La balanza comercial registró un superávit record durante el primer semestre del año, y alcanzó a 896 millones de pesos. En este lapso, las exportaciones sumaron 12.982 millones �un 13 por ciento superiores a las de enero-junio del �99�, mientras que las compras ascendieron a 12.086 millones, 2 por ciento más que hace un año. Es la primera vez en los últimos cuatro años que el intercambio comercial resulta superavitario para un primer semestre. En junio, el superávit trepó a 246 millones.
El aumento de las ventas externas en el primer semestre se explica por el dinamismo de dos sectores: los productos primarios (creció 5 por ciento) y las manufacturas de origen industrial (subió 13). En el primer caso, se trata especialmente de granos y subproductos. Entre las manufacturas industriales, se destacaron las ventas externas de camiones, camionetas, aluminio en bruto y plásticos. También sobresalió el comportamiento de los combustibles. Si bien el volumen exportado cayó el 8 por ciento, su precio se elevó un 112 por ciento, totalizando 2287 millones de pesos.
Sin embargo, una balanza comercial superavitaria no significa que la economía se esté expandiendo. De hecho, en el �95 y en el �96 hubo saldo comercial favorable y la economía transitaba el ciclo recesivo del Tequila. Las mayores ventas externas, en este caso, son la contracara de un mercado interno débil, contraído por la recesión. El hecho que las colocaciones en el exterior aumenten no implica que detrás de ellas exista un proyecto proexportador que les dé sustento, sino más bien que las mayores ventas obedecen a la necesidad de los grandes grupos de colocar la producción excedente en otras plazas.
Ese es el esquema de las terminales automotrices, por ejemplo. Según comentó ayer Miguel Bein, secretario de Programación Económica, el impulso en las venta de vehículos al extranjero no está relacionado con el empuje que está mostrando la economía brasileña. En junio, las exportaciones en ese rubro se incrementaron 56 por ciento, y un 122 por ciento el mes pasado. Las colocaciones de autos en Brasil cayeron 40 por ciento en el primer semestre, por lo que la explosión en las exportaciones se explican, básicamente, por las ventas a Europa y Estados Unidos. Allí se encuentran las casas matrices de las terminales radicadas en el país, y lo más probable es que los autos que se envían hacia ambos destinos sean aquellos que no logran venderse en el alicaído mercado interno. No se trata de que la Argentina ganó nuevos mercados sino que las multinacionales redistribuyen su producción de acuerdo a sus necesidades. Y, mes a mes, hacen fila en la AFIP para cobrar los reintegros a las exportaciones.
Lejos de ser un país que pasó a la ofensiva en los mercados internacionales, las exportaciones argentinas dependen de la evolución de los rubros de bajo valor agregado, como lo son los productos primarios y el petróleo y sus derivados. Para certificarlo, nada más que echar un vistazo a las estadísticas del �99: apenas 20 empresas se repartieron casi la mitad de las ventas externas totales. Y, entre ellas, una sola es industrial: el grupo Techint. El resto son cerealeras, aceiteras y petroleras.
Los precios ahora subirán
�No sería raro que el precio de los autos aumente en los próximos meses, entre 1 y 3 por ciento�, admitió ayer Miguel Bein, secretario de Programación Económica. En menos de 48 horas, los funcionarios de Economía pasaron de pronosticar una rebaja a augurar una casi segura suba. Según el funcionario, los valores recién van a reducirse a partir del 1º de noviembre, cuando finalice el Plan Canje y entre en vigencia la propuesta elevada anteayer por José Luis Machinea a los empresarios del sector. La iniciativa oficial prevé una rebaja de Internos a nivel nacional y de Ingresos Brutos en las provincias de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. La transferencia de recursos llegará a 100 millones de pesos, de los cuales 40 millones los pondrá la Nación. No obstante, una alta fuente de Economía abrió la posibilidad a que la rebaja impositiva termine siendo aun más importante. �Las automotrices también tendrán que hacer un esfuerzo si quieren mantener el mercado actual�, se entusiasmó Bein, cuando los periodistas le preguntaron cuál será la contrapartida de las fábricas a la menor carga impositiva. |
opinion
Por Enrique M. Martínez * |
El azúcar y algo más
En estos días Argentina y Brasil están tratando de ponerse de acuerdo sobre el azúcar, uno de los dos temas �junto con el automotriz� más ríspidos del Mercosur. Ese producto tiene, desde hace ocho años, aranceles especiales de importación, para evitar que los bruscos cambios de precio internacional destruyan esta industria, ya bastante golpeada en el país. En particular, es necesario tener en cuenta que Brasil tiene un gigantesco programa de subsidios a la caña de azúcar, para producir etanol, combustible que alimenta más de 3 millones de vehículos en ese país pobre en petróleo. En Brasil, cultivar caña es centralmente producir alcohol. El azúcar es un producto lateral de tan gigantesco programa y aun así Brasil exporta el 35 por ciento del total mundial.
Por lo tanto, carece de sentido considerar que deben competir Argentina y Brasil con un producto �azúcar argentino�, contra un subproducto -azúcar brasileño�, al cual se le puede fijar precios marginales, ya que la rentabilidad la decide el alcohol. Los aranceles argentinos son correctos y deben ser mantenidos.
Toda la comunidad del noroeste, encabezada por la clase política, junto, obviamente, con los empresarios azucareros, defiende esto. Está bien. El problema es cuando dicen que se trata de una situación excepcional. En realidad se trata de una situación bastante común en el mundo de hoy: la intención de imponer una situación sin lógica, basado en su poder político o económico. Aquí es el complejo azucarero brasileño el que presiona.
Desplazar a la industria de la indumentaria argentina por importaciones chinas subfacturadas tiene el mismo origen. Quebrar la industria de las bicicletas realizando maniobras con mercadería subvaluada triangulada por Uruguay, lo mismo. Hasta puede considerarse análogo el proceso de estrangulamiento de las tres fábricas de cosechadoras que quedan en el país por el dumping de John Deere desde Brasil, que ha decidido quedarse con todo el mercado nacional. Es siempre lo mismo: no se compite por mayor eficiencia, sino por mayor poder económico o financiero.
Es importante que esta cruzada por el azúcar del Norte, que todos compartimos, sirva para convencer a quienes defienden esa actividad, que luego debe seguir de largo defendiendo a nuestros camiseros, bicicleteros y fabricantes de cosechadoras. La antinomia agro-industria, revivida por los efluvios oligárquicos que siempre reaparecen ocultos en algún rincón del ser nacional, debe ser anulada con urgencia.
* Diputado de la Alianza. |
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