Por Pablo Plotkin
Algunas claves para entender el juego: heavy metal, lealtad, barrio, metafísica para principiantes, carreteras, baldíos. Acá no entran en plano los paisajes ni los sonidos de última generación: la impavidez de La Renga frente a las corrientes musicales de moda tiene tanto de obstinación como de estoicismo. Sus discos nunca provocarán pequeños debates rockeros en torno de un tímido abordaje a la música electrónica (como sucedió con los Redondos y su Ultimo bondi a Finisterre), ni es su pretensión hacer temblar las estanterías del rock convencional. En buena medida porque no sabrían hacerlo, pero sobre todo porque no les interesa ni conviene. Por eso graban, en el 2000, un álbum de heavy metal de los setenta. Y esa impasibilidad frente a las nuevas convenciones del rock se ve legitimada por su público: una fidelidad mutua (ustedes no cambien y nosotros tampoco, parece ser el mensaje) que puede leerse en la dedicatoria impresa en la contratapa de La esquina del infinito, el sexto disco de La Renga que apareció ayer en las disquerías argentinas: �A los mismos de siempre�.
Todo empieza con una piecita de jazz de cañerías que dura un suspiro antes del estallido de �La vida, las mismas calles�, la primera y más rápida y distorsionada canción del CD (coproducido por la banda y Ricardo Mollo). Después le sigue �Motoralmaisangre�, otra demostración de poder que incluye un solo de guitarra de la vieja escuela a cargo del vocalista y compositor del grupo, Gustavo Nápoli (a) Chizzo. Los solos de guitarra (a veces muy largos) se repetirán durante casi todo el disco: he aquí otro anacronismo rocker. Mientras en Estados Unidos el heavy contemporáneo toma la forma del rap metal (Limp Bizkit, Körn, Kid Rock), el trío de Mataderos sigue escuchando los discos de Zeppelin, Black Sabbath y Creedence. Salvando las distancias, algo parecido hizo Pearl Jam con su último Binaural: recuperar el sonido del viejo y peludo rock and roll.
En cuanto a la lírica, se trata, tal vez, de su álbum más abstracto. No hay declaraciones frontales de nihilismo adolescente como �El revelde� (sic), ni tampoco rasgos de humor como los que mostraban en sus primeras grabaciones. La esquina del infinito es un disco completamente serio, que mantiene la gravedad en todas las canciones y reedita el gusto de Chizzo por mezclar dos dimensiones: el barrio y los misterios inescrutables del universo. Tal como lo hiciera en �La balada del diablo y la muerte� (donde el protagonista se fuma un porro con ambos en la esquina del barrio), el cantante voz-de-león habla aquí sobre el �baldío de los misterios� y �la esquina del infinito�. Esoterismo barrial, podría llamarse.
La balada al estilo Metallica del disco se titula �El cielo del desengaño�, está decorada con cuerdas y aparece inmediatamente antes del tema que tiene el destino de hit más directo: �Arte infernal�, un ejemplo del talento del trío para convertir un tema de rock de sopapos en una pieza radial. Algo parecido puede pasar con �Panic Show�, tema en el que Chizzo ruge como Ricardo Iorio. La sorpresa final llega con la versión en castellano de �Hey hey my my�, una vieja canción de Neil Young. �El rock and roll no morirá jamás�, repite Chizzo en casi la única consigna explícita que tiene el álbum. Se trata, también, del tema que citó Kurt Cobain en su carta testamento, después de suicidarse en Seattle: �Es preferible arder que desvanecerse�. A diferencia de Cobain, La Renga se desentiende de los complejos del éxito, negándolo. Pero lo sostiene en sus discos, a sabiendas de que la única manera de conservarse es no cambiar, aun a riesgo de contraer obesidad artística.
LA MISSISSIPPI GRABA UN DISCO EN VIVO EN EL ASTROS
�Es como hacer un punto y aparte �
Por Roque Casciero
�Hay que saber aprovechar un disco en vivo y eso es lo que vamos a intentar.� Ricardo Tapia, cantante de La Mississippi, mezcla esperanzas y certezas en la frase con la que abre el fuego en la entrevista con Página/12. Y que viene a cuento de los shows de anoche y hoy en el teatro Astros, en los que la banda blusera registrará Yo estuve ahí, el primer álbum en directo en una carrera de once años. También será el debut del grupo en 4KR, el sello de Mario Pergolini. �En este momento de nuestra vida como grupo queremos hacer un disco en vivo clásico y poderoso. Un sonido clásico pero moderno.� León Gieco, Pity (Viejas Locas) y Gustavo Cordera (Bersuit) serán algunos invitados de los shows.
�¿Por qué decidieron repasar su historia en este momento?
�Nosotros vemos que es un momento bastante claro como para hacerlo. Si bien generalmente las bandas hacen discos en vivo después del quinto o sexto de estudio, muchas veces los graban más por obligación que por otra cosa. En nuestro caso, queríamos dejar plasmado el material de diez años de carrera junto con tres temas de lo que va a venir. Sucede que nunca dejamos dormir nuestros temas, y ésta es una buena manera de hacer un punto y aparte, para poder seguir adelante. O sea, dejar crecer a los chicos, dejar de controlarlos todo el tiempo...
�¿Un punto y aparte significa que planean ir en otra dirección?
�No, para nada. Es para dejar descansar algunos temas, plasmados en un buen disco en vivo.
�¿Cómo fue el contacto con Pergolini?
�Mario siempre nos tiró buena onda. Cuando le llevé Palacio de pulgas, se tomó todo un programa para presentarlo tema por tema. Y era un disco independiente, lo habíamos hecho sin apoyo de ninguna compañía. Más allá de eso, siempre nos apoyó desde la radio. La propuesta de entrar a su sello era interesante en todos los aspectos. Nos gustó especialmente porque 4KR, aunque distribuya su material por una multinacional, es una empresa independiente en la que podemos hablar cara a cara con la gente que la maneja.
�Cuando salió Palacio... estaban muy entusiasmados con sacar el disco en forma independiente.
�La experiencia fue buena porque aprendimos cómo se hace un disco, desde la tapa hasta la distribución, pasando por dónde se compra la cinta para grabarlo. Fue un master en independencia, como ir a la escuela para aprender a producir tu propio disco de cero. Pero también fue un laburo muy arduo. Entonces, lo de Mario nos vino como anillo al dedo.
�¿Cuáles son los nuevos temas?
��La misma moneda�, �Mi capital� y �El detalle�, una especie de paso de comedia sobre la vida conyugal. Es una pasada de boleta por los detalles que te van minando la vida.
�¿Están trabajando en otro álbum de estudio?
�Sí, para el año próximo. Va a ser un disco largo, como diecisiete temas. Noto que estamos volviendo al rhythm�n�blues y al blues clásico, aunque desde otra visión. Estamos haciendo un disco con un concepto musical parecido al de Bagayo, pero visto desde esta época.
�¿Cuál es esa perspectiva?
�Estamos intentando modernizar el blues clásico, llevarlo un paso más adelante, proyectarlo hacia el futuro. Creo que de este lado del Río de la Plata, con nuestra cultura, podemos darle un tono local y moderno. Pero es algo que se entiende más escuchándolo que hablándolo.
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