En Alemania, antigua incubadora del huevo de la serpiente, las últimas reacciones oficiales parecen demostrar que el racismo y la xenofobia �al menos en sus versiones atomizadas� vuelven a ser motivo de preocupación. Ayer, funcionarios del Ministerio del Interior federal y de los departamentos homólogos de los 16 estados federados se reunieron en Berlín en lo que fue el primer paso formal para analizar la �conveniencia� y �viabilidad política� de prohibir por �anticonstitucional� al ultraderechista Partido Nacionaldemocrático de Alemania (NPD). El grupo de trabajo planteó además la posibilidad de prohibir a otros partidos de extrema derecha, como los Republicanos (REP) y la Unión Popular Alemana (DVU), que arremeten contra la Alemania �multiétnica� y �el flujo de extranjeros�. El NPD es un partido que, desde hace más de tres décadas, integra el frente político derechista alemán bajo una ideología abiertamente xenófoba y radicalmente nacionalista, y actualmente cuenta con poco más de 6000 militantes registrados oficialmente en todo el país. Fundado en 1964 por miembros del desaparecido Deutsche Reichspartei, un partido que defendía la unidad alemana, el auge del NPD llegó a los pocos años. De 1966 a 1968, logró ocupar un lugar en siete parlamentos regionales, y en 1969 falló por poco en su intento de llegar al Bundestag (Parlamento federal). En los tres últimos años logró renovarse gracias al sector más violento de sus filas, especialmente de su organización juvenil JN. En sus últimas declaraciones públicas, la dirección del NPD intentó distanciarse de los actos violentos. Sin embargo, los servicios de inteligencia de diferentes estados alemanes (presentes en la reunión de ayer en la capital del país) aseguran que ese discurso carece cada vez más de credibilidad, según citó en su edición de ayer el diario Sueddeutsche Zeitung. De hecho, en los últimos meses aumentaron los casos de agresiones contra extranjeros protagonizados por miembros (e incluso funcionarios) del NPD. El caso más reciente fue un atentado con una bomba de fabricación casera contra un local turco de comida rápida en Eisenach, al este de Alemania. La policía local acusó a Patrick Wieschke, de 19 años, vicepresidente de la JN en el estado federado de Turingia. A finales de junio, la fiscalía de Turingia había dictado una orden de prisión preventiva contra el jefe del NPD de ese estado quien, al mismo tiempo, es el líder de Camadería Gera, una organización de neonazis. El 4 de agosto fue detenido el tesorero del NPD en la ciudad de Wismar después de haber lanzado un cóctel molotov a una casa que aparentemente funcionaba como refugio de mendigos. Pero el hito más importante fue la explosión de una bomba en la estación de trenes de Dusseldorf hace dos semanas, donde murieron ocho extranjeros. El NPD también planeaba marchar en marzo en Berlín contra la inauguración de un monumento sobre el Holocausto, pero ayer renunció a hacerlo. Según una encuesta del instituto Emnid publicada ayer, el 65 por ciento de los alemanes es partidario de prohibir al NPD. Sin embargo, más allá del aparente apoyo popular a la iniciativa, el Ministerio del Interior advirtió varias veces que el fracaso de una eventual solicitud de prohibición sería �una humillación para el estado de derecho y un triunfo de los extremistas�. Uno de los ejes de la reunión ayer en Berlín fue justamente ese margen de �consecuencias no esperadas� que podría dejar al NPD fuera de carrera. La solicitud formal de prohibición de un partido puede ser presentada por el gobierno, los estados federados o el Parlamento federal ante el Tribunal Constitucional (el órgano que toma la decisión). Pero las dificultades políticas de esa medida son tales que, desde 1949, la máxima autoridad jurídica alemana prohibió sólo a dos partidos, el Partido Comunista Alemán (KPD) y el Partido Socialista del Reich, heredero del nazismo, por �perseguir fines anticonstitucionales�.
LA POLICIA RUSA encontro EXPLOSIVOS en un camion La temporada de terror en Rusia sigue en su apogeo. Cuatro días después del atentado con bomba que dejó 8 muertos y un centenar de heridos en un paso subterráneo de la céntrica Plaza Pushkin en Moscú, la policía rusa encontró ayer 720 kilos de explosivos de salitre amónico en un camión en las inmediaciones de la ciudad de San Petersburgo. Mientras los dispositivos de seguridad eran reforzados en las principales ciudades y muy especialmente en torno de las centrales nucleares, el hallazgo alimentó el pánico por una posible repetición de la serie de atentados dinamiteros que el año pasado se saldaron con casi 300 muertos civiles.
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