Por Claudio Scaletta
El secretario de Agricultura, Antonio Berhongaray, firmó ayer una resolución para la inmovilización de la hacienda en todo el país por 21 días. La medida exceptúa los animales con destino a faena y a mercados concentradores. La medida fue adoptada por Berhongaray luego de reunirse con los representantes de las entidades rurales, con quienes discutió las medidas a tomar frente a la emergencia por el brote de aftosa. Para hoy se convocó a una reunión del Consejo Federal Agropecuario, integrado por las carteras de Agricultura de todas las provincias.
El Gobierno, la Secretaría de Agricultura y el Senasa, se debatió ayer en un discurso dual. Por un lado minimizó el brote de aftosa, pero sin querer llamarlo por su nombre. El término, estrictamente correcto, utilizado para referirse a los animales infectados fue �serología positiva�, ya que no se registraron casos en los que la enfermedad se desarrolle. Pero por otro lado, se hizo gala de �actitudes de firmeza�, en referencia al �rifle sanitario� aplicado ya a 2500 bovinos. �Nosotros vamos a seguir actuando con absoluta dureza porque no vamos a comprometer el esfuerzo de tantos años, de tantos productores, del gobierno anterior y de éste, por debilidad. Debilidad es una palabra que no existe en nuestro diccionario�, sostuvo rimbombante el secretario.
Cuesta entender que esta medida sea calificada de �firmeza�, pues no se está pensando precisamente en la mirada bucólica de los bovinos ante la matanza. Los productores cuyos animales son sacrificados reciben del Estado la correspondiente indemnización, cuya magnitud es determinada por un Comité de Tasación. El Estado, a su vez, cuenta con un seguro contra la aftosa que cubre estos gastos imprevistos. Si en vez de aplicar el rifle sanitario sobre algunos miles de cabezas hubiese que volver a vacunar, entonces sí se estaría frente a una medida complicada, pues habría que invertir alrededor de 100 millones de dólares, un monto similar al total de las exportaciones a Estados Unidos durante 1999. Un tercio de la hacienda, alrededor de 15 millones de cabezas, nunca han sido vacunadas y, por lo tanto, son muy susceptibles al contagio.
La sobreactuación elegida por el Gobierno frente a la reaparición de la aftosa derivó en los últimos días en una polémica inútil. La trama: quién dispuso la suspensión de las exportaciones (importaciones) a (de) Estados Unidos. En su exceso de celo para resolver el problema, a través del Senasa, Argentina suspendió en forma voluntaria las exportaciones de carne vacuna fresca a Estados Unidos. Desde el Norte no se hicieron esperar e inmediatamente suspendieron, en forma temporaria, las importaciones. Un comunicado difundido ayer por la embajada de Estados Unidos confirma este ordenamiento temporal e informa que, desde que se conoció el brote, �los respectivos gobiernos han estado en consulta permanente�.
También se produjeron algunas situaciones insólitas. Formosa, la provincia de entrada del ganado infectado, dijo sentirse discriminada al no poder sacar ganado vacuno de sus fronteras. Más previsible fue la inmediata reacción de Buenos Aires y San Luis que cerraron la entrada a los bovinos de otras zonas. Pero luego de la resolución de ayer de Berhongaray estas acciones individuales ya no serán necesarias.
El vicegobernador bonaerense y ex secretario de Agricultura, Felipe Solá, uno de los principales artífices de la declaración de �libre de aftosa sin vacunación�, aprovechó el cambio de suerte del actual gobierno para devolver la falta de reconocimiento que habría vivido durante la algarabía de mayo (ver aparte). Consideró que �en mayo, cuando la Organización Internacional de Epizootias declaró a la Argentina país libre de aftosa sin vacunación, debería haberse cerrado la frontera (sanitaria) con Paraguay�. Para Solá, el Senasa �discontinuó un programa que funcionó durante 1998 y 1999 en los tres departamentos que lindan con el río Pilcomayo, con la efectiva presencia de su personal trabajando en la vigilancia de la hacienda que ingresaba desde Paraguay�. Sin embargo, no todos están preocupados por la situación desatada con la aftosa. Los productores australianos esperan tanto el crecimiento de las exportaciones como del precio de su ganado bovino.
Cruzando el Pilcomayo
La aftosa llegó al país proveniente de Inglaterra hace más de un siglo y sólo pudo ser eliminada 5 años atrás, luego del esfuerzo conjunto entre el Estado y los productores. En el �98 Argentina pudo obtener el estatus previo de libre de aftosa con vacunación y dos años después, a fines de mayo de 2000, logró de la Organización Internacional de Epizootias, organismo que asocia a 155 países, la ansiada meta de �libre de aftosa sin vacunación�. Pero la algarabía por la expansión de las exportaciones tras la caída de la restricción sanitaria duró poco, apenas algo más de dos meses. El mal no vino esta vez de Inglaterra, sino de más cerca. Todas las versiones señalan el ingreso de ganado infectado desde Paraguay, país �autodeclarado� libre de aftosa, aunque mantuvieron el recato de mantener el �con vacunación�. En esta época del año, se explicó, la baja en el caudal del fronterizo Río Pilcomayo permite los vadeos y los gendarmes argentinos parece que no estaban allí. �La frontera es muy larga�, fue el argumento. Pero tal vez no haya que buscar la enfermedad allende las fronteras. Tal vez el descuido no sea de dónde vinieron las vacas, sino por qué pudieron entrar. |
|