en Mr. Hyde, monstruo horrible, taimado, canalla y malparido.
�Ojo, no ocurre únicamente en la función pública, cualquier cargo, por minúsculo que sea, produce el mismo efecto �reflexiona Balducci�. Yo puedo dar testimonio, soy socio fundador del Club Social y Deportivo Pampero, y he visto el cambio en compañeros de truco de toda la vida, compinches de asados, camaradas con los cuales hemos tomado por asalto bodegas enteras sin perdonar botellas ni marcas. Un buen día se postulan y son elegidos presidente de la comisión de bochas o de la comisión de festejos, para no mencionar un cargo en la comisión directiva, y de la noche a la mañana no reconocen más a nadie. Son como esos perros que cuando tienen un hueso le gruñen a cualquiera que se acerca, sea animal o cristiano. En suma, el que caza la manija se vuelve un hijo de puta.
�Y no se trata solamente de puestos públicos o de cargos menores �dice Nancy�. A nivel casero, más en chancletas, pasa lo mismo; en mi familia hay un ejemplo clásico. El marido de mi hermana era un flor de tipo, cambió el auto viejo, lo metió en un plan canje y sacó un cero kilómetro, desde ese día está insoportable, se le subió el poder a la cabeza. Los almuerzos de los domingos se convirtieron en una pesadilla. Mi hermana también se la creyó, habla como si fuera la reina consorte. Se hacen servir primero, tienen razón siempre, no dejan hablar a nadie, desprecian el vino que se lleva a la mesa, critican los postres y lo peor es que hay unos cuantos idiotas en la familia que se convirtieron en los súbditos de sus majestades los reyes del cero kilómetro.
�Creo que ha llegado el momento de introducir un par de conclusiones filosóficas �dice nuestro filósofo Espoleta�. Primera: todos, absolutamente todos, llevamos la bestia negra adentro, nadie escapa a ese destino, somos el envase que la transporta. Segunda: la bestia sale del letargo y entra en acción cuando huele el poder. Permítanme una licencia poética para mejor ilustración: cuando el poder besa a la bestia, ésta despierta igual que la Bella Durmiente con el beso del príncipe. Ergo: cazamos la manija y nos sale lo peor que tenemos. Forma parte inexorable de la condición del hombre. Aunque existen diferencias entre humano y humano, algunos ocultan una bestia sanguinaria e insaciable, y otros una bestia menos voraz, como si fuera vegetariana, un poco pavota, digamos. Pero es imposible predecir qué clase de bestia puede aparecer en cada caso.
�Era imposible hasta la semana pasada �interviene el parroquiano Julio�, pero ahora, con el invento de mi primo Goyo, que es un genio de la computación y de los cachivaches electrónicos, las cosas cambiaron. En un remate se compró una máquina de juegos de realidad virtual, de esas en las que te ponen un casco lleno de cables en la cabeza y después te sacuden un bombardeo de imágenes y te convertís en pájaro, en surfista, en esquiador, en piloto de avión, y parece que todo es de verdad. Muy bien, el Goyo le atornilló una computadora, le instaló un programa de su creación y empezó a experimentar con la familia y los amigos, justamente para ver cómo actúan cuando sienten que tienen poder. El artefacto funciona así: una vez que te conectaron, entrás como por un tubo en estado de poder virtual, el programa te permite elegir el escenario que se te ocurra y ser el mandamás que se te cante, podés dar órdenes, saquear, someter, vengarte, degradar, desterrar, avasallar, sin límites de ninguna naturaleza, sin tener que rendirle cuentas a nadie, sin culpa y sin castigo. La pasás bomba bomba. Y mientras tanto la maquinita registra todoy saca un retrato perfecto y con lujo de detalles del Mr. Hyde que tenés adentro. Ese es el invento genial del Goyo. Por eso digo que a partir de ahora disponemos de un instrumento de absoluta precisión para medir la magnitud de las bestias negras que habitan en el interior de los candidatos a la función pública.
�Su primo es un benefactor de la humanidad, no tiene nada que envidiarle a Thomas Alva Edison �dice Espoleta�. Si bien es cierto que la bestia nunca podrá ser dominada, por lo menos podremos detectar a las más devastadoras. Es el invento más importante después de la rueda y el sifón de soda.
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